Este año cierra marcado por el impacto de la demanda energética de la IA, tanto es así que ha propiciado el aumento de la inversión en energías limpias con 2,2 billones de dólares para 2025. Esta es la principal tesis del último análisis de Christian Rom, gestor del fondo DNB Fund Renewable Energy en DNB Asset Management.
En este sentido, indica que la inversión en energías respetuosas con el medio ambiente se ha ganado un espacio muy marcado en el panorama global, a pesar de que hay ciertos actores geopolíticos como Estados Unidos que han generado, durante este año, incertidumbre en el plano energético.
Debido al acelerado consumo de los centros de datos y de las infraestructuras de inteligencia artificial, unos espacios cada vez más demandados por su importancia tecnológica, la inversión en energía renovable desde el punto de vista del analista se ve como una solución al problema del elevado consumo energético. No obstante, según da entender el analista de DNB en su informe, la escalada del consumo y de su respectiva inversión responde a una serie de retos globales que afectan a la economía.
En primer lugar indica que la polarización actual ha dado pie a que existan tendencias hacia la desglobalización. Por lo que, el analista apunta a que es necesario que occidente invierta en sus propias infraestructuras de energía, “con el fin de permitir, tras décadas de dependencia de China, una relocalización de la fabricación y del procesamiento de recursos”. En este sentido y bajo este contexto, el informe señala que la inteligencia artificial puede actuar como un catalizador.
La inversión en energía limpia se posiciona a pesar de un entorno de incertidumbre
Por otro lado, el rápido crecimiento de los centros de datos pone de manifiesto que la IA necesita mucho “más que potencia de cálculo”, ya que actualmente, uno de los principales cuellos de botella es el tiempo necesario para garantizar suministro eléctrico de estas infraestructuras electro intensivas.
Por ello, el analista apunta a que la principal solución a la que se está optando es el uso de los motores de gas móviles e independientes de la red, con capacidad de almacenamiento. DNV indica que la apuesta se está dando hacia esas tecnologías, debido a que “las centrales nucleares existentes ya han sido comprometidas mediante nuevos contratos y modernizadas, y que las carteras de pedidos de turbinas de gas están completas hasta finales de la década.”
A este puzle energético también se le añade el estado actual de las redes eléctricas, que envejecidas, tendrían dificultades para hacer frente al aumento de solicitudes de conexión, a los perfiles de carga cambiantes, al creciente peso de las energías renovables intermitentes y al repunte de la demanda. Por ello el analista apunta a que para hacer frente a este problema, es necesario aumentar el ritmo de inversión que se realiza a la red eléctrica en la siguiente década. No obstante, también añade que este suceso no se dará “sin debates sobre su asequibilidad».
DNB adelanta en este informe, que la política energética de los próximos años exige una estrategia de “All-of-the-Above”, que incluya también las energías renovables. En este sentido, el analista indica que “las curvas de aprendizaje de la solar, la eólica y las tecnologías de almacenamiento conducirán con el tiempo a nuevas reducciones de costes, a medida que sigan escalando”.
Además, señala que aunque la transición energética se haya ralentizado por el aumento del coste de capital, sus consecuencias como las pérdidas de productividad económica fruto del cambio climático, acelerará la apuesta por modelos amparados dentro de la transición energética.
En definitiva, la inversión global en energías limpias ha llegado a una cuota de 2,2 billones de euros, debido al impacto que ha tenido en el consumo la llegada de la inteligencia artificial. Aún así para que este desarrollo sea estructurado, existen múltiples retos como el desarrollo propio de infraestructuras en suelo occidental, al igual que la inversión en redes y el cambio en las políticas energéticas.
En este último apartado, el análisis firmado por Christian Rom, gestor del fondo DNB Fund Renewable Energy en DNB Asset Management, no pierde la esperanza, ya que confía “en que la transición energética no se ha descarrilado y en que continúen existiendo las condiciones necesarias para que las tecnologías limpias sigan ganando cuota de mercado.”








