Donald Trump ha comenzado con fuerza su legislatura. Una de las primeras decisiones que ha tomado parecía un tanto drástica: Eliminar el español de la página web de la Casa Blanca. Sin embargo, pese a la lucha del nuevo presidente de Estados Unidos contra la inmigración descontrolada e ilegal, y su empeño de construir un muro con México, lo cierto es que ha quedado claro que se trataba de una cuestión puramente temporal.
Y tiene sentido, si tenemos en cuenta que parte del territorio que hoy en día conforma las fronteras de esta nación fue descubierto, habitado y culturizado por españoles. Aquí van las ocho razones por las que Trump debería apostar por el español:
California
Los primeros pasos de la historia de California como territorio occidental no se entienden sin la ayuda de los españoles. Este territorio fue en sus primeros compases ocupado y habitado por distintas misiones de religiosos que fundaron ciudades tan importantes como Los Ángeles, San Francisco o San Diego.
Florida
El estado de Florida fue el primer estado del país norteamericano en ser ocupado por el vasto -en extensión- imperio español. El encargado de dar este primer paso fue el explorador y conquistador, Ponce de León, que llegó a esta zona del mundo en 1513.
En el estado de Florida, cuyo nombre ya da una idea acerca de sus primeros habitantes, se fundó en 1565 la ciudad de San Agustín por parte del Imperio español, lo que la convierte -por otro lado- en la urbe de origen europeo, habitada continuamente, más antigua en territorio estadounidense. Casi 100 años antes de que llegarán los británicos para fundar las 13 colonias.
Cruz de Borgoña
Los orígenes hispanos de parte del territorio estadounidense se puede ver reflejado en un símbolo: la cruz de Borgoña. Esta bandera, utilizada por el imperio español en otros tiempos como seña de identidad inspira todavía las señeras de muchos de los Estados americanos.
Otro claro ejemplo de la unión cultural que existe entre la historia de Estados Unidos y los devenires de España. Entre los ejemplos más claros se encuentran la bandera de Florida, y la de Alabama. Pero no queda aquí este asunto, el escudo del estado de Texas cuenta directamente -entre otros elementos- con la bandera rojigualda entre sus componentes.
Mientras tanto, Pensacola, en Florida muestra orgullosa el pendón de Castilla -entre otros-. Lo mismo ocurre con el escudo de Los Ángeles, mientras que Cupertino -la localidad de Apple- ensalza el yelmo de los conquistadores.
Desde el Siglo XVI
La presencia hispana en el actual territorio norteamericano duró más de 300 años a lo largo del tiempo, por lo que la impronta y el carácter se ha quedado marcado en el territorio. Incluso, aunque a Trump no le guste, el español es uno de los idiomas más antiguos de los que se habla en Estados Unidos.
Cabe recordar, por otro lado, que tras las guerras entre Estados Unidos y México, este último perdió parte de su territorio -que pasaron finalmente a formar parte del primero- y, por lo tanto, un gran número de hispanohablantes pasaron a formar parte de la ciudadanía norteamericana a mediados del siglo XIX.
En cualquier caso, y siguiendo con las efemérides históricas, el imperio español también ayudó a los colonos norteamericanos en la Guerra de la Independencia que finalmente terminó con el yugo de la metrópoli británica en la zona. De hecho, hubo un tiempo en el que Estados Unidos compartía fronteras con el imperio español.
Nombres en español
Llama la atención que Trump la tome así con un idioma que da nombre a muchas de sus ciudades, estados y pueblos. Y es que, como ya se ha citado con anterioridad, el estado de Florida -la florida en sus inicios- no puede ser más hispano. Esto mismo ocurre con Colorado a nivel estatal.
Una vez que se entra a valorar el nombre de algunas ciudades, no es difícil advertir que el apelativo de una de las urbes más influyentes de toda Norteamérica -con permiso de New York- cuenta con una denominación en castellano: Los Ángeles.
El asunto no se queda ahí, existen muchos más ejemplos como Santa Bárbara, San Diego, San Francisco, Las Vegas, Santa Ana, El Paso o Nevada. Incluso, se podría decir -como curiosidad- que existen más núcleos poblacionales denominados Madrid en este país que en España.
El segundo idioma más hablado
Lejos de los hechos históricos es ya una realidad que el español se ha convertido en la segunda lengua más hablada de todo el territorio norteamericano -solo por detrás del inglés- y, solo por ello, debería mantener una posición institucional más acorde a su estado real en las calles.
Es cierto, en cualquier caso, que en este punto es en el que radica la problemática que ha terminado por llevar a Trump a tomar esta decisión. Y es que, el incremento en la afluencia de inmigrantes de países del sur de América en Estados Unidos -sobre todo de procedencia hispana- es considerado como uno de los mayores conflictos a los que se enfrenta esta nación.
El símbolo del dólar
El símbolo del dólar -que une en una S mayúscula con dos barras que la atraviesan- basa su diseño en las líneas inspiradoras formadas por las dos columnas de Hércules –proveniente del escudo de armas de Fernando el Católico– del Plus Ultra, que en castellano viene a traducirse como más allá.
En cualquier caso, cabe recordar que anterior al nacimiento de esta divisa, triunfaba en territorio estadounidense el Real de a ocho, o dólar español, que se utilizó como moneda para transacciones internacionales en todo el mundo.
Ante la importancia de la misma, el dólar moderno creado por esta moderna nación se inspiró en las líneas de su antecesora hispana -de la que tuvieron que finalmente prohibir su uso-.
Patrimonio cultural español
El extenso patrimonio español que queda en Estados Unidos es de suma importancia. Entre el mismo se encuentran fortificaciones o misiones religiosas que dan cuenta del paso de nuestros antepasados por estas tierras.
El caso más llamativo surge con las misiones de Concepción, San José, San Juan, Espada y San Antonio de Valero en el Álamo; declaradas patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Otro monumento importante es el fuerte de San Agustín en el estado de Florida, en el que ondea una Cruz de Borgoña -o de San Andrés en lo más alto de su mástil-.
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