Nos hemos acostumbrado a leer noticias en los medios de comunicación -casi diarias- en las que se informa sobre nuevos avances en los distintos campos de la medicina. Y es que, desde hace apenas algo más de un siglo -con el descubrimiento de la penicilina- se han producido los mayores logros en el bienestar de las personas.
Tristemente, esta realidad choca con la situación anterior, con miles de años en los que el ser humano tuvo que vivir con un desconocimiento más que generalizado en este campo que llevó a los médicos a cometer algunas de las aberraciones y barbaridades más sonadas de la historia.
También cabe destacar que a pesar de los logros de los últimos años, durante el siglo XX también se han producido alguna de las prácticas más sorprendentes, ya que se juntaban los descubrimientos reales con otros menos ciertos y con las verdades a medias.Un claro ejemplo es la intervención psicoquirúrjica de la lobotomía cerebral en pacientes con patologías mentales.
6Las muelas las sacaba el barbero

A nadie se le ocurriría hoy en día sacarse una muela en una peluquería, pero hubo un tiempo en el que la práctica era habitual. Desde la Edad Media existía la figura del barbero sangrador, un singular gremio que lo mismo recortaba el cabello y cuidaba la barba de sus clientes como les realizaba sencillas operaciones bucales, aunque sus servicios iban más allá.
En su labor, enfrentada con la de los cirujanos con estudios, ejercían cortes en el craneo para frenar las migrañas y los dolores de cabeza, ya que la creencia popular admitía que era un método eficaz para relajar la presión craneal. Los documentos históricos cuentan como los representantes de esta variante profesional ejercían auténticas sangrías en sus pacientes. La trenapación y las sangrías eran algunas de las prácticas más repetidas en estos locales.
Por otro lado, y como dato llamativo, los postes que dan vuelta y que se han convertido en todo un símbolo -hoy en día vintage– histórico de las barberías para caballeros nacen de esta tradición, donde el poste representa el soporte en el que algunos pacientes apoyaban sus brazos y el color rojo el de la sangre de sus venas. Mientras que el blanco es el color clásico de las vendas que se ataban antiguamente.