El drama en Valle Salvaje no cede. El próximo capítulo supone un cambio en la serie, con Adriana en todo lo alto de la emoción. Lo que va a ver en este capítulo será el empujón final hacia su huida definitiva, pero también pondrá en crisis los frágiles equilibrios de poder en la hacienda.
Algunos personajes verán sus planes diametralmente alentados y otros cómo solo se desmoronan. La tensión entre Rafael y Úrsula llega a su clímax y será irreversible en la nueva emisión de la ficción de este martes 27 de mayo.
ADRIANA LLEGA A SU MÁXIMO

Adriana se ha aguantado mucho en Valle Salvaje, pero lo que observa en este capítulo es la gota que desborda el vaso. La visión de Rafael y Úrsula juntos, en lo que parece un momento de intimidad, le hace de detonador. No son solo celos; es la certeza de que su mundo en Valle Salvaje se ha vuelto imposible; la contundencia con la que se presenta ante Julio no deja en suspenso la situación: quiere irse y lo quiere hacer lo antes posible.
Julio, a pesar de las sorpresas, no es ajeno a la situación que subyace; él sabe que el acercamiento de Rafael con Úrsula es la explosión, pero ya intuye que hay más: ¿será el miedo a quedarse sin nada? ¿O el hecho de que reconoce que no podrá competir con Úrsula en el corazón de Rafael? Lo cierto es que su marcha no será callada, ya que, al comunicar su decisión a José Luis y Victoria, podrá formar una reacción en cadena, porque para Victoria es la situación ideal: con Julio y Adriana fuera del camino, Rosa queda libre hacia Rafael.
Pero, para Valle Salvaje, nada de eso será tan sencillo y simple. Será verdad que Adriana se irá sin haber luchado lo más mínimo? O bien su huida es el primer movimiento para un contraataque. Las miradas furtivas, esos silencios cargosos, el último y único vistazo que lanza a Rafael antes de cerrar la puerta indica que su huida no será definitiva. Hay algo en ese gesto suyo de rendirse rápidamente que huele a estrategia.
Y, mientras que la familia va asimilando la noticia de la marcha de Adriana, Úrsula esconde un pequeño disfrute que confunde con la posibilidad de una victoria, sin apreciar que, justamente, Adriana podría estar tejiendo desde antes una venganza a partir de la distancia. La misma carta que no solo muestra la desesperación de Adriana, sino que también introduce un vuelco inesperado.
MATILDE, EL ADIÓS MÁS DOLOROSO

Matilde alcanza su punto de agotamiento en Valle Salvaje tras darse cuenta de que no puede redimir a Atanasio de su propia esencia. Su amor por él se enfrenta a la obsesión del individuo de consumarse en el deseo de venganza contra el duque. En una escena desgarradora, finalmente se ve obligada a recoger sus cosas con lágrimas en los ojos, pues la alternativa de quedarse a su lado sería caer incluso por debajo de su dignidad. Atanasio, cubierto de rencor, ni siquiera parece darse cuenta de la magnitud de lo que está a un paso de abandonar.
Ella no se marcha, físicamente hablando, sino que representa un ejemplo de que la bondad no siempre triunfa. Matilde es, quizás, su última oportunidad de ser salvado, y cuando se marcha, él se encuentra solo frente a su propia oscuridad. ¿Habrá acaso otra persona en Valle Salvaje que pueda hacer que repiense su comportamiento? ¿O su caída será definitiva? Atanasio, en una escena paralela, mira el vacío que deja su maleta y, por un instante, su rostro da muestras de haberse quebrado.
En su propio relato, la Casa Pequeña se ha convertido en el escenario de una batalla entre Bárbara y el marqués, una lucha feroz que parece no tener fin; en medio de la batalla, un Leonardo que empieza a cuestionarse si quizás ya no vale la pena seguir siendo un simple espectador. La tensión de este sector del relato es un polvorín pronto a estallar. La mirada helada de Bárbara, por su parte, empieza a amenazar; ella ha encontrado un secreto que puede hundir al marqués, quien, en un súbito giro, le susurra al oído tal cosa que deja a la propia Bárbara pálida ante tal revelación.
UN JUEGO PONE EN PELIGRO VALLE SALVAJE

Felipe se considera dueño de la situación, pero lo cierto es que juega con fuego. Sus tramas con Victoria y Mercedes han dejado de ser un ameno juego de poder para convertirse en una bomba de relojería. Cada mentira, cada manipulación incesante, está cada vez más cerca de que todo le estalle en la cara. Victoria no es una mujer que consienta en ser utilizada, y Mercedes, a pesar de su apariencia servil, también oculta sus cartas.
Lo que empezó como una estrategia para consolidar su posición puede acabar en el abismo de su caída. Y no solo la de él, sino la de todos quienes le rodean. En Valle Salvaje los secretos no permanecen enterrados eternamente; pueden salir a la luz y quemarle. ¿Podrá Felipe salir airoso cuando la verdad tenga que mostrarse? En determinado momento de la historia, Mercedes va revisando ciertos papeles que no debería ni tocar y, entre su expresión asombrada y su sonrisa calculadora, se pregunta si sabe algo capaz de destruir a Felipe.
Al mismo tiempo, mientras Victoria empieza a impacientarse más y más y pide respuestas nítidas, su tono también deja claro que no va a dejar pasar por alto más evasivas. El capítulo termina con Felipe mirando en el espejo de su casa, como si en su reflejo pudiera encontrar una salida que ya no existe. ¿Estará preparado para asumir el precio correspondiente a su arrogancia o su propia arrogancia lo va a condenar?








































































