Santander reclama a Blackrock y la CNMV menos papeleo

“No quiero criticar que ahora viene Albella”, bromeaba la vicepresidenta del consejo de Santander España, Isabel Tocino para dejar ver de cara a la CNMV que cada vez les exigen más, como el Código del Buen Gobierno “así quien va a querer trabajar”.

También tenía palabras para Aitor Jauregui, que estaba sentado a su lado y es el responsable de Blackrock (su principal accionista con el 5,9% del banco) “Nos exigís el feedback cada vez en menos tiempo, ya debatiremos luego del storytelling”, añadía. “Ya tenéis todos los documentos, cada vez hay más burocracia”. Respondía así a la petición de la gestora de ser más transparentes.

Durante las primeras Jornadas IGS organizadas por el Instituto de Gobernanza y Sociedad, la que fuera ministra de Medio Ambiente entre 1996 y 2000 llegaba a matizar que “no era Greta” pero hace 24 años, en el Ministerio ya hablaba de sostenibilidad y los periodistas le preguntaban sobre ello “todavía sigue siendo la asignatura pendiente”.

BOTÍN, UN VISIONARIO

En este sentido, añadía que Emilio Botín “era un visionario” porque le mandó como consejera independiente a visitar a los inversores y explicar cómo vivían la sostenibilidad desde el banco.

Para Tocino “es muy importante” que los consejos incluyan en sus agendas este tema para tratarlo con sus inversores, porque en el Santander está ya “en una dinámica de cambio climático”. Lo único que les preocupa es cómo se mide “cómo nos ponemos de acuerdo inversores y gestores”. A su parecer, aquí hay mucho que hacer aún, aunque tienen toda la taxonomía de Europa de inversión sostenibles.

Por otra parte, ponía en valor la cercanía con los inversores y llegar a las Juntas con las asignaturas “muy aprendidas” sabiendo que les demandan. En este contexto, “es clave” el papel del consejo y los consejeros, tener planes y pasar del compliance al engagement. De hecho, los inversores ya piden relacionarse con ellos.

También hablaba de que la gobernanza “genera más valor a largo plazo” y enseña a controlar la salud de la compañía. A su vez, aseguraba que es el momento de darle competencias a los consejeros independientes para estar cerca de los inversores.

“Las cosas van tan rápidas” comentaba, “es la transformación cultural de la compañía, pero yo estoy orgullosa del Santander, ha sido mi verdadera escuela”. Isabel Tocino destacaba que la entidad “ha aplicado todo” y hasta la forma de dar los buenos días “va a la cuenta de resultados”.

BLACKROCK QUIERE DIÁLOGO

Por su parte, Jauregui señalaba que su responsabilidad como inversores de empresas cotizadas es tener “una voz firme” en ser transparentes. Por ello han pasado de un reporte anual a uno trimestral, donde aclaran los criterios que valoran con el consejo de las compañías y lo publican en la web. Y si votan en contra del consejo, lo explican.

Aclaraba que no ponen a todas las empresas “en un cajón desastre”. Y con vocación de largo plazo se comprometen a tener un diálogo recurrente para saber si se cumple el plan. En 2019 tuvieron 2000 engagement con 207 compañías de 11 sectores distintos, donde trataron temas del cambio climático.

“Forma parte de nuestro proceso de inversión, tienen que reflejar la manera que invertimos”. Para ellos es primordial “trabajar de la mano” con las compañías en las que invierten y entre sus objetivos está divulgar el cambio climático.

OBJETIVO: CAMBIO CLIMÁTICO

De hecho, el fundador de la gestora escribe una carta todos los años donde pone de manifiesto la generación de valor a largo o plazo y este año se ha centrado en el cambio climático, ya que constituye un riesgo de inversión y tendrá impacto en la valoración y precio de las compañías.

Reconocía también que en este tipo de temas “Europa está a la vanguardia” y hay países, como los del norte “que han sido pioneros” , aunque en España se ha tardado más. Desde BlackRock, se consideran fiduciarios e invierten el dinero de sus clientes “los 7,5 millones que gestionamos” en línea con su inversión a largo plazo.

Hay actuaciones concretas como el negocio de la gestión activa, donde excluyen a las compañías que procedan de producción de carbón térmico. Y tienen que ser los inversores los que decidan si quieren invertir en un fondo de gestión activa indexada al oil and gas, u otro.