La guerra comercial: camino del enquiste permanente

Aunque en los eventos más recientes en Europa el Brexit está de actualidad, la guerra comercial durante el verano ha sido el “driven” del mercado.

Tras la entrada en vigor el pasado 1 de Septiembre de los aranceles a los productos procedentes de China en Estados Unidos, el presidente de China contraataca con nuevas amenazas de aranceles sobre productos estadounidenses.

Esto supone no sólo incrementar las tensiones entre las dos potencias, sino que Donald Trump internamente, se enfrenta a unas nuevas elecciones en 2020 y con tono amenazante, ha urgido a Pekín a no alargar las negociaciones para negociar con otro gobierno, ya que si  vuelve a ser reelegido será “mucho más duro” en futuros acercamientos.

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Hay que recordar que desde Pekín han confirmado que las tensiones no desaparecerán hasta que no se cumplan el presidente de los Estados Unidos no aceptes el marco de actuación para encarar las negociaciones con más esperanzas de acuerdo. El más importante aparte de que Estados Unidos retire los aranceles aplicados recientemente, que China sólo acudirá al mercado exterior para cubrir su demanda interna y no para satisfacer las necesidades de la balanza comercial de Estados Unidos.

Pero lo que está sobre la mesa son los puntos en los que no parece que se pongan de acuerdo, ni se pondrán. Las sospechas de Estados Unidos de que China lleva años robando propiedad intelectual a las empresas americanas, algo que niegan rotundamente desde Pekín, que China deje de intervenir el mercado favoreciendo económicamente a las empresas locales para que tengan ventaja competitiva (mediante préstamos baratos a sectores de alto valor añadido) y la intención de Estados Unidos de que China tenga una estructura industrial al de Occidente, algo que no está en los planes del gigante asiático.

Ambas partes se tiran piedras para luego decir que quieren acercar posturas, pero ninguno hace nada al respecto y precisamente esto, juega en contra de Donald Trump, al que se le acaba el tiempo, mientras que Xi Jinping con un puesto vitalicio tiene todo el tiempo del mundo. 

Darío García, analista de XTB