La vida oculta de un minero de monedas virtuales

Picando en busca de la veta. Así trabajan los nuevos mineros del siglo XXI, los que minan el nuevo “oro” cibernético: las monedas virtuales o encriptadas. Han surgido por doquier con el auge de estos valores digitales, sobre todo del bitcoin, debido al extraordinario precio que llegó a alcanzar al final del pasado año.

Ser minero ya no se refiere a adentrarse en las entrañas de una montaña con un pico. Ahora se trata de entrar en el entramado del blockchain (cadena de bloques), la tecnología que permite la existencia de las diferentes criptomonedas y el registro de las operaciones y transacciones que se realizan con las mismas en la red. El dinero encriptado se crea en un número máximo y, al igual que el oro en una mina, hay que “descubrirlo” en la red trabajando con equipos informáticos que lo gestionen.

La “veta” es un bloque de la cadena que necesita que muchos ordenadores hagan los cálculos pertinentes para confirmar y dar fe de que una transición con encriptadas está bien hecha. Es decir, los mineros son como los notarios, pero no basta con la firma de uno. Se “da fe” con el trabajo de una “mancomunidad” de notarios.

Esta nueva fiebre del oro informático comienza a generar fascinación entre jóvenes y adolescentes, al igual que otras profesiones surgidas a la sombra de internet. Ante la pregunta que qué quieres ser de mayor, la respuesta es influencer, youtuber o minero de monedas  virtuales. Aunque ya no es oro todo lo que reluce.

Las monedas virtuales surgen de la computación distribuida

La minería no se estudia en ninguna universidad, porque cualquiera puede hacerlo desde su ordenador personal tras seguir las instrucciones que proporcionan desde la red las páginas especializadas, como es el caso de soyminero.es (la más representativa en el mundo hispano). Así nos lo asegura Alberto, que mina semi profesionalmente varias criptomonedas en casa y en el trabajo, una empresa de alta tecnología, por lo que quiere mantenerse en el anonimato.

Es un mundo que el resto de la sociedad no comprende, en el que se gana dinero y en el que falta regulación

Según Alberto, cuesta que los mineros hablen de su actividad “porque todavía es un mundo que el resto de la sociedad no comprende, en el que se gana dinero y en el que falta regulación. Quienes estamos queremos mantener un perfil bajo, sin llamar la atención”.

La minería surge de la necesidad de contar con una computación distribuida para mantener el sistema de las criptomonedas. La encriptación y confirmación de las transacciones requiere cálculos complejos, que exceden las capacidades de una máquina. Cada una de las máquinas que se incorporan al sistema para realizar operaciones (llamadas hashes) confirman las mismas.

“Esto se basa en el algoritmo de los generales bizantinos. Querían conquistar una ciudad entre ocho y solo lo conseguirían unidos, pero no se fiaban entre ellos. Si alguien fallaba, perdían todos. Esa historia es la que se intenta aplicar en la manera de gestionar las encriptadas”. Son palabras de Juan F. Herrera, que dirige una startup tecnológica, y que ha aprovechado su ordenador de casa y el de su hijo adolescente para minear Ethereum.

¿Qué es un minero?

Juan lo explica para como para Dummies usando el símil notarial:Un minero es lo más parecido a un notario en la vida no virtual, pero que forma parte de una gran red de notarios. Es como si fuera una economía de trueque. Muchas personas necesitan que esas transacciones queden registradas y evitar fraudes o intercambios incorrectos. Es más seguro que te lo firmen 20 notarios que solo uno. Puede haber uno corrupto o con un interés particular”.

No existe un organismo que controle las transacciones con monedas que no tienen un soporte tangible, sino un gran código formado por letras y números. Y no están en ningún lugar físico depositadas, están en la red. Por eso se precisa la firma de todos para hacer cálculos, verificar y certificar compras, ventas, cambios…

Entonces, ¿qué hace un minero? Lo dicho: cálculos. Estos miles de ordenadores-notarios compiten por descubrir y realizar estas operaciones de cifrado resolviendo complicados problemas matemáticos. Están constantemente encendidos a disposición de la red para “dar fe” y por hacerlo reciben una pequeña parte de la moneda que estén minando.

“El cifrado de una transacción viene a ser como la firma bancaria. Contiene los datos del origen, destino, importe, fecha y unos pocos datos más; lo que viene a ser una factura con unos datos unívocos. Una clave”, sintetiza Herrera. Se guarda cifrada mediante un algoritmo que se llama hash. Varios notarios confirman y escriben las transacciones  en una lista que se llama bloque. Bloque a bloque se hace la cadena: blockchain.

