Los manteros se cuelan en la agenda política: ¿Son un problema?

Madrid, Barcelona o Valencia luchan por terminar con uno de los negocios ilegales más extendidos. Las principales capitales ven como sus calles se llenan de manteros que huyen sin pensarlo dos veces si algún policía está cerca. La lucha política por acabar con esta práctica no solo es consecuencia del deterioro de la imagen de ciudad, sino que también afecta a las marcas.

La Asociación para la Defensa de la Marca (Andema) reclama a los partidos políticos que se presentan a las elecciones municipales del próximo 26 de abril que desde sus ayuntamientos «lleven a cabo acciones proactivas y contundentes» para tratar de terminar con la venta de productos falsificados en las calles de las ciudades.

Esta organización, que representa a 71 empresas de diferentes sectores económicos, ha reclamado a las formaciones políticas que «sean conscientes de la lacra que supone la venta de falsificaciones en sus calles y de los grandes perjuicios que provoca esta actividad en el comercio local, en la economía, en el empleo y, por supuesto, en el bienestar del consumidor».

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En este sentido, asegura que la venta de falsificaciones provoca la pérdida de 40.121 puestos de trabajo cada año y, citando datos de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), las pérdidas anuales de las empresas españolas de sólo 13 sectores afectados por la competencia desleal de la venta de falsificaciones se elevan a 6.175 millones de euros.

UNA ACTIVIDAD ILEGAL CONTROLADA POR BANDAS ORGANIZADAS

El director general de Andema, José Antonio Moreno afirma en declaraciones recogidas por Europa Press que los nuevos equipos de gobierno municipal «deben abordar la venta ilegal de falsificaciones en el ‘top manta’ y mercadillos como lo que es: una actividad ilegal controlada por bandas organizadas, que instalan focos de economía sumergida en las principales calles de nuestras ciudades, ocupando ilegalmente el espacio público, que es de todos».

Medidas como multar a los compradores de estos puestos han sido algunas de las propuestas para intentar acabar con este oscuro negocio. El bajo precio de los productos, a pesar de que sean falsos, es la causa de la mayor parte de estas adquisiciones.

Así, critica que esta venta de artículos falsos compite «de forma desleal con los comercios legales», pues «no pagan impuestos e incluso pueden interferir en la seguridad de los transeúntes en un caso de emergencia».

MEDIDAS QUE PERJUDICAN A LOS COMERCIANTES

«La legislatura pasada fue un ejemplo de lo que no tienen que hacer ciertos ayuntamientos: dar la espalda a los comerciantes y a las marcas y ponerse del lado de los manteros, por una supuesta consideración social del problema», ha aseverado.

El director general de Anadema considera que «debe abordarse con medidas sociales, no permitiendo la comisión de infracciones administrativas y delitos». «Esta dejación de competencias de actuación policial desalienta al comercio y a las marcas, espanta inversiones y genera una imagen de ciudad y de país muy alejada de la que deberíamos dar a los turistas que nos visitan», ha afirmado.

La economía local y nacional se ve muy perjudicada por esta actividad callejera. En el caso madrileño, la alcaldesa declaró anteriormente que no se puede considerar un problema; por su parte, Valls promete «acabar con el top manta en 90 días si es alcalde».