Ignatius Farray ‘se arrima’ a Pérez-Reverte tras su salto al mainstream

Érase una vez un cómico underground que estuvo a punto de superar en la lista de los más vendidos a la orgía patriótica de Arturo Pérez-Reverte, que se ha colocado en la trinchera republicana de ‘la batalla del Ebro’ para que le dejen de llamar «facha» en Twitter. Pero se lo seguirán llamando.

Y es que no es fácil desprenderse de las etiquetas. Bien lo sabe Ignatius Farray, que junto a sus dos guionistas de cabecera ha parido un libro autobiográfico, ‘Vive como un mendigo, baila como un rey’. Esta recomendable obra, estupendamente editada por Planeta y muy bien publicitada por el cómico canario, va a dar mucho que hablar en las próximas semanas.

IGNATIUS FARRAY, ¡ALL RIGHT!

Lejos quedan los tiempos en los que Ignatius Farray asustaba a los espectadores de Comedy Central con su aspecto exótico y su discurso agresivo (pero no tanto como el discurso que vomitaba en los sotanos malasañeros).

El showman se ha mantenido en sus trece con sus monólogos salvajes y valientes. Lo único que ha cambiado es la mirada de decenas de miles de espectadores que, gracias a su papel en ‘La vida moderna’, dejaron de ver a un provocador o a un chalado (o las dos cosas al mismo tiempo) para comenzar a advertir que tenían delante de sus pantallas a un aspirante a filósofo que es sin duda, con permiso de David Broncano, el mejor cómico español de la última década.

Ignatius ha ensanchado los límites del humor, ha teorizado sobre las dos Españas, ha llamado «hijo de puta» a Juan Echanove, ha apuñalado un sofá en el late-show de moda y en un estudio de la SER esnifó un poco de cocaína… baja en calorías.

NI UN PELO DE TONTO

Ignatius Farray no tiene ni un pelo de tonto y buscaba por el camino más escarpado el respeto que nunca encontró: en su día provocó, aulló e insultó para dejar de ser invisible socialmente y comenzar a ganarse la vida, o lo que es lo mismo, empezar a poder pasarle la pensión alimenticia a su hijo.

Ahora ha pasado el verano de su vida y rondando el otoño le está tocando cosechar. Y esa cosecha se traduce en un buen contrato a la baja en la Cadena SER, una colaboración VIP en ‘La Resistencia’, una gira por teatros cada vez más grandes y hasta un hueco en las salas de música para que gire su desagradable grupo punk, Petróleo.

Pero Ignatius ya sabe que puede levantar el pie y que muchas chicas acuden a sus espectáculos sin la cara de asco de antaño. Es por ello que se comporta en ‘El Hormiguero’, cumple a rajatabla las órdenes promocionales de Planeta y hasta ha sido capaz de parir un libro bonito, aunque quizás un pelín light para los incondicionales que habían tragado con fervor sus anécdotas.

Éstas se habían desempolvado en entrevistas y monólogos, pero ahora se ordenan en un libro lleno de viñetas, apuntes en muy sucio, un prólogo amigable de David Broncano y un epílogo sentimental de su hijo Javier.

IGNATIUS FARRAY ES MAINSTREAM

Ignatius Farray se ha convertido en un cómico mainstream tras muchos años de brega y desasosiego. Quizás es el final que merecía un showman al que ahora se le analiza con lupa por qué se bebe una botella de refresco de un solo trago.

Pero Ignatius no es eso: antaño era una rock and roll star capaz de jugar con el público hasta crisparlos. ¿Su intención? Quedarse «con un grupo pequeño de gente, tan pocos como radicales. Y que no tengan a dónde ir».

El canario aspiraba a líder de secta, pero finalmente entretiene a todos los públicos con una entrañable obra autobiográfica sin estridencias que ‘le sopla la nuca’ a su enemigo Arturo Pérez-Reverte, que, aunque no se lo crean los progres, también fue underground con su artículos ‘balcánicos’ de mediados de los noventa.

Es decir, que Ignatius, es broma, puede acabar siendo el cómico ejemplar para Albert Rivera y compañía. Cierto es que para llegar a Pérez-Reverte, ego igual a ventajismo político multiplicado por cuñadismo, le queda un largo trecho.