El dilema del prisionero del fútbol en televisión

Ni los Oscar ni los Presupuestos Generales del Estado; el culebrón español por excelencia es el del fútbol. Una cuasi confrontación política por el control del llamado «circo moderno» que peligra tras haberse convertido en negocio mundial. No en vano, la especulación propiciada por la entrada de países emergentes y los fondos de inversión en el fútbol han centrado su participación tanto en los clubes como en los derechos televisivos.

Y es que lejos quedan ya aquellos improperios de Polanco en pos de conseguir «su canal» privado de televisión en tiempos de Felipe González a comienzos de los noventa. Por aquel entonces, el imperio de comunicación que Grupo Prisa estaba en ciernes de consolidar no concebía que otro gobierno socialista le dinamitara sus cimientos y la llegada de Internet les expulsaría del negocio que es ahora el fútbol.

EQUILIBRIO Y PARADOJA DEL FÚTBOL

Cuanto menos, es curioso ver como no solo los jugadores o los clubes son vistos como activos, sino también las propias competiciones. Se le atribuyen fundamentales como los títulos conseguidos por sus equipos, lo disputada que es, las camisetas que venden sus jugadores o la repercusión de estos como influencers. Son sólo algunos ejemplos.

No en vano, muchas veces se reflejan con tino ciertos modelos e intuiciones económicas en la realidad. Una de las más conocidas es la teoría de juegos, desarrollada por John Nash, que cuenta hasta con una producción hollywoodiense, un actor galardonado con un Oscar y el mundialmente conocido «dilema del prisionero».

En cada adjudicación de nuevos derechos se alargan las conversaciones, se distorsionan los precios y se genera deuda en los partícipes

Es esta teoría la que nos permite fotografiar ese equilibrio que poseían Prisa, Telefónica y Televisió de Catalunya en los inicios. Lo que pudo ser un oligopolio devino en un acuerdo tácito por la emisión, adjudicación y compra de los derechos televisivos del fútbol español: LaLiga, La Copa y una desatendida venta internacional de estas competiciones.

No sería casi hasta la entrada de Mediapro cuando se rompería este frágil equilibrio; pero si de algo no cabe duda es que el Ente lo dinamitó todo. Forzó a los operadores actuales: Telefónica Vodafone y Orange a armonizar sus decisiones para luchar por los suscriptores, lo que esbozó otro «equilibrio» debido a las elecciones egoístas de todos los agentes como resultado de la paradoja de Braess.

Una paradoja retratada en cada adjudicación de nuevos derechos, que alarga las conversaciones, distorsiona los precios y genera deuda en los partícipes que acuden a la subasta en vez de evitar las obligaciones financieras que esta les genera si no optaran por emitir el deporte rey.

Esto demuestra que lejos de mejorar la coyuntura en una situación de mayor competencia, se entorpece por las decisiones egoístas de los agentes. Basta con compararlo con la congestión que sufre una autopista con varios ramales secundarios. Lo curioso es que incluso en esta situación existe un único equilibrio de Nash.

Asimismo se prevé un empeoramiento de la situación con la presencia de las plataformas digitales y el interés de gigantes como Amazon y Facebook en un entorno en exceso inflacionario. Pero ¿cómo se ha llegado a esto? La respuesta la tiene la evolución de la llamada «guerra del fútbol».

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CRONOLOGÍA (BREVE) DE UN CONFLICTO

Audiovisual Sports se funda unos años más tarde de que Canal+ entrara en los hogares españoles, en 1997, con el objeto de administrar y explotar los derechos televisivos de LaLiga y la Copa del Rey. El Ente reúne a los propietarios de los derechos del fútbol español; Sogecable –Prisa–, Vía Digital –Telefónica– y TVC.

En un comienzo, los entes se repartían la emisión de los partidos en abierto debido a que el fútbol era considerado por el Gobierno como evento de interés público. Categoría que perdió con el paso de los años después del inicio de «la guerra del fútbol».

Esta comenzó con las tiranteces entre Prisa y Telefónica. El grupo de Polanco trataba de eliminar de la ecuación televisiva a la empresa de telecomunicación. Es cierto que lo consiguió, pero pagó el precio de que su enemigo entrara en el accionariado.

Mientras tanto, Mediaproducción Sociedad Limitada Unipersonal (Mediapro) estaba dando sus primeros pasos con Jaume Roures a la cabeza. Pero no sería hasta 2006 cuando consiguió la relevancia nacional que posee ahora al integrarse en Imagina Media Audiovisual con Grupo Globomedia. Justo durante el primer mandato de José Luis Rodríguez Zapatero.

Como la historia es caprichosa, Mediapro se incorpora ese mismo año a la puja del deporte rey, expulsando a TVC de «la fiesta» para luego iniciar el segundo episodio de la guerra del fútbol. Rompe la baraja al incumplir el acuerdo firmado con Sogecable sobre la emisión de los partidos. Hecho que tiene lugar en medio de una vorágine de deuda que asolaba al deporte rey patrio, para entonces vigilado por las Autoridades y advertido por la UEFA.

