La compañía Siemens Gamesa no pasa por su mejor momento. Ni en su negocio, el de la construcción y mantenimiento de aerogeneradores, ni tampoco en Bolsa, en el que parece haberse convertido en el ‘chicharro’ del selectivo español. Al fin y al cabo, la segunda coyuntura no es más que una proyección de la primera.
La cifra de ventas de Siemens Gamesa se ha reducido un 12,3% en los nueve primeros meses de 2017
Los problemas, aunque vienen de atrás, se han hecho más grandes en los últimos meses, dejando su acción desamparada frente el fuerte oleaje del mercado español. La firma presidida por Ignacio Martín ha acumulado una serie de hitos en las últimas semanas, que la ha puesto en el disparadero de muchos gigantes de la inversión.
Así, a bote pronto, salen: entre las peores del Ibex35 durante 2017 (una caída del 38% de su cotización), obligada a comunicar un profit warning en octubre, anunció un ERE de hasta 6.000 empleos en 24 países, sus principales mercados están en caída libre, además de presentar muy malos números en el último trimestre y por último, todo ha desembocado en recomendaciones negativas por parte de gigantes como Goldman Sachs, Barclays o JP Morgan.
|
Los problemas se acumulan para Martín, aunque en realidad todos ellos se pueden dividir en uno principal y el resto, que caen por su propio peso como fichas de dominó. Esa primera dificultad es la evolución de su negocio. La cifra de ventas de Siemens Gamesa se ha reducido un 12,3% en los nueve primeros meses de 2017, frente al mismo periodo de 2016. Además, la cartera de pedidos en su principal línea de negocio, la construcción de aerogeneradores, se ha desplomado un 8%. Aunque, la de mantenimiento ha crecido un 6%, los ingresos no compensan la caída del otro pilar. Lo cual es lógico puesto que la construcción ofrece unos mayores márgenes en las cuentas.
La situación parece todavía más grave cuando se analiza la prueba del algodón de cualquier negocio, la evolución de los flujos de efectivo de operaciones. Una empresa que desarrolla su actividad generando valor para sus accionistas siempre tendrá unos ingresos positivos, en Siemens Gamesa en el último trimestre de 2016 ascendía a 600 millones. En los dos siguientes trimestres –correspondientes ya a 2017- la cifra se ha vuelto negativa sumando entre ambos -817 millones. Además, se une a que el dinero invertido en desarrollar el negocio, el flujo de efectivo en operaciones, se ha disparado hasta los casi 200 millones de euros, frente a los 55 de media de 2016. Todo ello, aderezado por una guerra de precios que ha limado los márgenes en construcción hasta su nivel más bajo en años.
Negocio sometido a fuertes oscilaciones
El principal problema que va a tener siempre Siemens Gamesa es que su negocio está muy supeditado a decisiones políticas y estas no siempre siguen una lógica coherente. Su actividad no tiene tanta relación con la demanda normal de energía de los consumidores, que suele mostrarse estable, sino que depende de la demanda de ampliación o reducción de la potencia instalada. Con dicha premisa, es lógico y normal que la firma tenga años con un fuerte crecimiento con otros periodos, más cortos, de contracción.
El ejemplo más claro de todo lo anterior lo tenemos en distintas regiones geográficas dónde Siemens Gamesa ha crecido mucho en años anteriores, pero que ahora limita su potencial y reduce sus ventas. Por un lado, el caso de España en el que años atrás, en el boom de las energías renovables, se construyeron centenares de hectáreas de parques eólicos. Ahora en la actualidad, por un tema de sobrecapacidad de instalación –impulsada por decisiones políticas- el negocio más habitual es el de mantenimiento.
La India supone ahora un freno para Siemens Gamesa, mientras que tiempo atrás fue un motor, al igual que ha ocurrido en España. Se puede alegar que la India sigue instalando aerogeneradores, y es cierto, pero si se reduce la velocidad de instalación es obvio que los ingresos caen, van año contra año. Ésta contracción en el país asiático está detrás de la primera gran caída bursátil de Siemens Gamesa a finales de verano.
El último ejemplo de la complejidad del negocio de la constructora energética y cómo el entorno también lo moldea es Alemania. Este martes, las negociaciones entre el partido conservador liderado por Angela Merkel y Los Verdes para la formación de Gobierno se han roto. Lo que parece un dato sin más, no lo es tanto. La idea de que Los Verdes formaran parte del Gobierno potenciaba la posibilidad de que un gigantesco mercado como el alemán, no solo contase con mayores inversiones en renovable sino que además introdujera una legislación más benevolente. La respuesta del mercado ha sido tan clara como contundente y la acción de Siemens Gamesa se ha desplomado la un 3,36%.
Se trata de tres ejemplos, de cómo las decisiones políticas erróneas en el pasado, el caso de España. Las del presente, como en La India, y las que se puedan tomar en un futuro, caso alemán, influyen decisivamente en el devenir bursátil, que mide la evolución en ventas y beneficios futuros, de la cotización de Siemens Gamesa.
Siemens Gamesa, ¿el nuevo chicharro del selectivo?
Quizás para muchos analistas las firma alemán-española no se asemeja a lo que la teoría denomina un ‘chicharro’, pero no debe perdérsela de vista. Este tipo de valores, los denominados chicharros, se caracterizan por alzas apresuradas que rápido se corrigen. Suben y bajan de manera agresiva. En el caso de Siemens Gamesa en los últimos meses es más fácil encontrarla entre los tres valores que más suben o bajan del día, que en posiciones intermedias más tranquilas.
Si se analiza el último mes, un total de 20 sesiones efectivas se obtienen datos muy interesantes. Por ejemplo, hasta en once ocasiones ha variado su valor, al alza o a la baja, más de un 2,5%. Para un valor del Ibex es una cifra alta. Además, hasta en seis ocasiones (casi uno de cada tres días) su cambio de cotización ha superado el 4%, con dos picos por encima del 6%, uno al alza y otro a la baja. Incluso, en las últimas diez sesiones siempre se ha movido con cambios por encima del 1%.
La evolución en las últimas sesiones denota que el valor tiene una mayor volatilidad que cualquier otro del Ibex. Pero la volatilidad no es el único elemento que denota a un chicharro en bolsa. Además, suele cumplir otra serie de requisitos, de ellos, Gamesa podría también cumplir que no tiene una capitalización excesivamente alta, frente a otros grandes valores del selectivo. Quizás podría cumplir que cotiza a precios bajos, está en mínimos no vistos en dos años –aunque sus 9,5 euros son todavía un precio muy alto- y está en una espiral bajista –se ha desplomado casi un 11% en el último mes-. El último punto es el más difícil de cumplir, normalmente los chicharros tienen muy poco volumen de negociación, que hace que no sea fácil salir del valor cuando el precio se despeña, pero en el caso de Gamesa su negociación por volumen está muy por encima de otros valores de capitalización pareja.
En definitiva, la firma dirigida por Ignacio Martín está aquejada en este 2017 de graves problemas de generación de caja debido en especial a la caída de su negocio. El problema es que no se espera que en 2018 las inversiones vayan a crecer, aunque la apuesta por las renovables a largo plazo siempre es atractiva. Los próximos años la empresa está obligada a realizar ajustes, además del ERE anunciado, para cuadrar cuentas hasta que el ciclo económico-político le vuelva a sonreír. Lo mismo que ya hizo en 2012. Hasta entonces, cuidado con la montaña rusa que es su cotización en bolsa.