La guerra del vino salta de Ribera del Duero a La Mancha

En plena Transición, hubo una canción que se hizo muy popular y que comenzaba de la siguiente manera: “dicen los viejos que en este país hubo una guerra”. Si echamos la vista atrás, ha habido muchas. Pero, durante los últimos años, hay un sector que se está caracterizando por diferentes enfrentamientos. Se trata del vino. Y, si hasta hace poco, era Ribera del Duero quien concentraba el mayor número de conflictos, ahora es La Mancha (en concreto, Valdepeñas), quien ha recogido el relevo.

Ahora son Félix Solis y José García Carrión quienes han desatado las hostilidades en La Mancha, el mayor viñedo del mundo. Fue este último quien abrió la contienda al acusar al primero de vender vino del año como si fuera crianza o reserva. Como era de esperar, Félix Solís no se quedó de brazos cruzados ante la acusación y devolvió la pelota. En su caso, la ‘bomba’ que lanzo a su adversario fue la de competencia desleal.

Son las dos bodegas más grandes de La Mancha, con facturaciones millonarias y ventas destacadas a terceros países. Para ellos, trabajan muchos agricultores de la zona. Y es la DO de Valdepeñas la que puede salir peor parada de este enfrentamiento entre los dos gigantes.

Acusaciones entre marcas, disputas familiares, herencias… el vino se envuelve en la polémica

Dicha DO está integrada por las organizaciones profesionales Asaja, Coag, Upa, y Cooperativas Agroalimentarias. La localidad manchega vende vino con la etiqueta de su nombre en cantidades ingentes: 80 millones de botellas. Dicho de otra manera, representa el 20% de su PIB. Si el conflicto acaba con la DO, el daño colateral sería inmenso. Y a las puertas de la vendimia.

VINO PELEÓN

Se define como vino peleón aquel que es de mala calidad. Vulgar. Común. Su uso más habitual es el de combinarse para hacer sangrías y tintos de verano. Sin embargo, y dadas las batallas legales que han venido aconteciendo alrededor del mundo del vino, también podría decirse que el vino está siendo peleón por las diferentes posturas que defienden quienes están al frente de diferentes bodegas. Bodegas de prestigio y con solera, ya que, en ocasiones, son varias las generaciones las que han estado dirigiendo sus riendas.

Ejemplos hay varios. Y lo curioso es que, durante los últimos años, ha sido en la zona de Ribera del Duero donde más beligerantes han estado. Vega Sicilia, Emilio Moro, Carlos Moro y Pesquera son claros ejemplos de peleones.

Empezando por Vega Sicilia, se puede decir aquello de que podría ser algo así como la guerra de los cien años. Cien años no, pero una década, sí. Porque fue en 2010 cuando se formaron dos ejércitos alrededor de la marca. Así, María José, la hermana mayor, se alió con su padre (David Álvarez), que falleció en 2005. El otro ejército lo conforman el resto de hermanos: Emilio, Juan Carlos, Pablo, Marta y Elvira.

Vega Sicilia caída ventas
Pablo Álvarez, consejero delegado de Tempos Vega Sicilia

Las herencias, como bien es sabido, suelen ser caldo de cultivo para separar familias. Y aunque en el caso de los Álvarez las disputas ya venían de antaño, el fallecimiento del patriarca no hizo sino aumentar todavía más las rencillas entre los hermanos.

Simplificando: David Álvarez, al fallecer, dejó el grupo Eulen (otro de los pilares de los negocios familiares) a El Enebro, propietaria de Vega Sicilia. Dicho de otra manera, dejó con un palmo de narices a los cinco hermanos. El 60% de Eulen iría a parar a la hija mayor, María José. Pero, al no superar esta el 60% de El Enebro, son sus hermanos quienes acaban llevando las riendas de la bodega Vega Sicilia.

Movimientos, incursiones por los juzgados, ya hubo por ambas partes incluso antes de que el patriarca acabara abandonando este mundo. Guerrillas que tuvieron episodios propios de culebrón con modificaciones de estatutos incluidas.

EL NOMBRE SÍ IMPORTA

También en Ribera del Duero tuvo lugar un conflicto que, casualidades de la vida, tuvo como protagonista a un mismo apellido, pero a dos personas diferentes. Sorpresas te da la vida, que dice la canción.

En este caso, uno de los bandos está capitaneado por Emilio Moro. El otro, por Carlos Moro. Es decir, Matarromera. ¿La munición? El ya citado apellido. Con Matarromera no había ningún problema, hasta que Carlos decidió que había llegado el momento de poner su nombre a la bodega que iba a abrir en La Rioja. Carlos Moro tiene vinos en diferentes denominaciones de origen.

Aunque los nombres (Emilio y Carlos) son diferentes, Emilio consideró que podría ser malo para el negocio. Ellos llevaban muchos años en el candelero, y la aparición de esta nueva competencia podría crear confusión, y arrebatarle cuota de mercado. Una cuota por la que había luchado durante años.

José Moro pagar impuestos
José Moro, presidente de Bodegas Emilio Moro. Foto: Luis Malibrán.

El resultado no fue otro que una demanda de Emilio Moro contra Carlos Moro. La Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (Euipo) parece estar jugando al gato y al ratón con ambos. Sus resoluciones dan una de cal y otra de arena para ambas partes.

En ocasiones dice que Moro no es sinónimo de exclusividad para Emilio. De ahí que Carlos pueda utilizarlo en sus botellas. Pero también declaró nulo el registro de Carlos Moro por lo que lo  consideró como “aprovechamiento indebido”. Es decir, que ‘ni pa ti, ni pa mi’. Dicho de otra manera, que las ‘balas’ seguirán silbando sobre la cabeza de estos dos bodegueros hasta que haya una sentencia firme, no recurrible, sobre la marca.

EL CULEBRÓN PESQUERA

Haciendo bueno el refrán de que no hay dos sin tres, Ribera del Duero también ha sido el campo de batalla de otra guerra familiar. En este caso, se puede decir aquello de todas a una, como en Fuenteovejuna. Todas, porque fueron la mujer del fundador (Alejandro Fernández) y sus tres hijas quienes se alzaron en armas.

Alejandro Fernández contó el apoyo de otra de las hijas. Aun así, fue apartado de la gestión de la bodega. Hasta el cambio de nombre de la sociedad hizo que coincidieran en los juzgados. Falsedad en documento mercantil y público, administración desleal y de tipo societario fueron la artillería pesada que se argumentó para avivar este conflicto.

[td_block_11 custom_title=»» separator=»» post_ids=»417314″ limit=»1″ css=».vc_custom_1496993590403{border-top-width: 1px !important;border-right-width: 1px !important;border-bottom-width: 1px !important;border-left-width: 1px !important;padding-top: 5px !important;padding-right: 5px !important;padding-bottom: 5px !important;padding-left: 5px !important;border-left-color: #000000 !important;border-left-style: solid !important;border-right-color: #000000 !important;border-right-style: solid !important;border-top-color: #000000 !important;border-top-style: solid !important;border-bottom-color: #000000 !important;border-bottom-style: solid !important;border-radius: 4px !important;}» tdc_css=»»]

Como puede verse, la realidad supera muchas veces a la ficción. Los más veteranos recordarán la famosa serie de Falcon Crest, donde la pérfida Ángela Channing movía carros y carretas para salirse con la suya. Más reciente en el tiempo es una serie española, Gran Reserva, donde se daban rocambolescas situaciones familiares alrededor del mundo del vino. Que mejor guion que la vida real. ¿Acabaran estos conflictos en la pequeña pantalla?