sábado, 27 diciembre 2025

Ashwagandha, magnesio y omega-3: por qué no son inocuos para todo el mundo

- La inteligencia artificial puede orientar en salud, pero el criterio humano sigue siendo imprescindible.

Ashwagandha puede ayudar, pero no es para todo el mundo. La inteligencia artificial se ha colado en nuestra vida casi sin pedir permiso. Está en el móvil, en el trabajo, en las búsquedas rápidas de madrugada… y sí, también en temas tan delicados como la nutrición o la salud mental. Cada vez más personas preguntan a herramientas como ChatGPT qué suplemento tomar, cómo adelgazar o qué hacer cuando la ansiedad aprieta. ¿Es útil? Sin duda. ¿Es suficiente? Ahí está el matiz.

Los expertos coinciden en algo importante: no se trata de demonizar la IA, sino de aprender a usarla bien. Como una linterna en mitad de la noche. Ayuda a ver, pero no sustituye al mapa ni a quien conoce el camino. La clave está en el criterio, en saber hasta dónde llega y, sobre todo, dónde empiezan sus límites.

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Preguntar bien importa (y mucho)

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La inteligencia artificial orienta, pero no decide por nosotros. Fuente: Canva

Uno de los conceptos que más se repite cuando se habla de inteligencia artificial es el famoso prompt, que no es otra cosa que cómo le hacemos la pregunta. Cuanta más información y contexto le damos, más afinada suele ser la respuesta. Pero ojo: ni siquiera con el mejor prompt del mundo estamos a salvo del error. La IA puede equivocarse, simplificar en exceso o tirar de fuentes poco fiables si no se le pide explícitamente lo contrario.

Por eso, la recomendación general es bastante clara y de sentido común: la IA puede orientarte, darte ideas o servir como primer paso, pero no debería sustituir nunca a un profesional de la nutrición o de la salud. Autoprescribirse suplementos solo porque lo diga un chatbot puede parecer cómodo… hasta que deja de serlo.

Cuando la IA responde… pero se queda corta

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La salud necesita contexto, no respuestas genéricas. Fuente: Canva

En un episodio divulgativo reciente se pusieron a prueba estas herramientas con ejemplos muy concretos. Para la pérdida de peso y el entrenamiento en gimnasio, la IA sugirió lo previsible: proteína en polvo para la masa muscular y la saciedad, cafeína y té verde por su efecto “quemagrasa”, y L-carnitina. Respuestas correctas, sí, pero incompletas.

El nutricionista Gustavo Belrein lo explicaba con claridad: la IA no pregunta cuántos días entrenas, cómo duermes o qué historial metabólico tienes. Tampoco explica a fondo por qué un suplemento funciona en una persona y no en otra. Ese nivel de detalle, ese “traje a medida”, sigue siendo terreno humano.

Algo parecido ocurrió al hablar de salud mental. Para ansiedad o depresión, la IA recomendó Omega-3, vitamina D, magnesio o ashwagandha. Nutrientes con respaldo científico, cierto. Pero incluso la propia IA advierte que no sustituyen tratamientos médicos o psicológicos. Además, muchas veces cita blogs o webs comerciales en lugar de estudios científicos, salvo que se le pida de forma muy concreta.

El peligro de las soluciones genéricas

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Cada cuerpo es distinto, también sus necesidades. Fuente: Canva

Cuando se consultó sobre el estrés, las respuestas fueron casi un calco de las de la ansiedad: más magnesio, adaptógenos como la Rhodiola rosea y poco más. Ahí se ve una de las grandes limitaciones de la IA: ante síntomas parecidos, ofrece soluciones parecidas. Pero el cuerpo no funciona así. Dos personas pueden sentirse estresadas por motivos completamente distintos… y necesitar enfoques muy diferentes.

La nutrición y la suplementación no son recetas universales. Son, como dicen los expertos, un traje hecho a medida. Y aquí aparecen los riesgos reales. La ashwagandha, por ejemplo, puede alterar la función tiroidea. Sin analíticas previas, recomendarla a la ligera puede ser un problema. Lo mismo ocurre con suplementos que sobrecargan el hígado en personas con patologías previas (algo que la IA no siempre detecta).

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