Nieve verde en la Antártida, ¿qué está pasando?

El cambio climático nos está dejando imágenes preocupantes y a la vez sorprendentes. Como las más recientes realizadas en la Antártida cuyas perpetuas nieves blancas se están coloreando de verde. Esto se debe al crecimiento de unas algas microscópicas que al florecer masivamente en la superficie de la nieve hacen que esta se vea de un color verde brillante. Es un fenómeno que se puede apreciar incluso desde el espacio, algo que ha servido a un equipo de científicos británicos para elaborar un mapa. Para ello se han combinado los datos recogidos por los satélites, con las observaciones tomadas in situ durante dos veranos. Estas mediciones servirán para calcular la velocidad a la que las algas se continúan propagando por el continente a causa del cambio climático. 

Los resultados del estudio se han publicado en Nature Communications y pronostican que esta especie de nieve verde continuará extendiéndose por toda la Antártida a medida que el cambio climático provoque que las temperaturas globales sigan aumentando. De hecho la península antártica es la región del continente que más rápido manifestó los efectos del calentamiento global en las últimas décadas del siglo XX. Este calentamiento sigue aumentando a una gran velocidad en este punto del planeta. Los datos muestran que el mes de enero, en la parte oriental de la Antártida se registró una ola de calor, registrando temperaturas de 7 grados por encima de la media. A medida que continúe este proceso de calentamiento, la cantidad de microalgas también aumentará.

Estas pequeñas algas se concentran en la costa, en las zonas que comienzan a ser más cálidas con temperaturas medias de algo más de cero grados. Además su proliferación está propiciada también por los animales mamíferos y las aves marinas, cuyos excrementos resultan nutritivos para estos organismos, sirven como fertilizantes y contribuyen a su crecimiento. La mayoría de estas colonias de algas se encuentran cerca de colonias de pingüinos, en los puntos donde descansan las focas y en las proximidades de los lugares de anidación de aves. 

Las algas se mantienen a través de la fotosíntesis, un proceso por el que generan su propia energía. Para ello utilizan el dióxido de carbono, que extraen de la atmósfera, y lo retienen en su organismo. Esto podría considerarse un punto positivo, ya que se contabiliza que esta ‘nieve verde’ podría crear un sumidero de dióxido de carbono de hasta 479 toneladas anuales, e incluso más porque existen otro tipo de algas, naranjas y rojas, que no se han incluido en el estudio. Sin embargo esto dista mucho de ser una buena noticia, ya que las consecuencias negativas del cambio climático son tan graves que no se pueden compensar con el efecto renovador que proporcionan las microalgas de la Antártida.

Noemi A.
Noemi A.
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