Hay decisiones que no se toman una sola vez. Se toman muchas. Dejar de fumar es una de ellas. Y no porque falte ganas, sino porque el tabaco no se engancha solo al cuerpo: se cuela en las rutinas, en los nervios, en los silencios incómodos y en esa falsa calma que promete y nunca cumple del todo. De esto habla Robert Sasuke en uno de los episodios más honestos de su pódcast, a raíz del mensaje de un oyente que había conseguido dejarlo… y volvió. Y ahora no sabe cómo salir otra vez.
No es una historia rara. Es, de hecho, bastante común. Personas que llevan años fumando, que lo han intentado “en serio” más de una vez y que, tras varias recaídas, llegan a un punto de agotamiento emocional. El tabaco empieza a pasar factura a la salud, a la convivencia en casa, a la propia imagen. Y ahí aparece una sensación muy concreta: la de no poder. El mensaje de Sasuke es claro y tranquilizador a la vez: dejar de fumar es una decisión personal, sí, pero no siempre se puede ni se debe hacer solo.
Cuando pedir ayuda deja de ser un fracaso

Uno de los puntos más potentes del episodio tiene que ver con esto. Sasuke no se anda con rodeos: cuando ya has probado todo lo que estaba en tu mano, cuando la familia apoya pero no basta, buscar ayuda profesional no es rendirse, es ser sensato. Médicos, psicoterapeutas o psiquiatras especializados en drogodependencias están ahí precisamente para estos casos.
El tabaco no es solo un hábito feo que hay que quitar. Es una conducta con raíces emocionales, psicológicas y relacionales. Pretender resolver algo así únicamente “echándole ganas” suele acabar en frustración. La ayuda profesional no te quita mérito. Te da herramientas. Y, sobre todo, te devuelve una sensación muy necesaria: la de no estar luchando a ciegas.
La ansiedad no se vence a golpes, se atraviesa

Si hay un enemigo claro al dejar de fumar, ese es la ansiedad. Aparece de golpe, sin pedir permiso, y empuja a repetir el gesto casi sin pensar. Sasuke insiste en algo importante: el impulso no se combate, se atraviesa. Y para eso, el cuerpo tiene que bajar revoluciones.
Aquí entran en juego técnicas de respiración y relajación profunda, como la relajación muscular progresiva de Jacobson. No son trucos milagro. Pero funcionan. Ayudan a que el pico de ansiedad baje lo suficiente como para no actuar de inmediato. Crean un pequeño espacio entre el deseo y la acción. Y a veces, ese espacio lo cambia todo.
Cambiar el gesto para no romperse por dentro

Otro enfoque interesante es el de la sustitución. Sasuke lo explica de forma muy clara: un hábito muy arraigado no se elimina, se reemplaza. Intentar borrarlo de golpe suele ser poco realista y muy duro. En cambio, sustituir el gesto cuando aparece la ansiedad puede marcar la diferencia.
Habla, por ejemplo, de simular el acto de fumar. Doblar un papel, llevarlo a la boca, incluso oler aquello que se echa de menos. Puede sonar extraño, pero el cerebro asocia ese ritual a calma. Engañarlo un poco, durante unos minutos, puede ser suficiente para que el impulso pase. No es el final del camino, pero sí un salvavidas en momentos concretos.
El entorno también fuma contigo
Aquí no hay medias tintas. Si el tabaco está cerca, manda. Por eso, Sasuke insiste en limpiar el entorno: tirar las cajetillas, no guardar “por si acaso” y poner límites claros al círculo social. Pedir que no se fume cerca o que no se lleve tabaco a casa no es exagerar. Es cuidarse. Dejar de fumar ya es bastante difícil como para hacerlo rodeado de tentaciones.









