sábado, 27 diciembre 2025

Por qué caminar 8.000 pasos al día quema más grasa que una hora de cardio mal planteado

-Definir sin sufrimiento es posible cuando estrategia, descanso y fuerza van de la mano.

Caminar, aunque parezca simple, puede ser la diferencia entre forzar el cuerpo… o dejar que la grasa se vaya sola. Durante años nos han hecho creer que definir el cuerpo implica sufrir. Pasar hambre. Meter horas infinitas de cardio. Vivir cansado, irritable y obsesionado con cada gramo que comes. Ian Eriksson, entrenador y preparador físico, plantea justo lo contrario. Y lo hace desde una idea muy sencilla —casi sospechosamente sencilla—: progresar sin romperte por dentro.

Su enfoque no promete milagros ni transformaciones exprés. Promete algo más valioso: resultados que se sostienen. Y, curiosamente, suele funcionar mejor que cualquier plan extremo.

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Menos ansiedad, más estrategia para perder grasa

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Definir no va de sufrir, va de ajustar bien cada paso. Fuente:canva

Cuando Ian habla de definición, no habla de castigos. Habla de ajustes. Pequeños, medidos y conscientes. Normalmente empieza reduciendo entre 300 y 500 calorías en los días de descanso y unas 300 en los días de entrenamiento con pesas. Nada de hachazos. Nada de “a ver cuánto aguanto”.

La clave está en observar. Ver cómo responde el cuerpo. Ajustar sin prisas. Porque cuando aprietas demasiado, el cuerpo no coopera: se defiende.

En lugar de tirar de cardio intenso como si fuera la única salida, Eriksson prioriza algo mucho más aburrido… y mucho más eficaz: moverse todos los días. Parte de una base de unos 8.000 pasos diarios y, si hace falta, sube a 10.000 o 12.000. Caminar no parece gran cosa, pero suma. Y suma sin robarte recuperación ni energía mental.

Sobre el cardio en ayunas, Ian es bastante claro. Para atletas naturales, no es ninguna prioridad. Dormir bien, llegar descansado y entrenar con calidad pesa mucho más que madrugar para “rascar” unas calorías. Al final del día, lo que manda es el balance energético total. El resto son matices.

Entrenar como un francotirador (y no como una metralleta)

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Menos series, más intención: la fuerza también se entrena con cabeza. Fuente:canva

Aquí llega una de las ideas que más chocan al principio. Ian defiende menos volumen y más intención. Menos series, pero de verdad. De esas que cuentan.

Mientras muchos llenan el entrenamiento de ejercicios y ángulos distintos “por si acaso”, él apuesta por entre 3 y 6 series efectivas por grupo muscular. Bien hechas. Con foco. Cerca del fallo técnico. Sin distracciones.

El rango completo de movimiento es otro de sus grandes pilares. Profundizar, controlar, sentir el músculo trabajar de verdad. No solo mejora el estímulo, sino que involucra músculos secundarios sin necesidad de añadir más ejercicios. Menos ruido. Más efecto.

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Caminar cada día suma más de lo que parece cuando quieres perder grasa. Fuente:canva

Y luego está lo que casi nadie quiere hacer: movilidad y posing activo. Estirar de forma dinámica durante y después de entrenar no solo reduce lesiones. También mejora el rendimiento y, con el tiempo, la separación muscular. Sí, eso que muchos buscan solo añadiendo más series.

Para explicarlo, Ian usa una imagen muy clara: entrenar como un francotirador. Pocos disparos. Muy precisos. Cada uno con un propósito. Nada de disparar por disparar.

Suplementos: ayudan, pero no salvan

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La constancia vence a cualquier plan extremo que no se puede sostener. Fuente:canva

En suplementación, su mensaje es casi incómodo de lo sensato que es. Antes de pensar en quemadores o ayudas externas, hay que asegurarse de una cosa básica: estar perdiendo grasa ya con dieta y movimiento. Si eso no ocurre, ningún bote lo va a arreglar.

Los sensibilizadores de la insulina, como la berberina o el resveratrol, los ve más útiles en fases de volumen, cuando hay exceso calórico. En definición, el propio entrenamiento ya hace ese trabajo.

En momentos de mucho estrés —especialmente al final de una preparación— sí valora adaptógenos como la ashwagandha, en dosis que pueden ir de 600 a 2.000 mg diarios, para ayudar a contener el cortisol.

Eso sí, hay una base que recomienda casi a cualquiera: magnesio, omega-3, vitamina D3, colágeno y creatina. Esta última no solo por rendimiento, sino también por sus beneficios cognitivos. Cuerpo y cabeza van juntos, aunque a veces lo olvidemos.


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