El miedo a la gasolina barata: una pelea contra viento y tiempo

Las estaciones de servicio automáticas, aquellas que no tienen personal para despachar el combustible, son una realidad en España. Pese a ello, existen demasiados intereses para que no sea así. Tanto, que hasta el viento se mantiene como una traba para montar este tipo de negocios que basan gran parte de su éxito en la gasolina barata.

Aunque el ascenso es imparable. Según datos ofrecidos este martes por la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas (Aesae), en estos momentos ya están cerca de tener una cuota de mercado del 10% con más de 800 establecimientos. Un aumento de casi seis puntos en apenas dos años. Esto demuestra que cada vez hay más interés por invertir en un sector atractivo y que, por ahora, mantiene un buen margen.

Se trata de un “por ahora”, porque dentro de unos años las flotas de vehículos eléctricos renovarán la cara al sector. Pero falta tiempo para eso. Lo importante es centrarse en los problemas actuales -que pese al crecimiento del sector y los puntos de servicio nuevos-, son muchos.

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Durante la presentación de un estudio sectorial, el presidente de Aesae, Manuel Jiménez, se ha preguntado retóricamente cómo puede ser que un negocio donde los precios son altos, lo que permite competir en esa área; en el que hay coches y clientes de sobra; y donde en general muchos usuarios necesitan el servicios, haya una distribución tan desigual de las estaciones de servicios y ventas.

Y es que las cifras son muy elocuentes. Este modelo de negocio está arraigado de manera heterogénea en España, siendo Cataluña la Comunidad con más presencia, con un total de 255 estaciones de servicio, seguida por Valencia (173), Andalucía (129) y Madrid (82). Sin embargo, en el Norte de España (Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco) la presencia es casi testimonial.

LAS TRAMPAS A LA GASOLINA BARATA

Una característica de las estaciones de servicio automáticas, debido a la ausencia de personal, es que disponen de gasolina barata con respecto a las operadoras tradicionales. Y eso es un problema.

De ahí que la mejor manera para competir, de manera indirecta, sea esperar a que los responsables de la administración pongan las trabas necesarias. Entre algunas de las medidas más surrealistas para empantanar los procesos de creación de este tipo de gasolineras está el límite de repostaje en estas instalaciones a 70 litros o 3 minutos de permanencia que fue impulsada por el Gobierno a través del Real Decreto 706/2017. Esto hace que en la práctica camiones, furgonetas y otros turismos grandes como todoterrenos no puedan llenar sus depósitos en estas gasolineras sin personal.

Por otro lado, en lo que respecta a las limitaciones por la velocidad del viento, el frente está por el momento en el País Vasco, sobre todo -aunque el norte en general-, que es la comunidad que más problemas pone a estas estaciones para abrir si el viento sopla a más de 18 kilómetros por hora. El argumento es garantizar que los extintores automáticos que hay colocados en la estación puedan funcionar en condiciones óptimas en caso de incendio.

¿FUTURO ELÉCTRICO?

Otro de los puntos tratados durante la presentación del estudio ha sido el futuro de las estaciones de servicio en el contexto de los vehículos eléctricos. Y es que la gasolina barata tiene sus días contados. Años, mejor dicho. Así lo ha querido precisar el subdirector de Servicios Logísticos y Comercial de CLH, Gorka Penalva, que lógicamente, y como parte interesada, augura todavía un largo recorrido a los combustibles tradicionales.

A esto ayuda a las dudas generadas en estos momentos sobre la tipología de motores de combustión que tendrán más ventajas en el corto-medio plazo. También se debe añadir que el coste de los coches eléctricos todavía es demasiado caro para que exista una masificación.

Por lo tanto, ¿puede ser rentable para una estación de servicio automática entrar en el negocio eléctrico? Por ahora no mucho. Primero por lo anteriormente mencionado: el parque móvil de vehículos eléctricos es pequeño. Y segundo, porque el coste asociado a la instalación de puntos de recarga ahora mismo es elevado con respecto al retorno. ¿Quién quiere invertir para no saber cuándo podrá recuperar potencialmente dicha inversión?

En este aspecto las dudas son muchas. También se suma que, ahora mismo, incluso tienen que superar trabas para sumarse al negocio tradicional de la gasolina. ¿Quién dice que el trasvase a lo eléctrico no será igual de problemático? Esa ha sido una de las dudas que se ha generado entre los asociados de Aesae durante la presentación del estudio.

Si el negocio de la gasolina barata está generando tanta polémica, parece evidente que el suministro eléctrico también lo hará. Además, los intereses en contra se duplican. Por un lado hay que competir con los surtidores tradicionales; y a la vez las energéticas mirarán por querer sacar rentabilidad a sus instalaciones. La pelea contra el viento y el tiempo aumenta.

Raúl Masa
Raúl Masa
Ex Coordinador de redacción y redactor de empresas y economía; especializado en telecomunicaciones, tecnología y energía.