viernes, 13 diciembre 2024

El resfriado de un chimpancé: la clave de Bill Gates para recuperar la normalidad

Bill Gates puede presumir de ser una de las personas más ricas del mundo. También de ser una de las que más sabe de enfermedades (especialmente infecciosas) y como combatirlas. Al fin y al cabo, el magnate de internet ha fundido una parte importante de su fortuna en este campo, a través de la Fundación que codirige con su mujer, Belinda Gates. Por ello, cuando en su último pronóstico habla de recuperar «la normalidad» de cara «a la primavera» es un poderoso llamamiento a la esperanza.

Curiosamente, esa «esperanza» que tiene Gates de «alcanzar» una normalidad pasa por el éxito de convertir un resfriado de un chimpancé en una cura del Covid-19. Ese catarro, conocido como adenovirus, es el elemento central de la vacuna llamada a cambiar el curso de la pandemia: ADZ1222, la cura fabricada por el equipo conjunto de la farmacéutica británica sueca, AstraZeneca, y la Universidad de Oxford.

Hasta ahora, el foco mediático está puesto tanto en la alianza de Pfizer y BioNTech como en Moderna gracias a que sus vacunas no solo han sido aprobadas, sino que también se están subministrando. Aun así, ambas difícilmente son la solución, al menos, para Europa y más concretamente en España. Tampoco lo son para alcanzar la normalidad de la que habla Gates. La razón es sencilla: su producción es limitada y están enfocadas (ahora) en surtir a Estados Unidos. Además, su distribución es más complicada.

Todos esos factores imposibilitan que ambas vacunas puedan generar un tamaño que genere un impacto global frente al virus. Un elemento que para Gates es vital para lograr esa ansiada normalidad. Por ello, el magnate señala en sus previsiones que no será hasta primavera cuando se alcance «la escala» necesaria en curas y tratamientos que sea capaz de cambiar el curso de la historia de la pandemia.

ASTRAZENECA, EL AS BAJO LA MANGA DE BILL GATES

Una vez conocido que son seguras y eficaces (muy por encima de lo esperado) los desarrollos de Pfizer y Moderna han chocado con un muro insuperable: el límite de producción. Así, la firma estadounidense estima que en el mejor de los escenarios podría fabricar unos 1.300 millones de dosis, mientras que Moderna no prevé poder superar los 1.000 millones, aunque podrían ser muchas menos. En otras palabras, en el mejor de los casos para antes de verano apenas se alcanzarían los 500 millones de dosis. Eso son tan solo 250 millones de personas inmunizadas.

En este punto entraría en juego AstraZeneca. Si bien no es tan efectiva (varía entre un más que aceptable 70% y un respetable 90%), la farmacéutica es capaz de derribar el muro que limita a Pfizer y Moderna. Gates sabe bien este aspecto, de hecho, es uno de los responsables de derribar ese muro a través de lo que se conoce como ‘Acuerdos de segunda fuentes’. Con ellos, se emparejan grandes firmas de países ricos, los creadores de las vacunas, con contrapartes en países en desarrollo, los productores. Así, los primeros ponen la tecnología y los segundos la fabricación masiva a precios asequibles.

Con esta fórmula, impulsada por la Fundación de Gates, AstraZeneca cerró un acuerdo con el mayor fabricante de vacunas del mundo, Serum Institute of India, para incrementar la producción drásticamente. De hecho, la firma británica sueca espera poder crear tres veces más de dosis que las dos anteriores. La diferencia es abismal, dado que se podría pasar de 500 millones de dosis a entre 1.500 y 2.000 millones como mínimo. A lo anterior, se le añade que dicha cura se puede transportar y almacenar en condiciones normales, lo que agiliza la distribución.

¿VACUNACIÓN MASIVA A PRINCIPIOS DE VERANO?

En total, antes de verano podría haber entre 750 y 1.000 millones de personas inmunizadas. Aunque todavía no parece demasiado, una vez se ajustan los cálculos si lo es. Así, grosso modo en el planeta hay unos 7.600 millones de personas, pero no todos necesitan dicha cura. Muchos de los países más grandes del mundo trabajan en su propia cura, al margen de las tres mencionadas, que además esperan hacer llegar a otros. En este caso, se trata de China y Rusia que, a su vez, servirán a muchos países de Latinoamérica principalmente. Eso supone descontar cerca de 2.000 millones de personas.

