Kéfir de leche: cómo hacer la bebida de moda que previene enfermedades

Desde hace un par de años, hemos visto que en los refrigerados de los supermercados, junto a los yogures, aparece un nuevo producto que hasta hace poco desconocíamos. Se trata de kéfir, un producto probiótico de leche fermentada a medio camino entre el yogur y la cuajada. A pesar de que su origen es milenario, especialmente en los países próximos al Cáucaso, de donde procede, en nuestro país su consumo ha surgido hace relativamente poco. Sin embargo, parece que lo ha hecho para quedarse, entre otras cosas porque tiene más beneficios nutricionales que los yogures. Pero es que además se puede hacer con mucha facilidad. Te contamos todo sobre la bebida estrella.

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La fermentación

Para preparar nuestro kéfir casero, lo más difícil a priori puede ser, la obtención de los granos de kéfir de leche. Una vez que los tengas, el proceso es muy fácil. Ponemos los granos en un recipiente de vidrio con leche (no tiene porque ser de vaca, puede ser una leche vegetal de avena, de coco…) y lo dejamos para que fermente fuera de la nevera, tapado de forma hermética o con un paño de tela, durante un par de días o tres. La cantidad ideal es de tres cucharadas de granos por litro de leche. A medida que pasan las horas iremos viendo cómo el suero amarillento  y el kéfir se separan. Cuanto más tiempo estén fermentando, más agrio estará. Este tiempo depende en gran medida de la temperatura ambiente y de los granos de kéfir que utilices. Cuanto más calor hace, más rápido fermenta, y cuantos más granos también.

Yolanda C.
Yolanda C.
Redactora de Merca2. Licenciada en Ciencias Políticas con más de cuatro años trabajando como redactora para publicaciones científicas y también para soportes más generalistas. Mi experiencia es muy versátil pero estoy especializada en economía, política y sociología. Me gusta viajar y leer.