El programa económico de Sánchez para el PSOE: que los robots paguen impuestos y cobrar por trabajar menos

Pedro Sánchez está on-fire y va lanzado en su campaña para recuperar el liderazgo del Partido Socialista. En su programa Por una nueva socialdemocracia hace una apuesta por el fin del capitalismo actual. Algo que no será «repentino ni violento». Sin embargo, sí considera favorecer «un régimen democrático enriquecido con mayor participación y capacidad de debate ciudadano«. Por eso, entre otras cosas, aboga por un cambio de modelo productivo basado en la tecnología que permita acabar con «las escaseces» y siempre dentro de los límites ecológicos del Planeta con una sociedad igualitaria.

Dentro de esa tecnologización, el ex líder socialista apuesta por el emprendimiento y la innovación. Sin embargo, alerta de que la automatización de algunas tareas en favor de los robots va a terminar con miles de empleos ‘rutinizables’. Es por ello por lo que aboga por «gravar los beneficios que procedan del trabajo realizado por máquinas inteligentes que sustituyan al trabajo asalariado«. Consecuencia de ese avance de las máquinas es, para Sánchez, la necesidad de ir poco a poco a un modelo en el que trabajemos menos pero cobrando lo mismo. «Una demanda que debe ir cobrando protagonismo», sentencia.

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Pero la apuesta de Sánchez no queda ahí. A su juicio, es necesario abrazar la propuesta de una Renta Básica Universal que permita establecer unos ingresos mínimos procedentes del Estado, en función de las necesidades. Así que cree que podría ser necesario establecer un «impuesto negativo de la renta». De esta manera el documento asume que se podrían compensar «puestos de trabajo que difícilmente tendrán una valoración de mercado».

El programa del candidato socialista a las primarias apuesta también, en materia económica, por la «superación del PIB» como el indicador de desarrollo de la política económica. «No mide la distribución de la renta y de la riqueza, ni el acceso a servicios públicos de calidad, ni los efectos del modelo productivo en los ecosistemas, ni la calidad del empleo», reza el documento.

La cosa no queda aquí, porque Sánchez quiere mutualizar las deudas de los países de la Unión Europea, y reclama -la vieja idea- de crear una agencia europea de calficación crediticia al estilo de Standard&Poors o Moody’s. Y, por supuesto, deja entrever la necesidad de que el déficit público no sea de obligado cumplimiento. Considera que debe quedar sometido a los ciclos económicos, así que la idea es apostar por «política contra cíclicas y no pro cíclicas» como ha venido ocurriendo hasta ahora. Es decir, incrementar -todavía más- el gasto público para «disparar» el efecto de los famosos multiplicadores fiscales.

Por supuesto, la derogación de la reforma laboral del PP; el aumento del SMI y la «democratización» de las empresas forman parte de las ideas que Sánchez tiene para el futuro del Partido Socialista. Y ¡oh sorpresa! reordenar los impuestos para que sean más justos y equitativos. Todo muy cercano a las ideas de Podemos, al igual que ocurre en materia de vivienda, en donde quiere garantizar que «no se produzcan nuevas crisis». ¿Ideas? Muchas, entre ellas una Ley de segunda oportunidad y la creación de nuevos bancos de vivienda pública de alquiler. Su construcción o compra será sufragada por un Banco Público de nueva creación que permita -además- la concesión de créditos a la sociedad y las empresas.

Sánchez quiere acercarse a Podemos

Un modelo de PSOE muy cercano a las tesis de Podemos, que busca abrir la puerta a posibles pactos con la formación de Iglesias. Al mismo tiempo intenta recuperar a los jóvenes votantes que han huido camino de la formación morada. Así, por ejemplo, asegura que el movimiento surgido a partir del 15M y capitalizado por Podemos, es culpa del Neoliberalismo; sin embargo, no cree que tenga una propuesta «solvente, creíble y factible».

En cuanto a Cataluña aboga por un modelo de Estado federal. Recuerda que España es plurinacional, y sostiene que «la existencia de identidades nacionales diferentes no puede convertirse en un instrumento político de dominación y segregación de unos ciudadanos sobre otros».