lunes, 29 diciembre 2025

Claudio Zuchovicki, economista: “Tomar deuda para crecer infraestructura puede potenciar todo el negocio”

El economista Claudio Zuchovicki plantea que la deuda no es un problema en sí misma y sostiene que, cuando se orienta a infraestructura y activos productivos, puede acelerar el crecimiento, fortalecer negocios y generar valor sostenible.

Deber dinero suele despertar desconfianza. Para muchos, la deuda es sinónimo de riesgo, pérdida de control o problemas futuros. Sin embargo, la mirada del economista Claudio Zuchovicki propone salir de esa lógica simplista y entender el endeudamiento como una herramienta que, bien utilizada, puede impulsar el crecimiento.

Desde su experiencia en el mundo financiero y empresarial, Zuchovicki insiste en una idea central: la deuda no es buena ni mala en sí misma. Todo depende del destino que se le dé al dinero. Cuando se utiliza para generar valor, crear activos o potenciar infraestructura, puede convertirse en un verdadero motor de desarrollo.

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Deuda virtuosa o improductiva: una diferencia clave

Deuda virtuosa o improductiva: una diferencia clave
Fuente: agencias

Zuchovicki plantea una distinción fundamental que atraviesa tanto a personas como a empresas y Estados. Existe una deuda que genera ingresos y otra que solo incrementa gastos. Endeudarse para comprar un coche que luego se utiliza como herramienta de trabajo, o para adquirir una vivienda que reemplaza el pago de un alquiler, implica crear valor. En esos casos, la deuda “se paga sola” porque está asociada a un activo.

El problema aparece cuando el endeudamiento se destina únicamente al consumo. Viajes, bienes suntuarios o cambios de estilo de vida pueden mejorar el presente, pero no generan ingresos futuros. Esa obligación de pago puede transformarse rápidamente en una carga difícil de sostener, especialmente si se combina con tasas altas o ingresos inestables.

El economista traslada esta lógica al análisis de empresas y países. Cuando una compañía toma deuda, el punto clave no es el monto, sino qué hará con esos recursos. Si el dinero se utiliza para ampliar capacidad productiva, invertir en tecnología o expandirse a nuevos mercados, el endeudamiento suele ser bien recibido por los inversores. En cambio, si la obligación de pago financia gasto corriente sin impacto en el crecimiento, las señales son negativas.

Infraestructura, crecimiento y educación financiera

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Uno de los ejemplos que destaca Zuchovicki es el de la deuda destinada a infraestructura. Expandir un medio de comunicación, desarrollar una marca en otros países o invertir en plataformas tecnológicas requiere capital. Tomar un crédito en esos casos permite acelerar procesos que, de otro modo, llevarían años. Esa aceleración puede potenciar el negocio local, fortalecer la marca y abrir nuevas oportunidades comerciales.

El mismo razonamiento aplica a la macroeconomía. Cuando un país toma un crédito para refinanciar vencimientos, evitar el uso de reservas o reducir el riesgo de default, el impacto puede ser positivo si logra bajar el costo del financiamiento. Una menor tasa de interés reduce el riesgo país y abarata la inversión productiva, beneficiando a sectores como la energía o la industria.

Ahora bien, Zuchovicki advierte sobre uno de los mayores enemigos del endeudamiento mal entendido: el interés compuesto. El pago mínimo de la tarjeta de crédito es, para él, el ejemplo más claro de deuda tóxica. Allí, los intereses se acumulan sobre intereses y pueden duplicar el monto original en poco tiempo.

Por eso, la educación financiera ocupa un lugar central en su discurso. Comprender tasas, plazos y costos reales evita el autoengaño. No alcanza con mirar el porcentaje final de una compra en cuotas: es clave entender cuánto dinero se presta realmente y por cuánto tiempo.


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