El cuerpo habla de muchas formas, y a veces el dolor es la única manera que tiene de pedir atención. Habacuc Cardona es empresario, dirige la revista Pure and Healthy y lleva años trabajando como practicante certificado en distintas modalidades de medicina energética: el Código de la Emoción, el Código del Cuerpo y el Código de la Creencia. Pero quedarse solo en los títulos sería injusto. Lo suyo es una forma de mirar la salud desde un lugar más amplio, casi íntimo. Una visión que mezcla técnicas actuales, sabiduría ancestral y una convicción profunda: somos energía, la movemos, la guardamos y, a veces, también la bloqueamos.
Nada de esto nació en un despacho ni en un libro. Surgió cuando su propio cuerpo empezó a fallar. Problemas de tiroides, ansiedad, fibrilación atrial… diagnósticos que se acumulaban sin soluciones claras. Cuando la medicina convencional no le daba respuestas, hizo lo que muchos haríamos en su lugar: seguir buscando. Y en esa búsqueda, incómoda y necesaria, llegó a una idea que hoy vertebra todo su trabajo: la enfermedad no empieza en el cuerpo, empieza mucho antes.
Cuando el cuerpo habla lo que la emoción calla

Para Cardona, el dolor físico rara vez es solo físico. Las emociones, explica, no son algo etéreo o abstracto. Son energía en movimiento. Pensamientos que generan reacciones químicas, sensaciones que dejan huella a nivel molecular. Cuando una emoción no se procesa —por miedo, por trauma o simplemente por no saber cómo hacerlo— se queda atrapada, como una canción a medio terminar que se repite en bucle.
Ese bloqueo, con el tiempo, puede traducirse en molestias concretas. Dolor de espalda, cuello, hombros, inflamación de órganos, problemas articulares. Incluso emociones muy específicas parecen “preferir” ciertas zonas del cuerpo. La culpa, por ejemplo, suele relacionarse con el hígado o la vesícula. ¿Casualidad? Cardona cree que no. Y cuando lo cuenta, no lo hace desde la teoría, sino desde la experiencia repetida con cientos de personas.
Herramientas para escuchar lo que no se dice

Para identificar esos desequilibrios, trabaja con los sistemas desarrollados por el doctor Bradley Nelson. El Código de la Emoción ayuda a localizar y liberar emociones concretas que están detrás del dolor o de patrones que se repiten una y otra vez. El Código del Cuerpo amplía la mirada y permite detectar interferencias como toxinas, metales pesados, efectos de medicamentos o carencias nutricionales. El Código de la Creencia va aún más al fondo y se centra en esas ideas profundas que nos gobiernan sin que nos demos cuenta.
La técnica que utiliza puede sonar curiosa a quien no la conoce. Kinesiología avanzada, pruebas musculares, a veces un péndulo. Herramientas sencillas para “preguntar” al subconsciente y obtener respuestas claras. Una vez localizado el origen del bloqueo, el proceso de liberación es sorprendentemente simple: pasar un imán o la mano por el meridiano gobernante, con intención. Menos ritual y más conciencia de lo que se está soltando.
Vibrar más alto, vivir más ligero

En el centro de todo está la vibración. Cardona insiste en que todo tiene frecuencia: lo que comemos, lo que pensamos, el entorno que habitamos. La comida ultraprocesada, dice, baja esa vibración y favorece la inflamación, pero también nos vuelve más torpes a la hora de gestionar emociones. Y aquí suele citar ejemplos que cualquiera puede entender: los estudios de Masaru Emoto sobre el agua, el famoso experimento del arroz, el efecto de las palabras y la intención. Pequeños gestos, grandes impactos.