Pero los ajustes no quedan ahí. De los 5.500 millones que quedan todavía por inmunizar, cerca de un 30% no lo necesitan. Se trata de los menores de 16 años, podría incluso aumentarse a 18 años, lo que supone reducir la cifra a unos 3.900 millones. Un total del que el 10%, como ocurre en España, ya estaría inmunizado. Lo anterior, no invalida para recibir la vacuna (por el momento), pero sí tiene un efecto muy importante a la hora de que los contagios no se incrementen a la misma velocidad.

Al final, antes del verano el mundo podría haber inmunizado algo menos de un 30% de la población. Si descontamos China, Rusia y sus compradores. Pero no es más que una media. Por suerte (o por desgracia) la distribución será desigual, lo que supone que los países desarrollados obtendrán un porcentaje superior. En definitiva, que muchos países como Estados Unidos o Reino Unido (quizás incluso España, aunque es más difícil) puedan arrancar el verano con un porcentaje inmunizado superior al 50%.

¿ES EFICAZ CONTRA LA NUEVA CEPA?

La gran pregunta que recorre el mundo científico y no científico es si las vacunas ya aprobadas, y las que están por llegar, son capaces de abatir a la nueva cepa descubierta en Reino Unido. La respuesta para de puertas a dentro es intranquila y todos están estudiándolo, pero de puertas afuera es que deberían funcionar. Las que más difícil lo tienen, por decir algo, son las que ya se están inyectando. Aun así, sus creadores (como Ugur Sahin, de BioNTech) señaló que «la probabilidad de que nuestra vacuna funcione (…) es relativamente alta».

La duda está en que la proteína mutada es sobre la que actúan las vacunas. De forma resumida, las actuales aprobadas (por Pfizer y Moderna) utilizan una tecnología llamada ARN que da órdenes al cuerpo para crear anticuerpos para combatir una proteína llamada «espiga» que es la clave para introducirse en las células. Esa misma parte del virus es la que ha mutado, por lo que se teme que las órdenes no sean tan efectivas. Aun así, es muy difícil que dicha transformación altere completamente esa parte.

Eso mismo no ocurre con el resto de vacunas, dado que contienen todo el material genético. «AZD1222 (candidata a vacuna de AstraZeneca) contiene el material genético de la proteína de pico del virus SARS-CoV-2, y los cambios en el código genético observados en esta nueva cepa viral no parecen cambiar la estructura de la proteína «, explicó la propia AstraZeneca.

OTRAS ESPERANZAS QUE TIENEN QUE LLEGAR

Todo lo anterior, más que menos está ya descontado. Por ello, el propio Gates habla de primavera. Pero hay otros elementos vitales que deben llegar en los próximos meses y que todavía deberían ofrecer más esperanza de cara al 2021. La primera y más evidente es la llegada de nuevas vacunas más allá de AstraZeneca. La siguiente en la lista es la de Janssen, de Johnson & Johnson. Por el momento, está en Fase III (la última) y su ensayo cuenta ya con los 45.000 participantes que se exigía. La misma podría estar ya suministrándose en marzo, dado que la compañía espera presentar los datos en febrero.

El resto de protagonistas deberán esperar algo más. Novavax espera resultados definitivos a finales del primer trimestre, lo que llevaría su aprobación hasta principios de verano. Mientras que la alianza de Sanofi y GSK tendrán su cura ya pasado el verano. La llegada de ambas a lo largo del 2021 apuntalará definitivamente el fin de la pandemia, previsto para los últimos compases de 2021.

Aun así, no solo las vacunas pueden ayudar a normalizar la situación. Gates se apoya en dos elementos más: la mejora en los tratamientos y los avances en los test rápidos. En la actualidad, la dexametasona, un esteroide, ya es capaz de incrementar en un 30% el tiempo de recuperación de los pacientes graves. Pero pronto se le añadirá, a gran escala, los llamados anticuerpos monoclonales, se fabrican anticuerpos -a través de pacientes que ya han superado el virus- que luego se inyectan. El primero en comercializarlo ha sido el gigante Eli Lilly, pero pronto se unirá Regeneron.

Por su parte, otras firmas trabajan fabricar pruebas rápidas (se prevén decenas de millones) para poder controlar todavía mejor el virus. Una de las más avanzadas es la británica LumiraDx que ha creado un dispositivo que tiene aproximadamente el tamaño de un teléfono móvil grueso, con un lector de tarjetas en un extremo. Así, la conjunción de todo ello debería poder ayudar a controlar la cuarentena, como nunca hubiéramos imaginado, más pronto de lo que creemos.


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