No hay que estar físicamente pegado a la pantalla, no sudas la gota gorda. Una vez tienes los componentes y está todo instalado, el ordenador trabaja solo. “Los mineros no son exactamente las personas”, aclara Herrera, “son cada una de las máquinas que están conectadas al sistema recibiendo los datos y realizando las operaciones. Yo tengo trabajando dos mineros en casa”.

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Minero de Ethereum en ejecución

Lo que necesitas para ser minero

Parece fácil. A pequeña escala para ser minero necesitas conocimientos previos informáticos o bien mucha curiosidad o mente abierta, algo de tiempo al principio para informarte, entenderlo y seguir las instrucciones. «Hay guías tanto para montar el hardware como para instalar el software que se necesita», asegura Alberto.

Porque la otra opción es utilizar herramientas que te lo dan todo hecho. “Te montan el minero, las estadísticas, el acceso remoto, te hacen análisis gráficos y todo gratis hasta que montas el tercer minero (dispositivo) que ya debes pagar tres dólares al mes por cada uno”, asegura Alberto. ¿Compensa? “Sí, pero a cambio estás dando un acceso brutal a tus ordenadores. Toda tu comunicación pasa por sus servidores y estos tienen las puertas abiertas”, matiza.

También necesitas una buena conexión a internet que no falle y dinero. Hay que pagar el aumento de consumo eléctrico y la inversión inicial en un ordenador con su correspondiente procesador (CPU: Grafical Procesor Unit) mejor tipo RISC, que hace las cosas a más velocidad, con más fiabilidad y que cuesta entre 30 y 150 euros. “Sin embargo”, cuenta Alberto, “lo lógico es hacerse con al menos una buena tarjeta gráfica (GPU) o varias para formar un RIGS (agrupación GPUs)”.

Cuando empezaron las criptomonedas los cálculos se podían hacer con una CPU, pero alguien se dio cuenta de la capacidad de las tarjetas gráficas para las operaciones matemáticas necesarias. Es un procesador diseñado para cálculos, renderizar imagen en tiempo real, crear polígonos… Se desarrolló un software para utilizarlas. Si el RISC nos daba un rendimiento de 200 megahasheres, la GPU 20 kilohashseres. “Una tarjeta gráfica sirve para jugar, diseñar y para minar a saco. Antes costaban 300 euros; ahora están entre 500 y 600 euros y es difícil encontrar tarjetas gráficas en las tiendas. Su precio está disparadísimo”, continúa relatando Alberto.

Todo el mundo las compra para minar y se han encarecido por la ley de la oferta y la demanda. Así han fastidiado a quien quería las tarjetas gráficas para jugar. Se han vendido millones en pocos meses. Juan reservó las suyas en julio de 2017 por 258 euros: “No me llegaron hasta octubre; habían subido unos 150 euros. Desde que ha bajado la cotización de todas las encriptadas, ha bajado un poco su precio. No obstante, podría ahora vender las mías y aún sacaba dinero”. Si te metes en Wallapop, un RIG (grupo de varias GPUs), según sea su número, se vende desde los 200 euros hasta los 6.000 euros o más.

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Tarjeta gráfica que compró Juan y evolución de sus precios

“Pero te renta”, asegura Alberto, “porque lo que te hace una tarjeta gráfica por unos cientos de euros compensa respecto a resultados con otros elementos más caros como los ASIC (Aplication Specific Integral Chip)”.  Son un chip específico creado para minar a gran escala una criptomoneda concreta (El S9 es de bitcoin; el L3 bitecoin) y no se necesita ni sistema operativo ni nada. Lo inventó en China en 2013 la empresa Bitmain. “Con un ASIC vuelas. Son máquinas que hacen una cantidad de hashes brutales. Cuestan de 2.500 euros para arriba, pero lo tienes que pagar en bitcoins, te tienes que poner en una lista de espera”, manifiesta Alberto.

Con los ASIC se da la paradoja de que todos los mineros son de la misma empresa, controlan la red y pierden la credibilidad como si fueran varios notarios que pertenecen al mismo despacho. Ahora es difícil ponerse a minar bitcoin, porque se necesita un ASIC y hacerlo donde la electricidad sea muy barata.

