La dieta FAFO, acrónimo de «Flexible and Friendly for the Overweight», es un régimen alimenticio diseñado para personas con sobrepeso que ha sido avalado científicamente por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO). La SEEDO es una organización médica reconocida en España que se dedica a la investigación, prevención y tratamiento de la obesidad y sus complicaciones. Esta asociación se distingue por su rigor científico y su compromiso con la difusión de estrategias eficaces y seguras para el control del peso.
UNA DIETA MUCHO MÁS FLEXIBLE

A diferencia de otros programas dietéticos, la dieta FAFO se destaca por ser más amigable y flexible. Estas características permiten una mayor adaptabilidad a las necesidades individuales, lo que a su vez favorece una mayor adherencia a largo plazo. La flexibilidad en las elecciones alimenticias y la ausencia de restricciones severas hacen que las personas no sientan que están haciendo sacrificios extremos, lo que puede reducir la probabilidad de abandono y aumentar las posibilidades de éxito a largo plazo.
CUÁLES SON LOS PRINCIPIOS DE LA DIETA FAFO

La dieta FAFO se basa en la premisa de que un enfoque rígido y restrictivo no es sostenible para la mayoría de las personas. En cambio, promueve una alimentación variada y equilibrada que se puede adaptar a diferentes estilos de vida y preferencias personales. La base de la dieta está en el consumo de alimentos frescos y mínimamente procesados, con un énfasis en frutas, verduras, proteínas magras, granos integrales y grasas saludables. Se alienta a las personas a incluir una amplia variedad de alimentos en sus comidas diarias para asegurar una ingesta adecuada de nutrientes esenciales.
ALIMENTOS RECOMENDADOS

En cuanto a los alimentos predominantes en la dieta FAFO, las frutas y verduras juegan un papel crucial debido a su alto contenido en vitaminas, minerales y fibra, así como a su baja densidad calórica. Las proteínas magras, como el pollo, el pavo, el pescado y las legumbres, son fundamentales para mantener la masa muscular y promover la saciedad.
Los granos integrales, como la avena, el arroz integral y la quinoa, son preferidos sobre los granos refinados por su mayor contenido de fibra y nutrientes. Las grasas saludables, provenientes de fuentes como el aceite de oliva, los frutos secos y el aguacate, son importantes para el funcionamiento óptimo del cuerpo y la salud cardiovascular.
ALIMENTOS RESTRINGIDOS: PROCESADOS, DULCES Y ALCOHOL

Por otro lado, la dieta FAFO limita el consumo de alimentos procesados y altos en azúcares añadidos, como dulces, refrescos y snacks industrializados, debido a su baja densidad nutricional y su capacidad para contribuir al aumento de peso. También se recomienda moderar la ingesta de grasas saturadas y trans, que se encuentran en productos como la mantequilla, las carnes rojas y los alimentos fritos, debido a su asociación con enfermedades cardiovasculares. Aunque no prohíbe categóricamente ningún alimento, la dieta sugiere una reducción significativa de estos productos para mantener una alimentación equilibrada y saludable.
Muchos nutricionistas sugieren permitirse un gusto una vez a la semana, bajo dos condiciones: evitar la comida basura y los restaurantes de comida rápida, y ser moderado en las porciones. En otras palabras, aplicar el sentido común al elegir las cantidades, como optar por una porción de pizza en lugar de una de tamaño familiar, o no comer paella de primero, pizza de segundo y helado de postre.
UN PLAN PERSONALIZADO Y MONITOREADO

La Guía Básica de la dieta FAFO establece una serie de pasos a seguir para implementar este plan de manera efectiva. El primer paso es la evaluación inicial, donde se identifican los hábitos alimenticios actuales y se establecen objetivos realistas. Posteriormente, se procede a la planificación de las comidas, enfatizando la inclusión de una variedad de alimentos nutritivos y la eliminación gradual de los alimentos menos saludables. Se recomienda mantener un registro alimenticio para monitorear el progreso y hacer ajustes según sea necesario.
Por todo esto, podemos decir que no existe una única dieta FAFO que podamos compartir en una fotocopia con un amigo para que la ponga en práctica por su cuenta. Es una alternativa que se debe planificar con un experto y cuyos resultados debe ser graduales y mantenidos en el tiempo.
EDUCACIÓN NUTRICIONAL Y ACTIVIDAD FÍSICA

Otra parte importante de la dieta FAFO es la educación nutricional continua, que busca empoderar a las personas con el conocimiento necesario para tomar decisiones informadas sobre su alimentación. Además, se promueve la práctica regular de actividad física, adaptada a las capacidades y preferencias individuales, como un componente esencial para el control del peso y la mejora de la salud general.
A diferencia de otros planes para adelgazar, que a menudo se basan en la restricción calórica extrema, la eliminación de grupos enteros de alimentos o la dependencia de productos específicos como batidos o suplementos, la dieta FAFO adopta un enfoque holístico y equilibrado. Este enfoque no solo es más sostenible a largo plazo, sino que también ayuda a evitar las deficiencias nutricionales y otros problemas de salud que pueden surgir con las dietas muy restrictivas.
MEJORA EL PERFIL LIPÍDICO

Entre los beneficios que aporta la dieta FAFO para la salud, se encuentra la mejora del perfil lipídico, gracias al aumento del consumo de grasas saludables y la reducción de grasas saturadas y trans. La alta ingesta de fibra proveniente de frutas, verduras y granos integrales ayuda a regular el tránsito intestinal y prevenir el estreñimiento, además de contribuir a la sensación de saciedad, lo que puede ayudar a controlar el apetito y reducir el consumo calórico total.
ESTABILIZA LOS NIVELES DE AZÚCAR

Asimismo, la dieta FAFO puede ayudar a estabilizar los niveles de azúcar en la sangre, lo que es particularmente beneficioso para personas con diabetes tipo 2 o resistencia a la insulina. La variedad de alimentos ricos en nutrientes asegura una ingesta adecuada de vitaminas y minerales esenciales, lo que puede mejorar la energía general, la función inmunológica y la salud mental.