La reacción de Audiovisual Sport fue llevar a Mediapro a los juzgados. Lo que dio pie a un idilio judicial que concluyó en 2015, cuando el Supremo falló en favor de Mediapro y pagó a Prisa con la misma moneda que el grupo de Polanco usó contra Telefónica dos lustros atrás.

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Esto dio la puntilla al gigante de la comunicación, cuya desmesurada deuda incrementó a niveles incontrolables y presenció la venganza de Telefónica al reducir su posición en la entidad. Si bien, la caída de Prisa no finalizó la guerra del fútbol ni los intereses políticos sobre este deporte.

 LA AMBICIÓN DE TEBAS

La batalla que inicia en 2003 Javier Tebas para frenar la desigualdad en el reparto televisivo propicia su presidencia en la LFP gracias al apoyo masivo de los clubes diez años más tarde. Estos habían cedido en su mayoría los derechos a Mediapro salvo el FC Barcelona, el RCD Celta, la Real Sociedad SAD y el RCD Español, todos ellos propiedad de Telefónica, ahora Movistar+.

Desde un comienzo, Tebas destacó como el gran gestor de la deuda de La Liga y perseguidor de los amaños. Logros que le facilitaron conseguir en 2015 la venta centralizada de los derechos televisivos de la Liga gracias al apoyo del Consejo Superior de Deportes (CSD). Un claro guiño al modelo británico que cambiaría para siempre el status quo en nuestro país.

Y es en este momento, con la pugna por la explotación de los derechos internacionales, cuando Mediapro se erige como el rival más fuerte para gestionarlos. Curiosamente, solo encontró la oposición del Real Madrid, que prefería a Telefónica como la entidad gestora de esos derechos. Una vez más, los intereses políticos entraron en juego.

Mediapro acabó ganando la batalla, y se hizo con los derechos televisivos de nuestra competición. En la actualidad, cede los derechos a las operadoras (Movistar+, Vodafone y Orange) por cuantías millonarias para que puedan ofertar su emisión a los clientes; pero ha tensado tanto la cuerda, que está a un paso de quebrarse.

Mediapro posee los derechos de La Liga por una temporada más, así como la Champions League hasta junio. De renovar ambos, supondría un desembolso nada desdeñable y que desde las operadoras no se contempla aumentar otra vez, como pretende Javier Tebas con los 2.600 millones por dos temporadas que pide para el nuevo concurso de LaLiga.

¿Cuánto tiempo se podrá estirar la continua inflación de un negocio deficitario por tradición en nuestro país? Parece que no demasiado, ya que en el mes de abril hemos visto la primera baja: la de Vodafone, que no ha presentado oferta por la Champions League, a diferencia de Movistar+ y Orange. Eso sí, sus propuestas han estado por debajo de los 1.100 millones de euros que pedía Mediapro.

MODELO BRITÁNICO

El buen hacer de la Premier League ha sido el objeto de deseo en nuestro país por parte de la LFP, en especial por los montantes económicos. Pese a que España es un país en el que el deporte es imprescindible en la sobremesa y cuenta con muy buena audiencia en televisión, en especial el fútbol, hay pequeños detalles que marcan la diferencia.

Sky y BT comparten los derechos televisivos de la Premier, con cinco la primera; uno la segunda. Entre ambos entes invirtieron 7.000 millones de euros por tres campañas; lo que antojó inalcanzable la cifra pese a que no televisan todos los partidos. La explicación: diez millones de suscriptores solo en las Islas. Movistar+ no llega a los cuatro millones de abonados en nuestro país.

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En Inglaterra la competencia es feroz, y tanto Sky como BT tendrán que lidiar con Amazon Prime, con experiencia en streaming en la NFL –fútbol americano– o torneos de tenis de la ATP. Y es que el presupuesto de gigantes tecnológicos como Amazon o Facebook no tiene comparación con el de los entes del modelo tradicional, lo que revolucionaría el negocio de la retransmisión deportiva por completo de entrar en él.

En lo que respecta a la repercusión fuera de Europa, ya sea en África, Asia o incluso en Norteamérica, los partidos de la Premier siempre están presentes en la parrilla de la televisión de pago, cosa que no se ve de nuestra competición. Además, a excepción de los futbolistas mediáticos de nuestra Liga, las camisetas que más se ven son de la Premier. Esto habla de un deporte que se ha convertido en un espectáculo-negocio hasta para los clubes, ahora más parecidos a una empresa que a un compendio de jugadores-seguidores.

Florentino Pérez quiso poner la primera piedra en nuestra liga con fichajes orientados al mundo sajón y al chino: Kaká, Beckham, Cristiano o Bale, entre otros, para poder competir contra el Manchester United y hacerse hueco en EE.UU.. Tirón que no ha acabado de aprovecharse por parte de la LFP hasta este año, pero que ha sido de ayuda para su crecimiento.

DEUDA, STREAMING Y PIRATERÍA

Las cuentas no salen. Eso bien lo saben las operadoras, en especial Vodafone. La filial española es consciente de que puede perder hasta 400.000 clientes al no comercializar el fútbol; pero prepara el contragolpe desde el cine, las series y la rebaja de precios que rentabilizarían esta decisión. Un desahogo ante lo caros que resultan los paquetes deportivos en nuestro país, incitando a muchos hogares a la piratería. Pérdidas que ningún operador o la propia LFP quieren cuantificar.

