sábado, 20 diciembre 2025

¿Tienes hambre o solo es costumbre? La pregunta que cambia tu relación con la comida

- Escuchar al cuerpo y dejar de compararse es el primer paso hacia una salud real y sostenible.

La comida no siempre responde al hambre, muchas veces responde a la costumbre. Compararse se ha convertido casi en un deporte nacional. Miramos lo que come el vecino, lo que hace la persona que seguimos en redes o la dieta que “le ha funcionado” a alguien famoso… y asumimos que eso también debería servirnos a nosotros. Pero no. Ahí está uno de los grandes errores en salud hoy en día.

La nutrición se ha llenado de mensajes simplificados, de eslóganes rotundos y de verdades aparentemente incuestionables. Sin embargo, la realidad es mucho menos cómoda: no existen verdades absolutas en nutrición. Lo que a una persona le sienta de maravilla, a otra puede no funcionarle en absoluto. Y no porque una lo haga “bien” y la otra “mal”, sino porque cada cuerpo es distinto.

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Compararse con otros es uno de los mayores errores en salud hoy en día. Fuente:canva

La clave está en algo que solemos olvidar con demasiada facilidad: la particularidad individual. Genética, metabolismo, nivel de actividad, estrés, descanso, historia personal, cultura… Todo suma. Por eso, cualquier afirmación categórica que promete resultados universales suele ser, como mínimo, incompleta. Y muchas veces, directamente falsa.

Los protocolos pueden servir como mapa, pero no como destino. A partir de ahí, cada organismo necesita su propio ajuste fino. Dos personas pueden seguir la misma pauta y llegar a lugares muy diferentes. Y eso no es un fallo: es biología.

El ayuno no es una moda, es memoria evolutiva

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El ayuno no es una moda, es parte de nuestra biología evolutiva. Fuente:canva

Cuando hablamos de ayuno, el debate se enciende rápido. Pero conviene poner las cosas en contexto. El ayuno no es una invención moderna, ni una tendencia pasajera. Forma parte de nuestra historia como especie.

Durante el 99% de las más de 5.000 generaciones que ha vivido el ser humano, la comida no estaba garantizada. No había neveras llenas ni pedidos a domicilio. Comer requería moverse, esperar, a veces pasar hambre. Y el cuerpo se adaptó a eso.

Así nació lo que hoy conocemos como el gen ahorrador: un sistema diseñado para almacenar energía cuando había comida y utilizarla con inteligencia cuando no la había. Gracias a eso sobrevivimos. El problema es que seguimos teniendo ese mismo cuerpo… pero vivimos en un mundo completamente distinto.

Hoy la comida está disponible las 24 horas, al alcance de la mano y sin esfuerzo físico. Somos, literalmente, el único animal que puede comer sin moverse del sofá. Y esa desconexión entre nuestra biología y nuestro entorno tiene consecuencias.

Pausas digestivas en un mundo que nunca para

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Distinguir hambre real de hábito cambia por completo la relación con la comida. Fuente:canva

Aunque vivamos rodeados de comida, nuestro cuerpo sigue estando preparado para el ayuno. Cuando dejamos de comer durante horas, el organismo activa automáticamente el uso de reservas. No hay que darle instrucciones: sabe hacerlo solo.

Introducir pausas digestivas puede ayudar a equilibrar ese choque entre lo que somos por dentro y cómo vivimos por fuera. Pero aquí aparece otra dificultad, menos biológica y más mental. Muchas personas no están preparadas —ni cultural ni emocionalmente— para pasar 12 horas sin comer. El miedo, la costumbre y las creencias pesan más de lo que creemos.

Por eso prácticas como el OMAD (una comida al día) generan tanta polémica. Más allá del protocolo, lo interesante es la reflexión que propone: ¿comemos por hambre real o por hábito?

Hay quien descubre que solo siente hambre una vez al día. El resto son ganas de comer, apetencia, rutina. Y cuando se aprende a respetar el hambre auténtica, todo se recoloca. Sin rigidez. Sin dogmas.

Comer bien no tiene por qué ser complicado

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Otro mito que conviene desmontar: comer sano no exige recetas elaboradas ni horas en la cocina. La nutrición de calidad puede ser muy sencilla. Huevo, pescado, carne bien elegida, aguacate, anchoas, alimentos básicos… No hace falta más para cubrir muchas necesidades.

A veces pensamos que cuidarnos tiene que ser complicado, casi heroico. Y no. Lo sencillo, cuando se sostiene en el tiempo, suele ser lo más eficaz.


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