El tabaco se apaga en España

Cuando se cumplen siete años sin tabaco en bares y espacios públicos cerrados en España, la industria tabaquera se enfrenta a otra revolución, quizá la mayor de su historia: el adiós al cigarrillo con humo. Las últimas caladas del pitillo tradicional.

Sorprende la innovación que se está implementando en algo tan antiguo como el tabaco. Si el siglo XX fue el de los cigarrillos, el XXI promete ser el de los productos de nueva generación. Primero fueron los cigarrillos electrónicos o vapeadores y, ahora, el «tabaco sin combustión”. Un cambio sin precedentes para una industria tradicionalmente inmovilista.

El antaño todopoderoso sector del tabaco vive horas bajas. Está en plena transformación y las tabaqueras lo están sintiendo en sus cuentas. Caídas de ventas, campañas antitabaco, subidas de impuestos, contrabando, guerras de precios… Un suma y sigue que exige buscar nuevas vías de ingresos.

“No hay vuelta atrás. El futuro del tabaco está en la tecnología», sentenciaba Mario Masseroli, director general de Philip Morris para Iberia. La ambición declarada del fabricante de Marlboro, Chesterfield o L&M no deja indiferente: “Nuestro objetivo es un mundo sin humo ni cenizas”.

La multinacional estadounidense ha sido la primera en lanzar un dispositivo electrónico de tabaco sin combustión, el llamado IQOS, en el que ha invertido 2.600 millones de euros en investigación y otros 1.100 millones en poner en marcha fábricas en Italia, Grecia y Alemania.

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Mario Masseroli, Director General de Philip Morris en España

El IQOS calienta el tabaco a unos 300 grados sin llegar a quemarlo, evitando la combustión y la producción de humo y ceniza. Philip Morris está convencida de que, con el paso de los años, acabará apagando al cigarrillo tradicional. Su previsión es que en 2025 el tabaco sin combustión concentre el 30% de sus ingresos.

Mientras el mercado de cigarrillos electrónicos se concentra en EEUU, Reino Unido, Francia e Italia, el IQOS dio sus primeros pasos en Japón -donde ya se fuma más tabaco sin combustión que tradicional- e Italia en 2014. El dispositivo llegó a España en noviembre de 2016 y, de momento, ha vendido unas 100.000 unidades aunque su cuota de mercado sigue siendo muy discreta, con solo el 1,4% en Madrid, un 1% en Sevilla, el 0,7% en Valencia y el 0,6% en Barcelona.

Hay dos motivos que inciden también en el poco éxito que, de momento, está teniendo el tabaco sin combustión en España: la excesiva carga fiscal y la hiperregulación. “Hay un problema de sobrerregulación. La legislación española va más allá de la directriz europea y limita los sitios donde se pueden usar los productos de nueva generación”, explican desde una tabaquera.

España ha sido muy agresiva y restrictiva en temas regulatorios y fiscales. Además, los impuestos sobre el tabaco calentado son superiores a los del cigarrillo electrónico. Aunque en ambos casos se aplica el IVA, al contener la sustancia adictiva, en los IQOS hay que añadir la tasa del tabaco, lo que aumenta su precio.

La pregunta es: si las multinacionales tabaqueras dejan de fabricar cigarros tradicionales, ¿cómo impactará la decisión en España? El tabaco supone la quinta fuente de ingresos del Estado por impuestos. Cada año, los fumadores españoles pagan 9.100 millones en IVA e impuestos especiales. El 80% del precio de cada cajetilla va a parar a Hacienda.

En el caso del «tabaco sin combustión”, el porcentaje se reduce a cerca del 45%, y al 21% -sólo por el IVA- en los cigarrillos electrónicos. Desde luego, el impacto se dejará sentir, sobre todo, en las arcas públicas pero, además, el sector emplea –de forma directa o indirecta- a más de 50.000 personas en España.

¿Cómo impactará en el sector que las tabaqueras dejasen de fabricar cigarrillos? El tabaco genera 3.200 millones de euros al año en España

Hipocresía, es el término que mejor define la actitud del Estado respecto al tabaco. En los últimos 25 años, la presión fiscal ha incrementado su precio más de un 600%. De cara a la opinión pública, el Gobierno se alza como el gran defensor de la salud de los ciudadanos pero, pese a ser uno de los sectores más regulados de España, le interesa, y mucho, que la gente siga fumando.

