Durante años, la inseguridad fue explicada como una reacción frente al entorno: una pareja distante, un jefe poco empático o una historia familiar difícil. Sin embargo, la psicóloga Jennifer Flórez propone una lectura distinta y más profunda, que desplaza el foco hacia el mundo interno.
Desde su espacio terapéutico, Flórez sostiene que la inseguridad no aparece por lo que otros hacen, sino por aquello que cada persona desconoce de sí misma. Allí, donde falta autoconocimiento, se instala una grieta silenciosa que termina guiando decisiones, vínculos y comportamientos cotidianos.
Cuando la inseguridad dirige la vida sin que lo notes

Uno de los conceptos centrales que desarrolla la especialista es el llamado “sesgo de confirmación inconsciente”. Se trata de un mecanismo psicológico por el cual las personas, sin advertirlo, buscan situaciones y vínculos que confirmen aquello que ya sienten internamente. En este caso, la inseguridad vinculada a una carencia de amor propio.
Según Flórez, quien no se reconoce valioso tiende a elegir relaciones que refuercen esa sensación. No es casualidad, entonces, permanecer junto a alguien que no valida, aceptar un trabajo donde no hay reconocimiento o sostener amistades desequilibradas. La inseguridad funciona como un filtro invisible desde el cual se elige.
El problema no radica solo en el sufrimiento que esto genera, sino en su repetición. Al no ser consciente, la persona interpreta estas experiencias como mala suerte o injusticia, cuando en realidad responden a patrones internos no revisados. Así, la inseguridad deja de ser una emoción aislada y se convierte en una estructura que ordena la vida.
Del archivo inconsciente a la restauración del amor propio
Jennifer Florez explica que gran parte de la inseguridad se origina en contenidos inconscientes: experiencias tempranas, comparaciones familiares, heridas emocionales y traumas que quedaron archivados como mecanismo de defensa. Estos recuerdos no desaparecen; permanecen activos y buscan ser reconocidos.
El camino de transformación comienza cuando ese contenido logra hacerse consciente. Para ello, la psicóloga propone un ejercicio clave: dejar de actuar de manera automática y empezar a observar. ¿Dónde se siente la inseguridad en el cuerpo? ¿Qué pensamientos aparecen? ¿Qué impulsos genera? Identificar estas tres dimensiones permite interrumpir el piloto automático.
Pensar distinto no alcanza si se sigue actuando igual. La inseguridad se sostiene cuando se busca validación externa de forma compulsiva. Preguntar constantemente si se es querido, elegido o suficiente no calma la herida; la profundiza. Por eso, Flórez insiste en cambiar la acción antes que el discurso interno.
Restaurar el amor propio no implica eliminar la inseguridad, sino aprender a sostenerla sin entregarle el control. Validarse desde adentro, aceptar la propia vulnerabilidad y dejar de confirmar viejas creencias a través del otro son pasos esenciales en ese proceso.