Antonio Coimbra fue tajante; en el escenario antes descrito, Vodafone España ganaría cuarenta millones de euros, ya que no puede trasladar el precio real del fútbol a los abonados. Movistar+, que cuenta con series propias y acuerdos con Netflix, está casi en la misma situación. Si bien, no quiere que la coyuntura se convierta en una guerra de desgaste como en otras ocasiones ya que sería terrible para el negocio. Alusión clara a la paradoja de Braess.

Orange, por su parte, es la teleoperadora con menos abonados al fútbol, por lo que su situación es más próxima a la de Vodafone. Esto nos lleva a un momento de bloqueo, ya que las operadoras tampoco se plantean destinar más al alquiler fijo por la señal de BeinSports, en caso de que Mediapro decidiera seguirle el juego a la LFP otra vez.

El presidente de la LFP pretende comercializar en agosto de 2018 un servicio online de los partidos de la Liga

Es aquí cuando entra en juego la pericia de Javier Tebas y otros entes como Masmóvil. El presidente de la LFP pretende comercializar en agosto de 2018 un servicio online de los partidos de la Liga; y en cuanto a la operadora española, su crecimiento le permitiría ser un caballo de Troya. Con ello se empujaría al resto de operadoras a acudir a la cesión de los derechos televisivos del fútbol patrio por los montantes que baraja la LFP. Aviso a navegantes.

Pese a que la idea de Tebas es revolucionar el fútbol patrio, posiblemente no la vea realizada hasta el verano que viene. Será entonces cuando expiren los actuales derechos televisivos de La Liga con Amazon y Facebook al acecho, y Sky recién instalada en nuestro país; oferente de los partidos de segunda división. Lo dicho, un culebrón a la altura del de los Presupuestos Generales del Estado con repercusión hasta en China, el segundo país por PIB per cápita del mundo.

REPERCUSIÓN INTERNACIONAL

Si en tiempos de Franco se comentaba que el Real Madrid era el mejor embajador de España, en Democracia se puede decir esto de LaLiga. Consecuencia de ello es el casi desembarco de Tebas en el Calcio, el fútbol italiano, de la mano de Mediapro, que, en un principio, se había hecho con los derechos de televisión nacionales de la Serie A durante las próximas tres temporadas a comienzos de 2018.

La adjudicación se produjo por 1.050 millones de euros por campaña con el ente en calidad de intermediario. Por supuesto, la cuantía es menor que la pedida por la LFP, pendiente de recibir el aval de Mediapro; pero Sky, que no quiere quedarse huérfana de su habitual renglón en el libro contable, impugnó la adjudicación para evitar lo que ocurre en España.

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Claudio Maragnoni, el juez del tribunal de Milán que dio la razón a Sky, falló a favor de ésta al entender que el ente español es en realidad un «operador global» y que no respeta las leyes antimonopolio. No solo le condenó a pagar las costas del juicio, valoradas 15.600 euros; sino que además le obliga a presentar una nueva oferta al Calcio por los derechos de la Serie A. Por el momento, todo está en el aire en Italia, al igual que los derechos de LaLiga a partir de 2020.

Un varapalo que ha generado los rumores acerca de la próxima desvinculación del fútbol por parte de la productora de Roures tras la próxima licitación de los derechos de LaLiga, aquellos pertenecientes para el periodo de 2020 a 2023. El objeto: centrarse en su faceta de productora de series y películas, siguiendo los pasos de Netflix o Movistar+.

Fuera de la Unión Europea, nuestro fútbol levanta pasiones incluso entre los inversores chinos. A comienzos de marzo, el fondo de inversión Orient Hontai cerró la compra del 53% de Mediapro por 900 millones de euros, dejando a Jaume Roures a cargo de las inversiones estratégicas pese a tener solo un 12% del accionariado, al igual que Tatxo Benet.

Una compra que se produce en un momento crítico en el país oriental al haberse regulado la inversión en el deporte rey por parte de las Autoridades. El objeto es evitar una burbuja desproporcionada como la que se vive en el resto del mundo.

Por si la amalgama de actores no fuera suficiente, tenemos otro frente político abierto: Cataluña. De haber independencia, Tebas fue claro respecto a la participación del FC Barcelona en La Liga; además, podría fomentar las tensiones durante la negociación de derechos con la propia Mediapro. En especial porque Jaume Roures está siendo investigado por mantener presuntas relaciones con la trama soberanista. Todos estos detalles devaluarían nuestra competición.

Un futuro millonario en el aire que cuando aún contábamos en pesetas era una preocupación mayoritariamente política. Esta se mantuvo en equilibrio dada la importancia del fútbol en la sociedad; pero que hoy en día, con la aparición de Internet y nuevas plataformas digitales, paradójicamente amenaza con desbaratarse en vez de aprovechar todos los recursos disponibles en el status quo reinante.