El Gobierno se venda los ojos para no ver la realidad turística

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Este refrán podría aplicarse perfectamente para describir las decisiones del Gobierno español en materia de turismo. Si el reto es gestionar este éxito turístico, está muy lejos de conseguirlo. España perderá cantidad y calidad por el camino. Las contradicciones de aquellos que llevan la voz cantante y los datos parecen no ser suficientes para que el Gobierno abra los ojos ante la cuestionada realidad turística.

Tras los 81,8 millones de turistas extranjeros recibidos en 2017, Gobierno, Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital y expertos en turismo no se cansaron de repetir que era hora de gestionar el éxito. Una gestión enfocada a la calidad y no tanto a la cantidad. Algo incluso lógico teniendo en cuenta que no es sostenible este crecimiento en el tiempo. Pero eso de que los números no importan no es cierto. Como si de una competición se tratara hay quienes desean arrebatar a Francia esa posición como principal potencia turística.

“Hemos superado a Francia desde mi punto de vista. En turistas somos la segunda potencia, pero en gasto por visitante somos los primeros. Y en pernoctaciones también les superamos”, aseguró la secretaria de Estado de Turismo, Matilde Asian, durante su intervención en un desayuno informativo organizado por Executive Forum y Vózpopuli. Ser el primero importa. La historia siempre tiene un lugar para ellos en su memoria. Para los segundos no.

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Y de la locura por los datos a mirar a otro lado como si no fuera con España la recuperación de los competidores. En 2016, Turquía, Túnez y Egipto perdieron 16 millones de turistas. Pero esta situación no era eterna. En 2017, estos tres países ya han recuperado 8,5 millones, según Exceltur. Sin embargo, para Asian no es una preocupación pues “estamos en otro estadio de turistas”.

Pero los números no mienten y contradicen a las secretaria de Estado. Según cálculos de Exceltur, desde 2011 y hasta 2015 España ha recibido entre 6,3 y 8,2 millones de turistas prestados de los países del norte de África, que han aportado unos ingresos extra al sector de entre 5.000 y 6.300 millones de euros durante estos años. Además, España recibe 71 millones de turistas europeos. Muchos de los cuales antes elegían Egipto, Túnez o Turquía para viajar. Por lo que mirar a otro lado ante esta realidad solo es factible siempre y cuando los datos no importen.

Los pisos turísticos suman turistas

Datos que curiosamente están engrosados por aquellos visitantes que hacen uso de los alquileres turísticos a través de las famosas plataformas de economía colaborativa. Las mismas que para el Ministerio de Turismo «son un problema de mayor relevancia”. Pero que nadie se engañe porque los alojamientos turísticos también engordan las cifras de Frontur, la encuesta que refleja los récords de llegadas internacionales.

Esta encuesta recoge datos sobre la entrada de turistas por todos los medios de transporte contemplados: carretera, avión, tren y barco. Es decir, un usuario que entre en España en avión y use un apartamento anunciado en Airbnb es un turista más. De hecho, Asian llegó a reconocer que “10 millones de turistas se quedaron en casas de amigos”, lo que demuestra que “es un indicio claro” sobre la situación de estos alquileres.

Puede que no sea el tipo de turista de calidad que el Gobierno espera, pero si cuentan en las estadísticas para ampliar los datos. Por lo que tienen cierta importancia. Quizás por ello, Gobierno, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos se lancen la pelota entre unos y otros para regular estos pisos turísticos. Y solo el sector hotelero pida a voces una regulación. Lógico, son los verdaderos perjudicados en este sentido.

Cataluña, la tercera venda en los ojos del turismo

Y para venda en los ojos, la que usa el Gobierno para no querer ver lo sensible que es el sector a las inestabilidades políticas. Ante la caída de turismo a finales de 2017 en Cataluña, Asian quita hierro al asunto alegando que “no es lo mismo la costa que Barcelona”. De hecho, ahora Lleida ha empezado a importar en materia turística para el Gobierno.

La explicación no es otra que los datos de nuevo. Las pernoctaciones hoteleras en Cataluña crecieron un 3% en enero, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En Barcelona solo aumentaron un 1,3%, pero en Lleida fue de un 22%. La letra pequeña es que muchos turistas internacionales llegaron a la región por una bajada de precios en los vuelos, por ejemplo. Ryanair tuvo que reducir un 30% sus tarifas para viajar a Cataluña.

Es solo un ejemplo de la reducción de precios. Reducción que también se nota en el empleo del sector. Temporal, precario, parcial y de bajos salarios, así es como lo describen y denuncian los sindicatos. Situación en la que el propio Ministerio de Turismo se lava las manos para tirar la pelota al de Empleo. Eso sí, se defiende volviendo a la calidad. “En general, la respuesta del Gobierno es mejorar la calidad”, sentencia Asian.

Y entre calidad y cantidad se debate el Gobierno. Entre contradicciones y vendas en los ojos cuando las cifras interesan o no. Y ese es el plan de turismo español. Una realidad decorada siempre por los números que, realmente, sí importan. El problema es cuando el fervor por los datos impide –voluntaria o involuntariamente– ver la realidad turística. Quizás este sea el primer Gobierno que acabe con la gallina de los huevos de oro: el turismo.