Esos 9.100 millones de euros que genera a las arcas públicas equivalen al 5% de los ingresos y al 34% de los impuestos especiales. Debido a la adicción que provoca, podría parecer que el tabaco tiene una demanda muy inelástica, pero la realidad muestra que las decisiones de política fiscal impactan directamente en su consumo.

VORACIDAD RECAUDATORIA DEL TABACO: EL ESTADO GANA

En España se venden la mitad de cigarrillos que hace una década. El 28% de los españoles fuma dos puntos por encima de la media europea. Entre 2006 y 2014, la población fumadora cayó seis puntos y, desde entonces, el porcentaje está casi congelado. Pero, además, estamos en el podio de los productores del Viejo Continente. Somos el tercer productor de tabaco de la Unión Europea, con una cuota del 14,6%, sólo por detrás de Italia (23,6%) y Grecia (17%).

La cadena de valor del tabaco se extiende desde el trabajador que cultiva la hoja, pasando por el empleado que lo manufactura hasta el personal del estanco que lo vende. Un camino, desde el campo hasta el estanco, que genera un impacto económico de 3.200 millones de euros en España, lo que representa el 0,3% del PIB, según el informe “La importancia del sector del tabaco en la economía española 2017”, elaborado para la Mesa del Tabaco por AFI en colaboración con la CEOE.

EVOLUCIÓN VENTA CIGARRILLOS Merca2.es
Evolución venta cigarrillos en valor

La partida de ajedrez de la nicotina se juega entre cuatro grandes multinacionales: Philip Morris International (PMI), Imperial Tobacco (dueña de Altadis), British American Tobacco (BAT) y Japan Tobacco International (JTI). Aunque su estrategia es dispar, la unanimidad en el mercado de los cigarrillos electrónicos es clara: Philip Morris con Solaris; Imperial Tobacco con Blu; JTI con Logic y BAT con Vype.

“No creemos que el cigarrillo vaya a desaparecer, pero sí que será superado en ventas», apuntaba David O’Reilly, director global de I+D de BAT. En el caso del tabaco sin combustión, Altadis ha sido la única en desmarcarse apostando únicamente por el cigarrillo electrónico. «El consumidor de cigarrillos electrónicos en España está muy fidelizado, sabe qué productos y líquidos quiere, por lo que tiene muy clara la diferencia», afirma Arturo Ribes, presidente de la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo.

No en vano, la industria encarrilla su tercer año consecutivo de crecimiento en España. El sector del cigarrillo electrónico facturó 70,5 millones de euros en nuestro país en 2017, un 28,2% más, según la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV).

El cigarrillo electrónico encadena tres años consecutivos de crecimiento en España: En 2017 facturó 70,5 millones de euros, un 28,2% más

Altadis, antigua empresa estatal Tabacalera, llegó a tener 2.200 empleados en España antes de ser adquirida por Imperial Tobacco en 2008, pero su plantilla y tamaño han ido mermando al tiempo que cerraba sus fábricas. Las últimas, en Logroño y Cantabria. Antes, en 2016 había vendido la factoría de Alicante por 10,5 millones de euros y, un mes antes, la de Tenerife, El Cardonal, por 4,3 millones de euros. La reestructuración afectó a más de 500 trabajadores y costó 126,2 millones. Desde entonces, el fabricante de Fortuna ya no tiene factorías activas en España, donde factura unos 547 millones de euros. Su resultado neto, sin embargo, se mantiene casi estable, superando los 217 millones.

Por número de empleados, la mayor tabaquera en España es la japonesa JTI, dueña de Winston y Camel, con 750 trabajadores en las Islas Canarias (sedes en Las Palmas y Tenerife) y en su Centro Global de IT en Madrid. El grupo ha consolidado su apuesta por España tras renovar su compromiso de adquirir 12.000 toneladas de tabaco verde extremeño hasta finales de 2018. Le sigue la filial de Philip Morris, PMI España con 370 personas en Madrid y sus centros de Barcelona, Las Palmas, Oviedo, Sevilla, Tenerife y Valencia. Por su parte, British American Tobacco (BAT) opera en España desde 1990 y cuenta con unos 220 empleados. Desde sus oficinas en Madrid gestiona la Península, las Islas Canarias, Andorra y Gibraltar.

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Evolución venta cigarrillos en volumen

El último eslabón del tabaco, el viaje de las cajetillas hasta los estancos, también es peculiar en España. Aunque la distribución mayorista está liberalizada, Logista distribuye el 90% de la producción de cigarrillos lo que supone un control casi absoluto. En España hay 13.286 estancos que ocupan al 60% de los trabajadores del sector (29.800 empleos), aunque su número está en descenso. En provincias como Cádiz, donde el contrabando representa casi la mitad del consumo, se han cerrado un 40% de los estancos en los últimos tres años.