Es imprescindible tener una buena conexión a Internet, porque tus paquetes deben llegar muy rápido (latencia). Si falla, gastas electricidad pero no están minando. El ordenador se queda pidiendo el siguiente bloque como en un rulo. Sin embargo, consume muy pocos datos o ancho de banda. Consume más un vídeo de YouTube que minear una semana.

Tanto Alberto como Juan han instalado en su móvil una App (como Gdax y Coinbites) de su mina para mantenerse alerta de posibles desconexiones, e informado de las ganancias y de cómo van las valoraciones de las diferentes monedas. “Es de lo que hay que preocuparse a diario, de no parar el proceso porque se apague el ordenador, se vaya la luz o te quedes sin internet. Por lo demás, no hay que hacer nada. Mirar las páginas de datos para ver cómo vas”, aclara Juan.

Consumo de electricidad que se dispara

Para minar el ordenador debe estar encendido constantemente, todos los días y a todas horas. Se calienta, tiene que mover más los ventiladores y consume más energía. La refrigeración es fundamental e incluso crítica. Sin ella las tarjetas se mueren, porque soportan temperaturas entre 60 y 70 grados. “Con las GPUs fresquitas, se hace un mayor número de operaciones (hashes). Hay que jugar con esos parámetros; a mayor temperatura, menor uso de ventilador y menor consumo, pero el calor afecta a los chips y me pueden salir los cálculos incorrectos”, indica Alberto.

La minería da bastante calor y se nota. En invierno sustituye fácilmente a la calefacción. Al poner los ventiladores de la GPU, aumenta el ruido hasta ser más que molesto. Para amortiguarlo, si tienes un RIGS, que normalmente se montan sobre una estructura de pvc, aluminio o madera, se puede cerrar con madera cubierta de fibra de vidrio.

Herrera ya lo tiene claro: “En verano voy a dejar de minar porque aquí con el calor se me van a estropear los equipos y no va a haber quien aguante la temperatura. Hay que tener habilitado un cuartito refrigerado para continuar con la actividad de manera constante”.

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Gráfica cálculo de rentabilidad y gasto eléctrico de Juan

Por su experiencia, nuestros mineros sostienen que si quieres participar en la red en serio tienes que hacer una inversión previa. Por eso se necesita una tarjeta gráfica y el consumo eléctrico se eleva, pero lo hace de una manera artificial; no haría falta tanto proceso matemático. “El algoritmo en sí es muy fácil, lo hacen complicado aposta y envían cálculos basura para que no todo el mundo pueda minar. Si te cuesta dinero inicialmente garantizan tu compromiso y evitan grandes intereses que distorsionen la red”, señala Juan.

Tipos de mineros explicados con “Pacos”

Alberto insiste en que cualquiera puede minar “a poco que se informe en internet”. Juan en cambio cree que hay que saber algo de informática para comprender la mecánica. Ambos coinciden en que hay diferentes niveles de personas que se dedican a minar, dependiendo de los conocimientos y la inversión. Alberto nos los explica utilizando un nombre común: Francisco.

Minero casual: Paquito. Con los recursos que tiene, que utiliza para navegar por internet y sin ningún conocimiento, Paquito se mete en una página web guía, como la ya nombrada Soyminero. Hay muchas más: Cryptominingfarm, Hashflare, Genesis Mining, Hashing24, Eobot. Se baja un pequeño programa, según la moneda con la que quiera trabajar, lo instala en el ordenador y a minar. Todas las minas deben generar comunidad (tener más notarios), por eso ponen tutoriales que explican paso por paso el proceso. Te dicen bájate este programa, pon esta configuración y tira. Y empiezas a conseguir monedas.

Según Alberto, el minero tipo Paquito “se gasta unos 600 euros. Se lo monta con su procesador de casa, o con una GPU que también utiliza para jugar. Cuando se va a dormir por la noche, lo deja ahí minando y hace sus 20 kilohashes/segundo. Cada vez que sale una línea con una leyenda en verde en la pantalla ha completado una operación y ha ganado unos ‘céntimos’ de la moneda que está minando”.

Minero con una pequeña inversión: Paco. “Este ya tiene más conocimientos informáticos”, continúa Alberto. “Ha comprado un montoncito de tarjetas gráficas, les toca los parámetros bajándolas el voltaje, sube las consignas de temperatura, hace over clock a la memoria (la fuerza), monta su propia máquina, configura el sistema operativo muy bien y pasa muchas noches sin dormir”. Un Paco se gasta unos 6.000 euros en montar sus mineros, sin contar costes ocultos como el tiempo de investigar, desarrollar y saber hacer.

