El órdago de Mercadona a Dulcesol que perdió Juan Roig

Ocurrió en 2008. Dulcesol era una de los interproveedores de Mercadona, es decir, un fabricante casi en exclusiva para la firma presidida por Juan Roig. Por aquel entonces, el mandamás de la cadena valenciana le puso sobre la mesa un órdago: ser el interproveedor exclusivo en la sección de bollería. Y la enseña, también valenciana, con las cartas que tenía en la mano se lo aceptó. Y ganó la partida.

Una década después, Grupo Dulcesol cerró 2017 con una facturación de 325 millones de euros (un 2% superior a los 319 millones de 2016), una producción de 144.000 toneladas (por encima de las 142.926 de un año antes) y una plantilla de más de 2.200 empleados (2.100 en 2016). Dicho de otra forma, la empresa factura casi un 50% más que cuando no aceptó la oferta de Mercadona y decidió andar por su cuenta. Y cerca del 50% de la plantilla son mujeres.

La factura procedente del exterior aumentó hasta los 53,7 millones de euros y ya representa el 16,5% de la cifra total

¿Sobre qué pilares se ha cimentado este desarrollo? Básicamente dos: internacionalización y diversificación. “El año pasado la factura procedente del exterior ha aumentado hasta los 53,7 millones de euros y ya representa el 16,5% de la cifra total. Además, hemos entrado en tres nuevas categorías como la bollería congelada, las cremas ecológicas y los productos funcionales ecológicos”, asegura Rafael Juan, su consejero delegado. Se suman a otras líneas de negocio como pastelería, cremas untables dulces y alimentación infantil.

Mercadona recula

Sin duda que la decisión tomada por Dulcesol no fue fácil. Por aquel entonces, la enseña de Juan Roig representaba casi la mitad del total de sus ingresos. Y la bruja llamada crisis ya empezaba a dar escobazos a las empresas del tejido nacional.

Para otros interproveedores, estar bajo la batuta de Mercadona fue como una tabla de salvación. Eso sí, siempre bajo la férrea batuta de Juan Roig. O cumples con mis condiciones, o arrivederci. Y las mismas son de todo, menos laxas. Más bien, leoninas. O draconianas.

Tres ejemplos de este caminar de la mano junto a Mercadona lo encontramos en el estudio que en su momento elaboró el Círculo de Empresarios y que tituló Top 50 de la empresa mediana española. Selección de casos de éxito. En el mismo, el lobby empresarial utilizó tres criterios para destacar a quien sobresalía sobre el resto: productividad, margen operativo y rentabilidad. Y ahí estaban tres compañías que trabajaban para Mercadona: Laboratorios Maverick, Queserías Entrepinares, e Ibersnacks. Las tres habían conseguido un hito: sobrepasar los 249 empleados. Es decir, pasaron de ser empresas medianas a grandes.

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Dulcesol no quiso pasar por el aro. Prefirió hacer de la diversificación su santo y seña. Así, si la cosa no funcionaba, no pondría en riesgo la continuidad de una empresa que cuenta con más de 60 años de historia.

Sus clientes, por tanto, son de lo más variado. No sólo fabrica para la práctica mayoría de las marcas blancas, también para aquellos otros que son competencia. Y no se trata sólo de bollería. Para DIA, por ejemplo, elaboran los potitos. Asimismo trabajan para el sector de restauración (Horeca).

Todo un paso hacia adelante que no hubiera sido posible sin una clara vocación inversora que les ha llevado a tener más de 200 productos en siete categorías. Durante el último lustro, el grupo ha invertido más de 165 millones de euros en instalaciones, maquinaría de última generación y proyectos relacionados con el desarrollo de producto. Posee dos centros de producción en España (en Gandía y Villalonga, ambos en la Comunidad Valenciana), que elaboran cerca de 2.500 referencias; otra fábrica en Argelia; una granja productora de huevos, que abastece el 85% de sus necesidades; y una planta de impresión de bobinas y bolsas para envasado que cubre en un 98% sus necesidades de packaging.

Tan bien le va a Dulcesol, que sus productos se venden en Argelia, Francia, Italia, Marruecos, Portugal y Reino Unido. En total, más de 45 países allende nuestras fronteras.  A Mercadona, visto lo visto, no le ha quedado otra que recular y dar mar atrás. Le tendió de nuevo la mano, y está presente en sus líneales, concretamente con las magdalenas. ¿Fue Dulcesol el impulsor del cambio llevado a cabo en Mercadona durante los dos últimos años buscando interproveedores más especializados y no de manera exclusiva? Sólo Juan Roig lo sabe.