DESDE EL CAMPO EXTREMEÑO AL ESTANCO

Los valles del Tiétar y del Alagón concentran la mayoría de las plantaciones de la hoja de tabaco de España. Una región donde los productores saben lo que es estar «al borde del abismo». En un periodo muy corto de tiempo han pasado de un sistema basado en subvenciones que cubrían en un 85% los costes totales de producción, a la total desaparición de las ayudas. Es normal que estos nuevos productos tecnológicos despierten recelo entre los productores de la materia prima, que desconocen qué consecuencias tendría para ellos que llegara a imponerse esta nueva forma de consumir tabaco.

España es el tercer productor de tabaco de la Unión Europea, pero los productores extremeños saben lo que es estar «al borde del abismo”

En la fabricación de IQOS se mezclan varios tipos de tabaco con características afines al que se produce en España pero, de momento, el cultivo extremeño no figura como materia prima de sus unidades para calentar. “Hay mercados que están en lista de espera para ser evaluados en un futuro, entre ellos España”. explicaba Mauro González, responsable de Transformación del Modelo de Producción de PMI. Las unidades de IQOS llevan casi la mitad de tabaco que un cigarrillo tradicional, algo que también preocupa a los cultivadores.

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La recomendación de Mauro González a los productores españoles que quieran subirse al carro de IQOS es que apuesten por la sostenibilidad del producto y por buenas prácticas como el uso de biomasa en los secaderos, algo que ya se hace en Extremadura. “Necesitamos que ciertos parámetros sean sostenibles en el tiempo, es decir, que el tabaco tenga los mismos valores todos los años en nicotinas, azúcares y otros componentes inherentes”, añade.

Si Extremadura es la gran productora, Canarias concentra el grueso de la fabricación. En el archipiélago hay cuatro plantas manufactureras de cigarrillos (dos en Tenerife y dos en Gran Canaria) y, el resto, lo conforman productores de cigarros. En total, son 38 empresas donde se prepara el producto para el consumo final, generando 358 millones de euros y 3.500 puestos de trabajo directos. Más del 40% de la producción se destina a exportaciones.

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LA NUEVA ERA POST-CIGARRILLO

En la última década, la producción de hoja de tabaco apenas ha disminuido un 10% en España frente a los descensos de países tradicionales como Bulgaria, donde el cultivo ha caído más de un 80%, o Alemania, donde casi ha desaparecido. La superficie cultivada en España se mantiene en 8.827,5 hectáreas, según la Organización Interprofesional del Tabaco de España (OITAB), uno de los lobbies que defiende los intereses de la producción tabaquera nacional.

Las cifras son llamativas. Entre 2010 y 2015, los niveles de contrabando en España se multiplicaron por cuatro. El impacto negativo del comercio ilícito ya no se limita a los cigarrillos, sino que empieza a castigar también al tabaco en rama. La proximidad a Canarias, Andorra y Gibraltar, donde el tabaco es mucho más barato por su distinta tributación y las constantes subidas de impuestos explican que España haya pasado de ser un país de tránsito a convertirse en un país de destino final del tabaco ilícito.

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Andalucía sigue siendo la región donde más tabaco de contrabando se consume, seguida de Murcia, Castilla La-Mancha y Madrid. Rocío Ingelmo, directora de Asuntos Corporativos y Legales de Altadis, ha estudiado el fenómeno y asegura que “el contrabando en España es un problema de tabaco genuino, no falsificado”. Por lo tanto, su derrota “sólo se producirá si los fabricantes toman parte activa y decidida en la solución”. Para Ingelmo, existe una relación directa entre las subidas de impuestos y el aumento del contrabando, sobre todo en los periodos donde la tasa de desempleo es mayor.

En la era post-cigarrillo, ¿desterrarán los nuevos dispositivos a los cigarros convencionales? Los cigarrillos sin humo, ¿son un salto al vacío o el salvavidas de la industria tabaquera? En definitiva, ¿el futuro será un mundo sin humo y sin cenizas?

La apuesta, desde luego, es arriesgada. Una revolución -aún en ciernes- y un desafío a nivel normativo, sanitario y fiscal. La industria tabaquera ha entrado en el mundo de la transformación tecnológica, una categoría completamente nueva. Un cambio que implica inversiones millonarias para perseguir un objetivo final, cuando menos, ambicioso. Desde luego, el camino a recorrer promete ser largo.