Laura Martínez tiene 41 años y trabaja desde hace más de una década como administrativa en una empresa de servicios. Como a muchos trabajadores por cuenta ajena, cada año le surge la misma duda: cuándo puede pedir vacaciones, cuántos días le corresponden y qué ocurre si la empresa no acepta las fechas que propone.
Y es que aunque los descansos están regulados por ley, no siempre resulta sencillo conocer con exactitud cuáles son los derechos del trabajador y cuáles las obligaciones de la empresa.
En España, el derecho a días de descanso está recogido en el Estatuto de los Trabajadores y es irrenunciable. Esto significa que ningún empleado puede perderlos ni sustituirlas por dinero, salvo en el caso de extinción del contrato. Aun así, la forma de solicitarlas y disfrutarlas genera frecuentes conflictos en el ámbito laboral.
Cuántos días de vacaciones corresponden por ley
La normativa laboral establece un mínimo de 30 días naturales de vacaciones al año, o su equivalente de 22 días laborables, para los trabajadores con contrato a tiempo completo. Este derecho se genera de forma proporcional si el contrato no cubre el año completo, por ejemplo en casos de incorporación a mitad de ejercicio o contratos temporales.
Laura descubrió que estos días no incluyen festivos ni descansos semanales cuando se calculan como días laborables, algo que depende en gran medida de lo que marque el convenio colectivo. Por ese motivo, el primer paso para cualquier trabajador es revisar su convenio, ya que puede mejorar las condiciones mínimas fijadas por la ley.
Por su parte, uno de los aspectos que más dudas genera es el procedimiento para pedir días. La ley no establece un sistema único, por lo que suele ser la empresa o el convenio colectivo quien fija la forma de solicitarlas: correo electrónico, plataforma interna o solicitud escrita.
Eso sí, existe una obligación clara: el trabajador debe conocer las fechas de sus vacaciones con al menos dos meses de antelación, salvo que el convenio indique otro plazo. En la práctica, esto implica que la empresa no puede comunicar las vacaciones de manera improvisada ni imponerlas sin previo aviso, salvo situaciones muy concretas.
Laura comprobó que la empresa puede proponer un calendario de vacaciones, pero no puede decidir de forma unilateral todas las fechas sin tener en cuenta al empleado.
Qué ocurre si la empresa no acepta las fechas
Uno de los puntos más delicados es el desacuerdo entre trabajador y empresa. Cuando no hay consenso sobre las fechas, la ley establece un procedimiento específico: el trabajador puede acudir a la jurisdicción social para que sea un juez quien determine el periodo de disfrute de las vacaciones.

Este proceso es rápido y tiene carácter preferente. Mientras se resuelve, las vacaciones no se pierden, lo que protege al empleado frente a decisiones arbitrarias.
En el caso de Laura, le sorprendió saber que la empresa no puede negar las vacaciones de forma indefinida alegando necesidades del servicio, salvo que estén justificadas y se ofrezca una alternativa razonable.
Vacaciones y bajas médicas o maternidad
Otro aspecto importante es qué sucede cuando las vacaciones coinciden con una baja médica, maternidad o paternidad. La ley es clara: las vacaciones no se pierden. Si coinciden con una incapacidad temporal, el trabajador tiene derecho a disfrutarlas en otro momento, incluso aunque haya terminado el año natural.
Este derecho también se aplica a las bajas por nacimiento y cuidado del menor, lo que garantiza que las vacaciones se puedan recuperar una vez finalizada la suspensión del contrato.
Además, las vacaciones deben disfrutarse dentro del año natural, salvo excepciones justificadas. Si no se hace por causas imputables a la empresa, el trabajador puede reclamarlas. Sin embargo, si el empleado decide voluntariamente no disfrutarlas, puede perder ese derecho.
Laura entendió así la importancia de dejar constancia por escrito de las solicitudes de vacaciones, especialmente cuando no obtiene respuesta clara por parte de la empresa.
En definitiva, conocer los derechos en materia de vacaciones permite evitar conflictos y proteger una parte esencial del descanso laboral. Para trabajadores como Laura Martínez, informarse ha sido clave para ejercer un derecho que la ley reconoce como fundamental.