Para Alberto, hay varios niveles de Pacos. El Paco normal es avispado y se lo ha montado en su casa con RIGs, que le sustituyen la calefacción (los ordenadores minando generan mucho calor). Pero las condiciones no son óptimas, porque las tarjetas en casa sufren (mascotas, pelos, polvo, temperatura muy alta…). Paco hace unos 250 o 500 kilohashes/s, dependiendo de cuántas tarjetas tenga funcionando.

Hay otro tipo de Paco más profesional: el que lo mete en un centro de datos o una nave y organiza varios dispositivos minando a la vez. “Yo soy un Paco normal tirando a profesional”, relata Alberto, “porque tengo cuatro equipos trabajando aquí (en la empresa) y otro en casa. De vez en cuando me conecto al móvil y voy viendo la evolución a través de la correspondiente aplicación”.

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Uno de los 5 Risc de Alberto en su empresa

Minero profesional: Francisco. Es una persona que tiene dinero para invertir y empieza en 18.000 euros aproximadamente. Puede utilizar una cantidad importante de RIGs. “Se hace con bancadas metálicas, con placas madres, fuentes de alimentación, discos, disipadores, procesadores y tarjetas gráficas a cascoporro. Pero seguramente se haya comprado ya un ASIC. Y si es ya importante su actividad, puede llegar a tener su propia mina, y generar su propia red de mineros”, enumera Alberto.

Minero listillo: Frankie. Según este experto en TI, este es un hacker: “Tiene un centro de comando y control, ha ideado una pequeña aplicación o un virus, utiliza un minero (dispositivo) para crear una red de zombies que están ejecutando un programa. Es decir, que trabaja para él ejecutando “hashes a paletadas” un montón de gente que no lo sabe, utilizando sus equipos”. ¿Cómo? Mediante ese tipo de malware que se te instala en el ordenador contra tu voluntad cuando de bajas o ves online películas o series piratas; utiliza tu equipo sin que te enteres para que mine”. Inquietante. Da que pensar.

Por esa razón cuando alguien se inicia en este mundillo e intenta instalar un programa desde Gitthub.com o Claymore (desarrolladores de software para minería) su antivirus lo suele rechazar. “Es por culpa de los Frankies de turno. También hay páginas web que al navegar por ellas te piden ayuda. Tienen instalado un sistema mediante el que puede utilizar tu procesador para minar. Son mineros en Java y se utilizan también con fines legítimos (una ONG que te pide a través de su web colaborar y ayudas minando)”, dice Alberto.

Minero empresario: don Francisco. Ha montado una empresa en una gran nave, una gran mina, tiene una copia del blockchain de distintas monedas, y hace red con el resto de mineros. Sus ganancias son enormes y en realidad lo que buscan son inversionistas.

Ganancias bloque a bloque, a pico y pala

Los mineros ganan muy poquitas monedas, por eso, los más pequeños (Paquitos y Pacos) se agrupan en un pool para distribuir la carga de trabajo y poder realmente hacerse con más ganancias. Si minas solo todo depende de que la suerte te sonría y encuentres un bloque, lo completes y lo añadas a un blockchain.

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Panel de control del pool de Ethereum al que pertenece Juan

¿El pool entonces es mina o minero? Las dos cosas según la visión. “El pool es a lo que yo ya llamo “la mina”. Alguien que hace una inversión, contrata una serie de máquinas, las pone por distintas partes del mundo, se ocupa de las comunicaciones, de la seguridad, del alojamiento, de la disponibilidad… tienen una copia del blokchain y ayudan a mantenerlo vivo creando comunidad”, explica Alberto.

Juan mina Ethereum en un pool de 132.000 mineros: “Alguno está ganando millones de dólares al mes; tendrá miles de tarjetas. Esos ya son empresas. Ethereum en abril tenía 314 mineros distintos, pero en realidad son millones de máquinas. Cada pool es un minero, que tiene muchos ordenadores, muchos notarios”.

Las ganancias dependen de la velocidad de conexión que tengas con la mina. “Si el minero de más allá tiene mejor o más rápida conexión que yo se lleva un hash que tengamos ambos”, sostiene Juan. Y añade que, cuando se comienza a minar, “el pago que recibes justo compensa la inversión en equipo, energía y el resto de gastos. Poco a poco sí luego ya genera beneficio adicional”. Minando Ethereum con su actual capacidad gana unos 42 dólares al mes.

