La última nota emitida por Robeco, que hace un análisis mixto de cómo ha sido la COP30 celebrada en Belém, Brasil. Y entre las principales conclusiones es que los avances en materia climática parece que no acompañan a la esfera política.
El razonamiento detrás de esta perspectiva reside en que la cumbre concluyó sin compromisos firmes sobre los combustibles fósiles, ni nuevos objetivos vinculantes, reflejando la creciente fragmentación geopolítica y las diferencias regionales en el ritmo de la transición climática.
En este sentido, el análisis de Robeco cita al documento final de la COP30 representa una erosión del multilateralismo, que se suma a otros resultados limitados en el ámbito internacional, como el fracaso a principios de año del tratado de la ONU sobre los plásticos y de la propuesta de un impuesto mundial al transporte marítimo internacional. Además de que se movilizaron nuevas herramientas de financiación para la adaptación al cambio climático y lanzó iniciativas para acelerar la transición energética.
No obstante, a pesar de que las intenciones fueran positivas, Robeco apunta a que la transición climática va a diferentes velocidades, ya que está está condicionada por el desequilibrio entre riesgos y oportunidades en distintos sectores y regiones. A modo de ejemplo la nota menciona que Brasil (noveno productor mundial de petróleo) planteó la necesidad de debatir una hoja de ruta para retirar progresivamente los combustibles fósiles.
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Sin embargo, ante la oposición en el pleno, la iniciativa será desarrollada por un grupo de unas 80 naciones lideradas por la Unión Europea, sin la participación de actores clave como Estados Unidos, China, India, Rusia o Arabia Saudí. En definitiva, la COP30, no adoptó una posición política clara sobre el papel futuro del petróleo y el gas.
De forma paralela durante la jornada climática celebrada durante noviembre, la Agencia Internacional de la Energía publicó sus perspectivas anuales en su informe: “World Energy Outlook 2025”, que indica que en cualquier escenario político se está dando una constante como el crecimiento de las energías renovables y la bajada en la demanda de carbón.
No obstante, Robeco señala que en este sentido hay un problema en cómo se está llevando esa transición a la electrificación, porque se está desarrollando sin la coordinación de los gobiernos. Por lo tanto, advierte que los inversores deberían anticipar una transición desordenada, con diferencias regionales cada vez mayores en cuanto a velocidad, y primas de rentabilidad amplificadas por oportunidad y riesgo por región, por sector y a lo largo del tiempo.
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Por otro lado, el informe apunta a que el comportamiento del petróleo y el gas varía de forma significativa según los escenarios políticos. Aunque ambos combustibles seguirán teniendo un papel en las próximas décadas, subraya los riesgos derivados de la incertidumbre política, como la posibilidad de un exceso significativo de capacidad de gas natural licuado hacia 2030.
Según apunta Robeco, la falta de definiciones claras sobre mitigación refuerza la atención sobre la adaptación al cambio climático. Aún así, uno de los principales resultados de la COP30 fue el objetivo de triplicar la financiación para la adaptación de aquí a 2035. Los gobiernos también destacaron la protección de la naturaleza y las soluciones basadas en ella como áreas prioritarias.
En este ámbito se lanzó el Tropical Forest Forever Facility (TFFF), con un capital comprometido inicial de 6.700 millones de dólares y un objetivo a largo plazo de inversión de 125.000 millones. Pero, según Robeco que participó en el desarrollo de esta iniciativa, toda inversión centrada en la adaptación y la naturaleza son incipientes, por lo que aun le falta desarrollo.
Según la nota de Robeco, el escenario posterior a la COP30 muestra avances tangibles, pero en el caso del petróleo, donde se existe una ausencia de coherencia política global, con una transición que progresa de forma fragmentada y desigual.
