Ser buen padre se lleva en los genes

Toda la vida hemos creído que ser un buen padre es algo que se aprende, es decir, que si hemos tenido buenos padres, nosotros lo seremos en un futuro. La ciencia ha creído que el principal impulsor de este tipo de comportamiento es la experiencia, pero parece que esta no es la razón de ser un buen padre, el ser buen padre se lleva en los genes, o eso es, al menos, lo que afirman en un nuevo estudio.

Esta investigación, llevada a cabo en la Universidad de Harvard y publicado en la revista Nature, señala la actividad de unos genes específicos que causarían la diferencia entre especies del método de crianza, es decir, que explicaría por qué algunas especies, como el ser humano, son atentas y cariñosas con sus hijos y por qué otras tantas dejan que sus hijos se valgan por sí mismos.

Ser buen padre no es una experiencia adquirida, parece ser que se lleva en los genes.

Se trata del gen de la hormona vasopresina, que parece estar ligado con la construcción de un nido durante la crianza de los ratones. Si se encuentra activo, los machos de la manada parecen mucho menos interesados, cosa contraria a las madres, que siempre se les ve más involucradas en la crianza de las crías.

¿De dónde surge la idea de que ser buen padre se lleva en los genes?

La idea de realizar este estudio apareció al observar las diferentes formas de aparearse entre dos especies de ratones. Una de ellas es la especie del Peromyscus maniculatus, más conocido como ratón ciervo, y la otra especie es la Peromyscus polionotus, conocida como el ratón de Oldfield. La diferencia estas dos especies de ratones es que el ratón ciervo es promiscuo, es decir, que tanto los machos como las hembras se aparean con diferentes individuos. Esto ocasiona que en una cama pueda haber varios padres.

Tras ver esto, los investigadores se preguntaron si este hecho, el ser promiscuos, afectaría al método de crianza. Analizaron la frecuencia con la que participaban, tanto los machos como las hembras de cada especie, en la elaboración de los nidos y en la frecuencia en la que lamían y agrupaban a las crías.

Los resultados de esta investigación han sido muy reveladores ya que, aunque las madres de ambas especies mostraron el mismo resultado, los machos no. Los ratones Oldfield machos se mostraron involucrados en la crianza de las crías, mientras que los ratones ciervos participaron muy poco.

La forma de criar a los hijos depende de la hormona vasopresina.

Para hacerlo aún más interesante, los científicos decidieron mezclar ambas especies de ratones para probar si, de esa forma, los ratones ciervos cambiaban su método de crianza. La respuesta fue negativa, ninguno de los ratones cambió su forma de criar, por lo que se ha deducido que la genética tiene mucho que ver en este aspecto.

Pero este experimento no acabó ahí, los investigadores querían probar esta teoría con más precisión. Para ello analizaron la zona del cerebro llamada hipotálamo, que es una región importante en el comportamiento social. Identificaron rápidamente el gen que se encargaba de producir vasopresina, que estaba relacionada con el comportamiento social. Se administraron dosis de esta hormona a los ratones Olfield macho y hembras y se observó un comportamiento clave, la construcción de nidos fue menor.

Es por ello por lo que se ha deducido que ser buen padre se lleva en los genes y no es algo que se adquiere con la experiencia. ¿Qué creéis vosotros? ¿Ser buen padre se lleva en los genes o no?