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Historial de transacciones en blockchain de un minero Ethereum

En su caso aún no ha recuperado la inversión de 600 euros. No ha llegado a ganar ni 300 euros desde octubre pasado. Alberto en cambio tiene más equipos, lleva minando desde hace algo más de un año, y con los ‘centimillos’ se ha comprado ya un piano y un violín. El último mes ha superado los 2.000 euros. “Yo no quiero problemas. Lo declaro al fisco y pago mi 20% de estas ganancias”, afirma.

Cobran en la encriptada que minan. Reciben una transacción (una gran cantidad de números y caracteres) que es su dirección, su cartera. La pueden guardar en su ordenador, gastarla en internet o convertir en dinero FIAT (dólares, euros…) mediante intermediarios  o casas de cambio como Cryptopay Gedax, Crytopia, Pdniex o MTgox o Coinbase. “Te registras entregando todos tus datos identificativos. En cuanto cambio el dinero, dejo de estar oculto. Pido cambiar Ethereum por euros y van a mi cuenta bancaria”, aclara Juan.

Para mantener las ganancias ocultas hay un truco: el pitufeo. Consiste en cambiar pequeñas cantidades cada vez para pasar inadvertidas al fisco. “Sólo se puede hacer hoy en día con el bitcoin, entre otras razones, porque es de curso legal en Japón. Con el resto, las conviertes a bitcoin y compras cosas en la red o sacas el dinero, por ejemplo, en alguno de los tres cajeros de esta criptomoneda que hay en Madrid. Este proceso sí es totalmente anónimo”, nos descubren ambos especialistas.

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Pantalla cartera ethereum en euros

El futuro de un ¿dinero fácil?

Alberto es un convencido de las monedas encriptadas y las posibilidades que ofrecen: “Lo que hacemos con este dinero es reactivar la economía”. Según él, tras la inversión inicial y las molestias “es dinero que te cae de la nada, y por eso, durante estos últimos años de la crisis, los que hemos estado metidos en esto hemos consumido”.

Entonces, ¿minar puede llegar a ser un trabajo? Sí, pero… “Ahora pocos están dispuestos a invertir sin seguridad jurídica. A modo individual no es un futuro ni una manera de ganarte la vida. Lo veo como un complemento de ingresos. Y si montas una gran mina (te convierte en un Don Francisco) necesitas ya compartir riesgos y no tienes ninguna garantía. Aquí se puede ganar o no ganar nada”, advierte Alberto.

Dependiendo de la moneda que vayas a minar debes comprar un hardware u otro. Juan se metió en Ethereum porque el código tiene espacio para incluir contratos inteligentes, que aportan mayor seguridad a la moneda: “Se reparte más y también te pagan si te han dado un bloque con información falsa, que sirve para confirmar la verdadera. Está pensada para particulares; es anti ASIC. Así no se hace con ella una gran empresa, que si quiebra te quedas sin nada. Es un algoritmo muy equitativo; en otras monedas solo el que es más rápido y resuelve el bloque, gana”.

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Como todos los mineros, Alberto y Juan también son inversores de encriptadas, claro. Alberto Empezó en el 2008 con bitcoin: “La última vez que yo vendí Ethereum estaba a 975 dólares, nada menos. Me dije: genial, ¡vamos a gastarlo!”. Juan, por su parte, ha invertido muy poco: “Mil euros, lo que me puedo permitir perder. Ahora voy perdiendo”.

Los mineros consultados hablan siempre del enorme componente matemático, de la criptografía, nichos dentro del mundo de la informática que no todo el mundo se acerca a entender. Matemáticas parece que será una de las carreras más demandada en el futuro si la tecnología blockchain se desarrolla más allá de las monedas. Según Juan estas ofrecen un futuro incierto: “Esto es como un Afinsa. Depende de la oferta y la demanda, y es totalmente artificial”.

De hecho, acaba de hacerse público un gran fraude Ponzi (piramidal) realizado por los propietarios de la compañía vietnamita Modern Tech, que ha desaparecido con 660 millones de dólares de sus clientes: celebridades que vendían sus contenidos a través de blockchain. Este es el aspecto que a los ajenos les produce rechazo de esta tecnología, ya de por sí difícil de entender de manera natural y los “valores” que mueve.