En tiempos marcados por la incertidumbre, el malestar emocional y la sobreestimulación cotidiana, la pregunta por cómo atravesar lo que duele vuelve a ocupar un lugar central. Frente a ese escenario, la voz de Pilar Sordo se instala con claridad y cercanía, sin promesas mágicas ni recetas rápidas.
Psicóloga y escritora reconocida en toda Iberoamérica, Sordo propone una mirada profunda sobre el crecimiento personal. Su enfoque pone el acento en la responsabilidad individual, la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y el valor del orden, la disciplina y la planificación como herramientas para vivir mejor.
No es el tiempo: es lo que hacemos con él
Una de las ideas que Pilar Sordo retoma con frecuencia dialoga con una conocida frase de Jean-Paul Sartre: “Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros”. Sin embargo, la autora se corre de una lectura anclada exclusivamente en el pasado y pone el foco en el presente. Para ella, no es tanto lo que ocurrió, sino qué se decide hacer hoy con eso que está pasando.
Desde esta perspectiva, la diferencia entre unas personas y otras no está en los acontecimientos que atraviesan, ya que la vida suele ser bastante pareja en desafíos y pérdidas. La verdadera diferencia aparece en la forma de trabajar esas experiencias. Allí entran en juego conceptos como aceptación, flexibilidad y gratitud, pero también una noción clave que Sordo subraya con insistencia: la disciplina.
Lejos de asociarla al castigo o a la rigidez, la disciplina aparece como una forma de cuidado personal. Implica ordenar prioridades, sostener hábitos y construir una planificación que permita pararse frente a lo desafiante con mayor solidez emocional. En ese camino, la autora remarca que hay una sola cosa que realmente se puede controlar: la actitud con la que se elige vivir cada situación.
Entrenar la disciplina para vivir con coherencia

Para Pilar Sordo, la actitud no es espontánea ni innata. No surge por arte de magia en los momentos difíciles. Se entrena. Así como una persona va al gimnasio para fortalecer el cuerpo, también puede entrenar la cabeza. Ese entrenamiento requiere conciencia, constancia y, nuevamente, disciplina.
La psicóloga reconoce que nadie puede prepararse para todo, porque no se sabe cómo se va a reaccionar hasta que la experiencia sucede. Sin embargo, estar en un proceso continuo de crecimiento personal permite contar con más herramientas cuando la vida aprieta. En ese punto, la disciplina funciona como un sostén interno que ordena, contiene y da dirección.
Sordo también pone el foco en las decisiones pequeñas, esas que parecen insignificantes pero que construyen la vida cotidiana. Cuánto tiempo se dedica a las redes sociales, cuánta presencia real hay en los vínculos, qué lugar ocupan los afectos en la agenda diaria. Según sus observaciones, muchas personas declaran que la familia es lo más importante, pero le dedican apenas unos minutos al día. Esa falta de coherencia genera malestar, frustración y una sensación persistente de vacío.
La disciplina, en este contexto, no tiene que ver con exigirse más, sino con alinear lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Cuando hay congruencia entre valores y acciones, aparece la paz interior. Y esa paz, sostiene Sordo, es una de las formas más honestas de definir la felicidad.









