Hablar de ingresos pasivos suele despertar expectativas rápidas y simplificaciones peligrosas. Sin embargo, detrás de esa idea atractiva se esconde una arquitectura financiera compleja, atravesada por decisiones, riesgos y contexto macroeconómico.
Iñaki Arcocha, mentor financiero y patrimonial, insiste en que los ingresos sostenibles no nacen de fórmulas mágicas, sino de entender cómo encajan los distintos activos dentro de una estrategia coherente y realista.
Bonos, riesgo y la falsa tranquilidad de la renta fija
Dentro del universo de los ingresos, los bonos suelen ocupar el primer escalón por una razón histórica: su prioridad de cobro frente a las acciones. En condiciones normales, el bonista asume menos riesgo y recibe antes su dinero. El caso de Credit Suisse, donde determinados bonos dejaron de cobrarse antes que las acciones, fue una anomalía que puso de manifiesto hasta qué punto el sistema financiero ha ganado complejidad.
La búsqueda constante de mayores ingresos ha impulsado la creación de instrumentos híbridos, a medio camino entre deuda y capital. Algunos bonos incorporan cláusulas que permiten su conversión en acciones en momentos críticos, casi siempre asociados a situaciones negativas para la empresa o el banco emisor. En esos escenarios, el riesgo puede invertirse y el supuesto refugio deja de serlo.
Arcocha subraya que la elección entre bonos corporativos o gubernamentales depende en gran medida del nivel de las tasas de interés. Cuando las tasas son elevadas, generar ingresos suficientes exige asumir menos riesgo o comprometer una porción menor del patrimonio. En cambio, con tasas bajas, la tentación de buscar bonos más arriesgados aumenta, a costa de una mayor incertidumbre.
También entra en juego la duración. Un bono a largo plazo puede ofrecer mejores ingresos, pero su precio es mucho más sensible a los movimientos de las tasas. Esto explica por qué muchos inversores vieron caer el valor de sus carteras en 2022, aun sabiendo que, si mantenían los bonos hasta vencimiento, recuperarían el capital inicial.
Nuevos ingresos: Diversificación, dividendos y una cuestión de mentalidad

Más allá de la renta fija, las acciones que reparten dividendos ocupan un lugar relevante en la construcción de ingresos. No obstante, Arcocha es claro: no se trata de elegir acciones solo por el dividendo. Primero debe convencer el modelo de negocio, la solidez de la empresa y sus perspectivas. El dividendo es un valor añadido, no el punto de partida.
En este contexto, los ETFs se presentan como una herramienta eficiente. Permiten acceder a ingresos diversificados sin la necesidad de seleccionar decenas de activos de forma individual. Existen ETFs de bonos y de acciones, por plazos, sectores o niveles de riesgo, lo que facilita ajustar la estrategia a cada perfil patrimonial.
El análisis no estaría completo sin considerar las agencias de calificación. Aunque no son infalibles, sus ratings ayudan a distinguir entre bonos de grado de inversión y aquellos de alto rendimiento. Estos últimos prometen mayores ingresos, pero con probabilidades de impago mucho más elevadas. En el extremo aparecen los llamados bonos basura, que pueden generar ganancias extraordinarias si se produce una recuperación, aunque no encajan en una estrategia de ingresos recurrentes.









