El pasado 2 de mayo el mundo celebró el 500 aniversario de la muerte de Leonardo Da Vinci, una de las figuras más reconocidas de la historia renacentista europea. Tras una vida de investigación y con un gusto innato por el poder, en 1516, a la edad de 64 años, cruzó los Alpes acompañado de su discípulo, Francesco Melzi. Pasó los últimos tres años de su vida bajo el techo de Francisco I, en el castillo de Clos-Lucé (Cloux), en Amboise (Francia).
Fue un genio prolífico versado en temáticas tan dispares como la ingeniería civil, la anatomía, la botánica, la arquitectura o el arte. Hasta su fallecimiento, el de 2 de mayo de 1519, siguió trabajando sin interrupción en sus apuntes, su arte y en sus inventos. Su última obra fue un dibujo de cuatro triángulos rectángulos que dejó inconcluso. La razón de la interrupción, como él mismo dejó anotado, fue muy simple: “Porque la sopa se enfría”. Aquellas fueron sus últimas palabras por escrito. Y sin más, a los 67 años, se apagó su luz, dejando atrás toda una vida de ciencia. Hoy en día sigue siendo una personalidad conocida y reconocida dentro de la sociedad contemporánea. Sin embargo, aún quedan misterios que desentrañar para conocer bien la magnitud de su talento y su pícara personalidad.
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4Organizador de eventos y fiestas ostentosas sin fin

Todo el mundo sabe que Leonardo era un gran estudioso. Pero no todo eran libros e inventos que parecían imposibles. Da Vinci también destacó por ser un gran organizador de fiestas con espectáculos que sorprendían a sus benefactores. Amante de las compañías con poder, el maestro acabó por convertirse en maestro de ceremonias, primero en Milán, en la corte de Ludovico Sforza, y más tarde en Francia, con el rey Francisco I.
Su humor y su ingenio han dejado muchas anécdotas en la historia. Una de las más sonadas, fue la boda que en 1490 organizó para el duque Gian Galeazzo. En aquella ocasión, convirtió el patio del palacio de Sforza en una selva, y vistió a los sirvientes de bestias salvajes. Incluso hizo volar a algunos de ellos. Vestidos de aves y procurando evitar el mareo, Da Vinci les dio alas usando como herramienta hilo invisible.
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