Coronavirus y ventiladores pulmonares: la curiosa historia de Escribano

El avión procedente de Turquía, con 150 ventiladores mecánicos, finalmente aterrizó en España. De ello, se congratularon tanto el ministro de Sanidad, Salvador Illa, como las comunidades que los habían adquirido: Castilla-La Mancha, Cataluña y Navarra. El titular de la cartera sanitaria también destacó que “España ya dispone de una producción nacional relevante” de equipos de ventilación mecánica. Muy necesarios para hacer frente al coronavirus.

Será así gracias a dos empresas que pueden fabricar 400 de estos equipos al día. Una de ellas es Hersill. La otra, Escribano Mechanical & Engineering (M&E). En conjunto, la alianza entre ambas desarrollará y fabricará 5.000 ventiladores pulmonares en menos de ocho semanas. Un soplo de aire fresco para hacer frente al coronavirus. Las capacidades tecnológicas de Escribano M&E hacen posible el incremento de la producción de estos respiradores en más de un 600%. Se pasará de una producción diaria de 10, a otra de 100.

Las capacidades tecnológicas de Escribano M&E hacen posible el incremento de la producción de estos respiradores en más de un 600%

El reparto de tareas es el siguiente: Hersill fabrica el ventilador Vitae 40. Escribano M&E, por su parte, se encarga de la fabricación, aprovisionamiento de materiales, integración, montaje y pruebas funcionales de los respiradores. Es decir, que se hará cargo de más del 80% de la producción.

Pero detrás de esta alianza, vital para hacer frente al coronavirus, hay una curiosa historia. Escribano M&E, en la actualidad, se dedica a la fabricación de sistemas complejos de Defensa en Alcalá de Henares. Pero todo arrancó en Coslada, allá por 1987, como un taller familiar dedicado a la fabricación de componentes mecánicos.

CORONAVIRUS Y EL FONDO SOBERANO DE OMÁN

Escribano no estaría ahora fabricando instrumental que salva vidas frente al coronavirus si no hubiera sido por Ángel Escribano Muñoz. Él, en un modesto garaje, abrió un taller familiar. ¿Su nombre? Taller Escribano. Un año después, sus hijos (Ángel y Javier) acabaron los estudios de mecánica de FP en los Salesianos de Coslada. Y éstos decidieron que había llegado el momento de dejar de fabricar repuestos para carretillas de Toyota en una nave de cien metros cuadrados.

Así, con la energía y el desparpajo que se tienen a los 19 años, cogió su bicicleta y se plantó a las puertas de Construcciones Aeronáuticas (CASA), hoy encuadrada dentro de Airbus. Eso sí, contó eso que se suele definir como una mentira piadosa para poder traspasar el umbral. Les dijo que tenía una cita con una persona de compras, pero que no recordaba su nombre. Tan bien vendió lo que hacían, que les convenció. A partir de entonces, comenzaron a fabricar piezas del lanzador de satélites Ariane 5.

[td_block_11 custom_title=»» separator=»» post_ids=»303647″ limit=»1″ css=».vc_custom_1496993590403{border-top-width: 1px !important;border-right-width: 1px !important;border-bottom-width: 1px !important;border-left-width: 1px !important;padding-top: 5px !important;padding-right: 5px !important;padding-bottom: 5px !important;padding-left: 5px !important;border-left-color: #000000 !important;border-left-style: solid !important;border-right-color: #000000 !important;border-right-style: solid !important;border-top-color: #000000 !important;border-top-style: solid !important;border-bottom-color: #000000 !important;border-bottom-style: solid !important;border-radius: 4px !important;}» tdc_css=»»]

No fue fácil. Porque les estaba vendiendo hacer una cosa que nunca antes habían hecho. Los años pasaron, y hay que llegar a 2011 para verles dar otro paso al frente. Por aquel entonces, fabricaban para la industria aeronáutica. Fue en Barcelona donde su historia comenzó a girar de nuevo.

Allí, en un evento, Ángel Escribano conoció a un colega del ramo que trabajaba en Omán. Lo que más deseaba en la vida era ver un partido del Real Madrid en el Bernabéu. Ángel movió los hilos… y deseo cumplido. En agradecimiento, esta persona se ofreció a ponerles en contacto con el fondo soberano de Omán. Dicho y hecho. Y el fondo acabó invirtiendo 18 millones de euros comprando el 32% de la compañía. El porcentaje restante sigue en manos de los hermanos Escribano. Y han pasado de fabricar tecnología de Defensa para echar un mano en la lucha contra el coronavirus.