A veces no es falta de ganas, sino hábitos que llevamos años repitiendo sin darnos cuenta de cómo nos afectan. Lo que empezó como un cansancio constante, casi normalizado, acabó convirtiéndose en un punto de no retorno para Ise Botello y su familia. Hace apenas tres años, su día a día estaba marcado por el sobrepeso, el malestar físico y esa frustración silenciosa que aparece cuando sientes que lo has intentado todo… y nada funciona. Veinte kilos de más, dolores en las articulaciones, mareos nocturnos y un sistema nervioso tan alterado que los cambios de humor y la ansiedad se colaban en cualquier momento. A todo eso se sumaba la perimenopausia, que no hacía más que echar leña al fuego (como si el cuerpo hubiese decidido hablar más alto).
Intentarlo todo y no llegar a nada

El contexto familiar tampoco ayudaba. Diabetes y obesidad formaban parte del historial genético, así que Ise hizo lo que hacen tantas personas: seguir al pie de la letra dietas estrictas, comer cinco veces al día, probar inyecciones de carnitina y repetir el mantra de “esta vez sí”. Pero los resultados duraban poco. Muy poco. Y cada intento fallido pesaba más que el anterior, no solo en el cuerpo, también en la cabeza.
Arturo, su esposo, vivía su propia batalla. Diagnosticado con hipertensión desde 2010, arrastraba fatiga crónica, reflujo y un deterioro cognitivo que le preocupaba de verdad. Perderse en su propia ciudad, olvidar números sencillos… detalles que al principio se minimizan, pero que por dentro inquietan. Él mismo llegó a pensar que era cosa de la edad, que el declive había empezado antes de tiempo.
Un cambio posible, paso a paso

El punto de inflexión llegó con el sistema Feel Great, una propuesta que combina ayuno intermitente con suplementación específica. No como una solución milagro, sino como una forma distinta de acompañar al cuerpo. Por la mañana, Unimate, un concentrado de hierba mate altamente potenciado, ayudaba a reducir el hambre durante el ayuno y aportaba energía, claridad mental y mejor ánimo. Antes de las comidas, la mezcla de fibras Bio 7X hacía su trabajo ralentizando la absorción de grasas y azúcares.
Lo interesante, según explica Ise, es que no exige una fuerza de voluntad heroica desde el primer día. Funciona más bien como una pequeña escalera: un peldaño, luego otro, hasta que el cuerpo empieza a responder. Sin prohibiciones extremas ni batallas constantes con la comida.
Resultados que van más allá del peso

Los cambios no tardaron en notarse. En pocos meses, Ise perdió las 20 kilos que llevaba años intentando bajar. Su hermana, 21. Incluso la primera semana sorprendió: tres kilos menos, pese a mantener alimentos tradicionales casi a modo de prueba (quería comprobar si aquello también funcionaba en personas latinas). Funcionó.
Pero el verdadero impacto fue más profundo. La salud mental empezó a mejorar, el ambiente en casa se volvió más ligero y el estrés dejó de marcar cada conversación. Su hijo menor, Mauricio, logró salir de una depresión severa tras adoptar el sistema. Y la relación de pareja entre Ise y Arturo cambió de tono: menos irritabilidad, más paciencia, más calma.
En el caso de Arturo, el giro fue especialmente llamativo. A los 57 años ganó el primer puesto en su categoría en una exigente Spartan Race. Donde antes había agotamiento, ahora había energía. Donde había dudas, apareció confianza. El cuerpo, al final, todavía tenía mucho que decir.









