El reto de la electrificación: Iberdrola y Endesa aceleran inversiones en redes

La electrificación de la economía va a ser un vector para la recuperación. La infraestructura de red en un ámbito empresarial y doméstico enganchado de forma masiva a la electricidad verde va a requerir elevadas inversiones. Un negocio para las grandes eléctricas que previamente tendrán que destinar sus recursos a la digitalización y automatización de las redes de distribución. Iberdrola anuncia 27.200 millones para el negocio de redes, a seis años. Endesa destinará 10.000 M€, hasta 2023, a la innovación de la red para mejorar el servicio y flexibilizar de demanda en hogares y empresas de hasta 1.000 MW. Ambas lideran la transformación de las redes en un ambiente de reproches a la poca ambición del Gobierno.

Para Iberdrola resulta “imposible pensar en los objetivos del PNIEC, con una electrificación masiva” en todos los grandes sectores “sin inversiones adicionales en redes”, recordaba recientemente la consejera delegada en España, Ángeles Santamaría. De hecho, las previsiones del Gobierno estiman en más de 58.000 M€ la inversión adicional tanto para redes como para electrificación en la próxima década.

En el caso de Endesa, el director general de Relaciones Institucionales y Regulación, José Casas, incide en la necesidad de una reforma fiscal que reparta equitativamente la carga impositiva sobre todas las energías. “Para que avance la electrificación, lo más urgente e importante es dejar de penalizar a la electricidad mediante impuestos y cargas parafiscales”, porque “más de la mitad de la factura de electricidad son costes que no deberían estar ahí, mientras que los impuestos a otras fuentes de energía en España son de los más bajos de Europa”, concluye.

Las grandes eléctricas Iberdrola, Endesa, Naturgy, EDP y Viesgo tachan de poco ambicioso el objetivo de electrificación del 28% a 2030 recogido en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), sobre todo, en el contexto de la estrategia de descarbonización a 2050, y el objetivo elevado por la UE hasta al 55% a diez años. Las energéticas que se agrupan bajo el paraguas de la patronal eléctrica Aelec, señalan que habría que situar el objetivo español de electrificación próximo al 35%.

EL EFECTO TRACTOR DE UNAS REDES RENOVADAS

El camino hacia a la descarbonización pasa necesariamente por una red eléctrica renovada y fortalecida. La infraestructura de distribución es la que va a facilitar al máximo la transición energética para que cumpla su papel impulsor hacia el resto de sectores. Por eso las grandes compañías consideran que la electrificación debe ser considera candidata a los fondos europeos para la recuperación, sobre todo por la importante presencia en la cadena de valor, en la que el 95% de empresas son españolas.

La secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen, destacaba hace unos días la necesidad de “adaptar el sistema energético para que todas las renovables con marcado carácter variable se integren en el sistema, que debe ser más flexible, dinámico y distribuido”. Aunque mucho se ha avanzado, todavía queda un largo camino en materia de almacenamiento, gestión de la demanda y la hibridación tecnológica para lo que será imprescindible “transformar nuestras redes en sistemas mucho más inteligentes, a través de la digitalización y automatización”.

Tanto es así que la recuperación económica dependerá, en gran medida, de la complicidad de las empresas del sector eléctrico con las administraciones y su predisposición hacia los grandes desafíos, puesto que la electrificación mejora la eficiencia energética y es necesaria para el futuro del transporte, edificación e industria.

MILLONES DE INSTALACIONES CONECTADAS

Desde Naturgy se pide una “regulación estable, predecible y eficiente para hacer inversiones a largo plazo que generen un efecto de tractor en el resto de la economía”, en criterio del director general de Gestión de la Energía y Redes de la compañía, Pedro Larrea. El directivo de Naturgy reclama que se eleve el límite de inversiones en la distribución eléctrica, ahora fijado en el 0,14% de PIB.

En el mismo sentido, exige una regulación acorde, “no sólo económica, sino de licencia, rapidez y tramitación de servicios” y apuesta por “la eficiencia y la inteligencia”, lo que describe como “fomentar aquellos procesos de transformación eficientes y no tirar infraestructuras ya existentes”, ante la necesidad de mecanismos de capacidad “para permitir que sigan funcionando las tecnologías de respaldo a las renovables”.

Por parte de Viesgo, Francisco Rodríguez, director general de Generación, Regulación y Relaciones Institucionales considera “fundamentales la evacuación de toda la generación distribuida y el autoconsumo que vendrá, porque son fundamentales para la digitalización del sistema eléctrico”.

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El representante de Viesgo recuerda que “si antes teníamos millones de consumidores conectados, en adelante serán millones de instalaciones de generación, de almacenamiento, de autoconsumo, de puntos de recarga, de generación distribuida, que va a hacer necesario que todas las redes estén conectadas y permitan flujos bidireccionales de energía y que toda la red esté automatizada”.

Según el informe World Energy Outlook 2020 de la Agencia Internacional de la Energía en la próxima década, el mundo tendrá que invertir un 80% más en redes de lo invertido en la última década y, en economías como la española, en las que se aceleran los procesos de transición energética, ese porcentaje será aún mayor.

“Las redes de distribución tienen una gran capacidad de generar empleo industrial, muy disperso, muy capilar, en territorios rurales, mejorar la calidad del suministro eléctrico y así atraer otro tipo de inversiones”, finaliza Rodríguez.

María Castañeda
María Castañeda
Redactora de MERCA2 de empresas y economía; especializada en energía, sostenibilidad y turismo.