Gibraltar español elevado al Brexit

Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha dicho que el domingo pasado fue un día triste al firmarse el acuerdo “provisional” del Brexit. Este acuerdo, provisional o transitorio, entraría en vigor el 29/03/2019 (fecha de la salida del Reino Unido de la Unión Europea) hasta lograr uno definitivo para regular la relación entre la Unión y el RU antes del 31/12/2020, aunque podría extenderse el plazo por una sola vez. Sin perjuicio del “frenadurismo” del incómodo británico, la UE es más fuerte con el RU.

Theresa May aún necesita que este acuerdo provisional/transitorio sea ratificado por su parlamento a mediados de diciembre. Algo nada claro. Puede no ocurrir, provocando inestabilidad política y económica en el Reino Unido, en la Unión Europea e, incluso, en los mercados internacionales.

Se abrirían, entonces, otros escenarios entre los que incluso está el de una desastrosa salida británica de la UE sin acuerdo. En el RU todo es posible: echar a May del gobierno, elecciones generales, otro referéndum. La ratificación del Parlamento Europeo sería para marzo de 2019.

EL BREXIT Y ESPAÑA

Pedro Sánchez ha señalado que los documentos referentes a Gibraltar del domingo pasado nos favorecen. El final de la negociación del Brexit pudo haber sido un desastre para España. El negociador de la UE, Michel Barnier, incumplió sus instrucciones o le engañaron los británicos. Todo es posible.

El hecho es que apareció un artículo “nocturno” (184) que permitiría eventualmente evadir la necesaria aceptación previa española a cualquier futuro acuerdo de la UE con el RU relativo al Peñón. Tan discreto fue el desliz que la parte española tardó en verlo. En términos futbolísticos, falló el marcaje a Barnier.

La cuestión ahora es la de determinar el valor de los documentos correctores que Sánchez enarbola triunfalmente y que afectan al tratado transitorio y a la declaración política que sienta las bases de la futura relación de los 27 con el RU. ¿Es jurídico o político? Incluso políticamente tendrían un valor decisivo. Queda claro que la UE no podrá comprometerse sobre cosas que afecten al Peñón sin el beneplácito español. Es más, el ausente no tiene razón: sin el británico en la UE, los socios europeos difícilmente podrán dar la espalda a España.

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Ello no es moco de pavo como pretenden electoralmente Albert Rivera y Pablo Casado (¡a Pablo Iglesias le da igual…!), Además, la declaración interpretativa del Consejo Europeo figura anexada a las actas del Consejo, teniendo, consecuentemente, valor jurídico. Están, asimismo, la carta conjunta de los Presidentes Tusk y Juncker y la misiva del Embajador británico en la UE reconociendo la interpretación de los 27, lo que compromete a su gobierno digan lo que digan, con ignorancia o demagogia, Casado o Juanma Moreno, enfeudado, éste último, a su fuente “imparcial”, Fabián Picardo, Ministro Principal gibraltareño.

Otra cosa es que con estos documentos se vaya a resolver al gusto español, o de Sánchez, un conflicto de 300 años. Gibraltar no volverá a la soberanía española sin el consentimiento de su población. Es una realidad como otra realidad es que el Peñón, incluido por Naciones Unidas en la lista de territorios por descolonizar, no podrá autodeterminarse porque en su caso rige la regla descolonizadora del respeto a la integridad territorial, española en este caso. Colonia inglesa o vuelta a España, pero no independiente.

Convendría que Madrid detallara mejor su oferta tentadora a los habitantes del Peñón, un ofrecimiento negociable, sobre lo que tendrían que reflexionar tranquilamente. La negociación formal será entre España y el RU, pero la población local tendrá que refrendarla. Los españoles deben tener paciencia y tratar a los gibraltareños como a uno mismo.

Carlos Miranda es Embajador de España