martes, 30 diciembre 2025

Daniel López Rosetti (68), médico: “La dieta mediterránea no solo es saludable; también es cultura, historia y forma de vida”

La dieta mediterránea propone una forma de alimentarse que integra ciencia, tradición y placer. No solo reduce riesgos cardiovasculares: también promueve hábitos cotidianos que mejoran la salud, el bienestar y la calidad de vida integral.

Durante mucho tiempo, la alimentación fue reducida a una suma de calorías, nutrientes y prohibiciones. Sin embargo, cada vez más especialistas coinciden en que comer bien es algo mucho más amplio. En ese cruce entre ciencia, historia y hábitos cotidianos aparece un modelo que resiste modas y gana consenso: la dieta mediterránea.

El médico Daniel López Rosetti lo explica en su libro Recetas para vivir mejor y más tiempo, donde dedica un capítulo completo a la dieta mediterránea, un patrón alimentario respaldado por la evidencia científica y por siglos de tradición.

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La dieta mediterránea es avalada por la ciencia y la experiencia

La dieta mediterránea es avalada por la ciencia y la experiencia
Fuente: agencias

López Rosetti no habla desde la teoría. Señala que la dieta mediterránea es la que practica la mayor parte del tiempo, no desde la exigencia de la perfección, sino desde una idea simple y realista: lo perfecto suele ser enemigo de lo bueno. En su experiencia clínica y personal, este modelo alimentario no solo mejora indicadores médicos, sino que también favorece el bienestar físico y mental.

La dieta mediterránea es recomendada por algunas de las instituciones científicas más prestigiosas del mundo. Entre ellas se encuentran la American Heart Association, la Organización Mundial de la Salud, la Sociedad Europea y la Sociedad Argentina de Cardiología, la FAO, la Sociedad Americana de Nutrición y la Fundación Dieta Mediterránea de Barcelona. Este consenso no es casual.

Uno de los pilares de esa validación es el estudio PREDIMED, una investigación a gran escala que demostró que la dieta mediterránea reduce de manera significativa los eventos cardiovasculares, como el infarto agudo de miocardio, el accidente cerebrovascular y la muerte súbita. Sus resultados cuentan con reconocimiento científico internacional y marcaron un antes y un después en la prevención cardiovascular.

Pero la dieta mediterránea no se limita a estadísticas. En 2010 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, un reconocimiento que no solo destaca sus beneficios para la salud, sino también su valor social, cultural y simbólico en las comunidades que la practican.

Más de 2.000 años de historia en cada plato

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El nombre no es casual. La dieta mediterránea tiene sus raíces en las costumbres alimentarias de los pueblos que rodean el mar Mediterráneo, como Grecia, Italia, España y Malta. Desde una perspectiva histórica, sus orígenes se remontan a la antigua Grecia y Roma, lo que la convierte en un modelo con más de dos mil años de continuidad.

Las primeras investigaciones modernas sobre la dieta mediterránea comenzaron en 1948, cuando epidemiólogos compararon la alimentación de la isla de Creta con la dieta predominante en Estados Unidos. Los resultados fueron reveladores. Los habitantes de Creta, cuya alimentación se basaba en vegetales, legumbres, cereales integrales y aceite de oliva, vivían más tiempo y con menos enfermedades que quienes consumían grandes cantidades de grasas saturadas, azúcares y productos ultraprocesados.

Ese patrón se refleja en la conocida pirámide de la dieta mediterránea, una guía sencilla que va mucho más allá de los alimentos. En su base aparecen la actividad física diaria, la hidratación adecuada, el disfrute de la cocina y el valor de compartir las comidas. Luego se destacan frutas, verduras, cereales integrales y aceite de oliva como ejes cotidianos de la dieta mediterránea.

En niveles superiores se ubican frutos secos, semillas, lácteos en cantidades moderadas y, de forma semanal, pescados, legumbres, huevos y carnes blancas, asegura el médico. Las carnes rojas y los productos ultraprocesados quedan relegados a un consumo ocasional, coherente con la filosofía de la dieta mediterránea.


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