domingo, 28 diciembre 2025

Hovik Keuchkerian, actor, escritor, y exboxeador :“Leer un libro sobre dejar de fumar mientras fumas es una experiencia brutal”

Hovik Keuchkerian reflexiona sobre el hábito de fumar desde la comprensión y no la fuerza de voluntad, y relata cómo leer sobre dejar de fumar mientras fumaba le reveló el sinsentido del gesto y abrió una salida definitiva.

Durante años, Hovik Keuchkerian convivió con hábitos que parecían inseparables de su vida cotidiana. Fumar formaba parte de cada gesto, de cada pausa y de cada conversación. Hoy, desde otro lugar, mira ese pasado con distancia, sin épica y sin nostalgia.

Su relato no es el de una lucha heroica ni el de una victoria basada en la disciplina extrema. Keuchkerian habla de fumar como algo que dejó de tener sentido cuando logró comprenderlo, y en esa comprensión encontró una salida serena y definitiva.

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Dejar de fumar: Entender antes que resistir

Dejar de fumar: Entender antes que resistir
Fuente: Canva.

Keuchkerian dejó de fumar en diciembre de 2021, un año después de haber abandonado el alcohol. No lo vivió como una renuncia traumática ni como una prueba de carácter. Según explica, nunca dejó su adicción por fuerza de voluntad, sino por entendimiento. La diferencia, asegura, es radical.

Durante años, fumar fue un acto automático. No había llamada telefónica, café o espera que no estuviera acompañada por un cigarrillo. El hábito se había infiltrado en cada rutina, especialmente en casa, el lugar donde se sentía a salvo. Allí, fumar no era social ni circunstancial, era refugio.

El punto de inflexión llegó con la lectura de Es fácil dejar de fumar si sabes cómo, de Allen Carr. El impacto no fue inmediato, pero sí profundo. Leer sobre la adicción mientras seguía fumando generó un cortocircuito mental difícil de ignorar. El libro no proponía resistencia, sino evidencia. Mostraba el sinsentido de fumar con una crudeza casi humorística.

Uno de los pasajes más recordados es aquel en el que el autor promete enumerar los beneficios de fumar y deja la página en blanco. Para Keuchkerian, ese gesto fue revelador. No había discurso moral ni amenaza futura. Solo una verdad desnuda.

Cuando el hábito pierde poder

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A diferencia de otros intentos fallidos, esta vez no hubo ansiedad ni síndrome de abstinencia marcado. Keuchkerian explica que el miedo estaba antes, en la imaginación. Dejar de de consumir tabaco parecía implicar perder algo esencial, cuando en realidad se trataba de soltar una carga.

El cambio no fue inmediato en lo físico, pero sí en la percepción. Ver a otros fumar dejó de despertar deseo. Al contrario, le confirmó que ya no estaba ahí. Esta adicción había dejado de ser parte de su identidad. El proceso también implicó reconocer el componente ritual. No era solo nicotina: era el gesto, la pausa, la excusa. El acto de fumar ordenaba el día. Al desaparecer, ese espacio fue ocupado por otras cosas más relevantes, aunque menos ruidosas.

Hoy, Keuchkerian habla de su adicción sin dramatismo. Reconoce que hubo aumento de peso y ajustes personales, pero también una mejora evidente en su bienestar general. No idealiza el proceso ni lo propone como fórmula universal. Cada persona, sostiene, debe encontrar su propio camino.


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