Durante años, el amor fue presentado como sinónimo de entrega absoluta, sacrificio y renuncia personal. Sin embargo, esa narrativa empieza a resquebrajarse. Walter Riso, psicólogo y divulgador, propone revisar lo aprendido sobre el amor y colocar una idea incómoda en el centro: sin amor propio, ninguna pareja puede sostenerse de forma sana y duradera.
Lejos del romanticismo idealizado, Riso aborda el vínculo afectivo desde la experiencia clínica y el sentido común. Su mensaje interpela a quienes confunden amar con desaparecer y plantea una reflexión clara: en la pareja no hay altruismo sin límites, hay reciprocidad, respeto y dignidad personal.
La reciprocidad como base del vínculo afectivo
Riso distingue con precisión dos conceptos que suelen confundirse. El amor universal, aquel que no espera nada a cambio, puede tener sentido en causas humanitarias. En la pareja, en cambio, ese modelo resulta inviable. Allí, explica, dar y recibir forman parte del mismo equilibrio emocional.
Si una persona es fiel, espera fidelidad. Si es honesta, espera honestidad. Negar esa expectativa no es madurez emocional, sino una forma de autoengaño que conduce al autosacrificio. Cuando uno queda fuera de la ecuación, la pareja deja de ser un encuentro entre iguales y se transforma en una relación asimétrica.
Desde esta mirada, frases simples adquieren un peso profundo: “te quiero y me quiero”, “te cuido y me cuido”. Para Riso, no se trata de egoísmo, sino de coherencia. Nadie puede amar al otro si antes negocia su propia dignidad. Decir “sí” cuando se quiere decir “no”, tolerar humillaciones o justificar lo injustificable en nombre del amor implica una pérdida de autorrespeto que tarde o temprano pasa factura.
El psicólogo es tajante: no puede haber amor hacia el otro si no existe dignidad personal. Y esa dignidad no se negocia, ni siquiera dentro de la pareja. Allí donde se exige renunciar a la identidad, al deseo o al crecimiento personal, el vínculo deja de ser saludable.
Amor propio, límites y salud emocional en la pareja

Uno de los aportes centrales de Riso es la diferencia entre autoestima y amor propio. La autoestima fluctúa porque depende de los resultados y del reconocimiento externo. El amor propio, en cambio, es una valoración estable ligada al autorrespeto, independientemente del éxito o el fracaso. Esta distinción resulta clave para entender por qué muchas personas permanecen en relaciones que las dañan.
En la pareja, el amor propio se expresa a través de los límites. Riso identifica tres señales claras de irrespeto: la indiferencia, la manipulación y la anulación del ser. No ser escuchado, ser utilizado o no poder ser uno mismo son indicadores de que el vínculo está fallando. Cuando el dolor del otro no importa, la relación pierde sentido.
El psicólogo también advierte sobre la repetición de patrones. Muchas personas tropiezan una y otra vez con el mismo tipo de pareja porque no se incluyen a sí mismas en la elección. La esperanza mal entendida sostiene vínculos imposibles y prolonga el sufrimiento. Desde su experiencia clínica, Riso afirma que el amor, tal como se vive en muchas culturas, se ha convertido en un problema de salud pública.
En contraposición, propone una idea tan simple como poderosa: “no te necesito, te prefiero”. Elegir al otro desde la libertad, y no desde la dependencia, cambia por completo la dinámica de la pareja. Quien se ama a sí mismo tolera mejor la pérdida, establece límites claros, reduce la ansiedad y construye vínculos más equilibrados.









