Esta sanción ha caído como un jarro de agua fría sobre quienes pensaban que las multas solo llegaban por pisar el acelerador más de la cuenta. La Dirección General de Tráfico (DGT) ha modificado el reglamento para castigar con dureza una inacción que cuesta vidas: no apartarse correctamente cuando el invierno y las retenciones atrapan a miles de coches en la autopista.
Resulta curioso cómo nos hemos acostumbrado a vigilar los radares mientras ignoramos comportamientos que bloquean el sistema circulatorio del país. La DGT ha sido clara en su última actualización normativa para este invierno de 2025: obstaculizar el paso a una quitanieves o ambulancia se paga caro, tanto en euros como en el saldo de puntos. Ya no basta con frenar y esperar a que pase el temporal; ahora la ley exige una maniobra activa, precisa y solidaria que muchos conductores todavía desconocen por completo. Si te quedas quieto en tu carril mirando el móvil mientras las sirenas aúllan detrás, prepárate para perder cuatro puntos del carné.
¿Qué es el «corredor de rescate» y por qué es obligatorio?
Durante décadas hemos visto cómo en Alemania o Austria los coches se apartaban como las aguas del Mar Rojo ante cualquier atasco, una conducta que aquí mirábamos con cierta envidia y escepticismo. La DGT ha importado finalmente este concepto bajo el nombre de «carril de emergencia», obligando a crear un pasillo central en autopistas y autovías siempre que el tráfico se detenga o ralentice bruscamente. No es una sugerencia de cortesía, sino una norma de tráfico pura y dura que busca reducir los tiempos de llegada de los servicios de auxilio en hasta un 40%.
La mecánica es sencilla sobre el papel pero parece que se nos atraganta en la práctica: los del carril izquierdo deben pegarse a la mediana y los del derecho al arcén. El problema es que muchos conductores siguen pegándose al coche de delante sin dejar espacio lateral, bloqueando de facto el único acceso viable para las grúas y los equipos médicos. Esta falta de previsión es lo que Tráfico ha decidido perseguir con el mismo ahínco que el exceso de velocidad o el uso del cinturón.
Adiós a adelantar a las quitanieves (bajo ninguna excusa)
El invierno trae consigo otra prohibición absoluta que cambia las reglas del juego cuando el asfalto se tiñe de blanco o aparece el hielo. La normativa establece que queda terminantemente prohibido rebasar a una máquina quitanieves que esté operando en la vía, una maniobra que muchos realizaban con impaciencia al ver que el vehículo de servicio circulaba lento. La lógica es aplastante: si la máquina está ahí es porque delante las condiciones son impracticables o peligrosas, y adelantarla solo garantiza un bloqueo monumental unos metros más adelante.
Además de la seguridad física, hay una cuestión de eficiencia logística que la administración quiere proteger a toda costa para evitar colapsos históricos como el de la AP-6. Al intentar ganar unos metros, los turismos acaban entorpeciendo el trabajo de limpieza, dejando a la quitanieves atrapada en el mismo atasco que intentaba solucionar. Por eso, la instrucción es mantenerse siempre detrás, con paciencia y distancia, hasta que el operario o la Guardia Civil indiquen lo contrario.
La letra pequeña que te quita los 4 puntos
Muchos conductores se preguntan cómo es posible que una infracción de comportamiento reste casi los mismos puntos que conducir bajo los efectos del alcohol o saltarse un stop. La respuesta de la DGT radica en el concepto de «conducción temeraria» o «entorpecimiento grave» cuando la acción impide el socorro de víctimas o agrava una situación de emergencia invernal. No facilitar el paso en estas condiciones críticas se considera ahora una falta muy grave, equiparable a poner en riesgo directo la vida de terceros.
El agente no necesita pararte en el momento para tramitar la denuncia, ya que las cámaras de control y los drones tienen orden prioritaria de vigilar estas situaciones. De hecho, las sanciones pueden llegar semanas después a casa, acompañadas de la temida foto que demuestra que tu coche era el tapón que impedía avanzar a la ambulancia. Es un cambio de paradigma: ya no se castiga solo lo que haces mal, sino lo que dejas de hacer bien cuando la situación lo requiere.
¿Estamos preparados para conducir «a la alemana»?
La implementación de estas normas choca frontalmente con una cultura de la conducción a veces demasiado individualista y poco acostumbrada a pensar en el flujo colectivo. Adaptarse a la disciplina del carril de emergencia requiere una atención constante al entorno, no solo al parachoques que tenemos delante, algo que cuesta horrores en la era de las distracciones digitales. Sin embargo, la DGT no parece dispuesta a dar más treguas pedagógicas tras las campañas informativas de los últimos meses.
Este invierno servirá como prueba de fuego para ver si los conductores españoles asimilamos que la carretera es un espacio compartido donde la solidaridad es obligatoria por ley. Quizá la amenaza de perder cuatro puntos sea el incentivo necesario para cambiar hábitos que llevan décadas enquistados en nuestra forma de coger el volante.










