miércoles, 24 diciembre 2025

Nazareth Castellanos (48), neurocientífica: “La multitarea no nos hace más productivos, nos hace más fatigados”

Nazareth Castellanos advierte que la multitarea no mejora el rendimiento: fragmenta la atención, sobrecarga el cerebro y genera fatiga mental. Recuperar foco, descanso y atención unitaria resulta clave para trabajar mejor y con mayor claridad.

Hay una sensación cada vez más extendida de estar siempre ocupados, pero rara vez presentes. Se responde a mensajes, se encadenan tareas y se atienden estímulos sin terminar de habitar ninguno. En ese movimiento constante, la multitarea aparece como una promesa de eficiencia que, en la práctica, suele dejar cansancio y dispersión.

La neurociencia comienza a ponerle palabras y datos a esa experiencia cotidiana. Lejos de ser una falla individual, la dificultad para sostener la atención revela cómo el cerebro se adapta a entornos que exigen velocidad, disponibilidad permanente y una multitarea casi celebrada como virtud.

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El cerebro disperso no es débil: está sobreentrenado

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Nazareth Castellanos explica que el cerebro humano no fue diseñado para la multitarea continua. Cuando se intenta hacer varias cosas a la vez, lo que ocurre en realidad es un cambio rápido de foco entre tareas. Cada uno de esos saltos tiene un costo cognitivo que recae, sobre todo, en el córtex prefrontal, la región encargada de la planificación y la atención sostenida.

La práctica diaria de la multitarea entrena al cerebro para fragmentarse. Notificaciones, pantallas y estímulos constantes refuerzan circuitos neuronales asociados a la distracción, mientras se debilitan las redes que permiten concentrarse con profundidad. No es falta de capacidad, sino una forma de aprendizaje forzada por el entorno.

Desde esta perspectiva, la multitarea no solo reduce la calidad del trabajo, sino que genera una sensación persistente de fatiga mental. Se trabaja mucho, pero se produce poco. El cerebro invierte energía en reorientarse una y otra vez, reconstruyendo contextos que se pierden con cada interrupción.

Castellanos subraya que este patrón no se revierte de manera inmediata. Así como la multitarea se aprende, también puede desaprenderse. El primer paso es recuperar la atención unitaria: hacer una sola cosa por vez, aunque sea durante períodos breves, y sostenerla con conciencia.

Atención, descanso y cuerpo: un trípode para salir de la multitarea

Atención, descanso y cuerpo: un trípode para salir de la multitarea
Fuente Freepik.

Abandonar la multitarea no implica convertirse en una máquina rígida, sino permitir que la mente encuentre su propio ritmo. La atención unitaria fortalece redes neuronales específicas y activa regiones vinculadas a la percepción interna, generando una experiencia más clara del presente.

El descanso genuino es el segundo pilar. En una cultura atravesada por la multitarea, incluso las pausas suelen llenarse de estímulos. Sin embargo, cuando la mente entra en reposo se activa la red de modo por defecto, clave para integrar aprendizajes, consolidar memorias y favorecer la creatividad. Sin esos espacios, la multitarea se vuelve una forma de sobrecarga permanente.

Dormir bien completa este proceso. Un cerebro privado de sueño pierde capacidad de regular emociones y sostener la atención, lo que intensifica la dependencia de la multitarea como respuesta automática al cansancio.

El tercer elemento es el cuerpo. El movimiento consciente regula el sistema nervioso y ofrece un anclaje físico al presente. Frente a la multitarea digital y abstracta, caminar, respirar con atención o moverse de forma deliberada devuelve una sensación de unidad que la mente, por sí sola, no siempre logra recuperar.

En conjunto, estos hábitos no prometen eliminar la dispersión, sino desarrollar la capacidad de volver. Reducir la multitarea no es controlar la mente, sino comprender qué necesita. Como señala Castellanos, el cerebro busca funcionar bien por naturaleza. Cuando se le ofrece atención, descanso y movimiento, responde con mayor claridad.


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