martes, 23 diciembre 2025

2025: cuando la televisión dejó de creer en sí misma

La televisión española cierra 2025 con una sensación difícil de disimular: sigue presente y sigue siendo relevante, pero ya no se comporta como un sector que confíe en su propio futuro. No hay colapso ni apagón, pero sí una convicción ampliamente compartida entre gestores y accionistas: apostar fuerte por la televisión ya no compensa.

Y esa convicción tiene dos causas muy concretas: la caída sostenida del consumo y el retroceso de la inversión publicitaria. La pérdida de minutos de visionado ha dejado de ser coyuntural. La fuga de los menores de 45 años hacia el streaming y la fragmentación extrema han reducido el impacto real de la televisión generalista.

Publicidad

A ello se suma un mercado publicitario cada vez más tensionado, donde los grandes anunciantes priorizan plataformas digitales capaces de ofrecer segmentación, datos y escala internacional, sin reparar en muchas ocasiones en la calidad de los productos a los que asocian sus marcas. La televisión nacional compite en clara desventaja. En este contexto, el sector no se hunde, pero se encoge.

Las decisiones estratégicas de 2025 responden a una misma lógica: contención, recorte y diversificación fuera del negocio televisivo tradicional. RTVE ha sido la excepción aparente. La corporación pública ha ganado visibilidad y presencia gracias a su financiación pública, reforzando su oferta informativa y ocupando espacios que las cadenas privadas han ido dejando libres.

Ese mayor protagonismo se ve ensombrecido, en parte, por su desinhibida apuesta informativa a favor del Gobierno, que sufre el ultraconservador ecosistema mediático español y el sesgo ‘pepero’ de la mayoría de televisiones autonómicas, y por el favoritismo que impone la cúpula de RTVE hacia productoras como Mediapro, La Osa o La Cometa TV, esta última también proveedora de tertulias de la manipulada Telemadrid.

La izquierda tuitera celebra las derrotas de Pablo Motos o Ana Rosa Quintana, pero lo que verdaderamente dolería a ambos comunicadores es que RTVE compita con publicidad más que con programas.

NUEVAS ESTRATEGIAS

Atresmedia ha perdido influencia política —programas como ‘Espejo público’ o ‘Al rojo vivo’ sufren el auge de La 1— y ha optado por una estrategia clara: crecer fuera de la televisión. Las compras realizadas en 2025 —desde una empresa de publicidad exterior hasta compañías de eventos— responden a la necesidad de reducir la dependencia del spot televisivo.

Mediaset ha seguido el camino contrario, pero por razones distintas. En España, el grupo ha sacado la tijera de forma visible: menos producción, menos apuesta por talento y una sucesión de salidas que no pueden entenderse como anecdóticas.

En pleno desplome de Teleincco, los despidos o no renovaciones de figuras como Jesús Vázquez, David Cantero o los rostros de los deportes de Cuatro no son decisiones aisladas, sino síntomas de un repliegue deliberado.

La explicación está fuera de España. Mediaset ha decidido concentrar recursos en su proyecto de expansión europea, con fuertes inversiones en Alemania y Portugal para construir una suerte de ‘Netflix paneuropea’ bajo el paraguas de la berlusconiana MediaForEurope.

En ese esquema, la filial española deja de ser prioritaria. La editora de Telecinco ya no es el motor del grupo: es una plaza más dentro de una estrategia continental en la que los Berlusconi reinvierten fuera de España el dinero que Telecinco ha generado durante el último cuarto de siglo bajo el polémico pilotaje de Paolo Vasile.

PRISA, MOVISTAR PLUS+ Y MEDIAPRO TAMPOCO PASAN POR SUS MEJORES MOMENTOS

Prisa, históricamente uno de los pilares del ecosistema mediático español, ha pasado 2025 más centrada en su supervivencia financiera y en reconciliarse con el Gobierno central que en liderar un proyecto editorial expansivo.

Movistar Merca2.es
Imagen publicitaria de Movistar Plus+,

En 2026, Movistar Plus+ dará un giro aún más contundente en entretenimiento: el presupuesto previsto de 40 millones de euros se reducirá a apenas 2 millones. Bajo la presidencia de Javier de Paz y con Andoni Ortuzar como nuevo consejero, la plataforma ha priorizado la renovación de los derechos de fútbol por un importe superior al anterior. El resto de la programación, especialmente en entretenimiento, será desmantelada, tal y como adelanta El Confidencial Digital.

Mediapro, por su parte, ha cerrado el año debilitada como nunca. La pérdida del contrato de LaLiga ha supuesto un golpe estructural que va más allá de lo económico y ha provocado la salida de su CEO, Tatxo Benet. Durante años, los derechos deportivos sostuvieron su crecimiento y su posición central en el audiovisual español. Sin ese motor, gripado tas la salida de Jaume Roures, íntimo de Javier Tebas, afloran las debilidades del modelo: una deuda elevada, pérdidas acumuladas, rebajas de calificación crediticia y ajustes laborales.

Todo esto ocurre mientras la inversión publicitaria se desplaza cada vez más hacia plataformas globales que operan prácticamente sin reglas ni límites, con algoritmos que priorizan el alcance sobre la calidad, y contenidos que pueden violar cualquier restricción horaria tradicional.

Las globalistas Youtube, TikTok o Twitch, que pagan pocos impuestos y generan escaso empleo, se han convertido en los nuevos gigantes del mercado al ser capaces de absorber presupuestos publicitarios que antes sustentaban la televisión lineal.

En España, polémicos ejemplos como ‘La casa de los gemelos’ evidencian la asimetría de un sistema que permite emitir programas con poca regulación publicitaria y horarios flexibles, explotando contenidos nocivos que están ayudando a trumpizar al mundo occidental.

2025 no será recordado como el año en que la televisión dejó de importar, sino como el año en que dejó de creer que podía volver a ser lo que fue.

Publicidad

Publicidad