viernes, 19 diciembre 2025

Según un informe de AirHelp, 8 de cada 10 viajeros sufren estrés por políticas confusas de equipaje

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La ausencia de criterios unificados entre las aerolíneas dificulta el manejo del equipaje, ya que las tarifas y normas -volumen, peso y cantidad de bultos- varían entre compañías. El desconocimiento de los derechos del pasajero agrava la vulnerabilidad: casi la mitad no sabe que puede reclamar indemnización si su maleta se pierde, se retrasa o se daña, pese al gran índice de incidencias en España

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Según un estudio reciente, elaborado por AirHelp, que combina el análisis de las políticas de equipaje de las principales aerolíneas con la percepción de los pasajeros, deja entrever un escenario claro: el equipaje continúa siendo uno de los aspectos más problemáticos y menos transparentes de la experiencia aérea.

A pesar de que el sector aéreo ha avanzado en digitalización, sostenibilidad y experiencia a bordo, las normas sobre equipaje -sus costes, límites de tamaño y peso, bultos permitidos y procedimientos- siguen siendo difíciles de descifrar, incluso para los viajeros frecuentes. Las aerolíneas aplican criterios dispares de volumen y número de maletas, tarifas poco intuitivas y trámites que cambian según el destino, la tarifa adquirida o incluso el aeropuerto. Esta falta de coherencia no solo confunde: erosiona la sensación de control del viajero y deteriora la confianza en la industria.

Aunque muchos pasajeros disfrutan del acto de viajar, el proceso empieza a torcerse mucho antes de llegar al aeropuerto. Según la encuesta, más del 84% de los viajeros reconoce sentir algún grado de estrés al gestionar su equipaje. Esta tensión previa al vuelo revela una paradoja: el viaje empieza en el momento de hacer la maleta, y confirma la sensación extendida de que hacer la maleta ya no es solo un simple elemento logístico, sino anticipar un posible conflicto con la aerolínea. 

Normas que cambian sin lógica aparente
La confusión de los pasajeros no es casual. El análisis comparado de aerolíneas muestra diferencias abismales entre compañías: en rutas similares, el coste por facturar una maleta puede oscilar desde menos de 20 euros hasta más de 100, y en algunos casos duplica su precio en vuelos de largo recorrido. Incluso las reglas más básicas -peso, tamaño o qué incluye cada tarifa- cambian entre compañías sin un patrón.

La consecuencia es clara: el pasajero se ve obligado a ser un experto en normativas que, además, cambian con frecuencia. Y quienes no lo son –7 de cada 10 pasajeros reconocen haber tenido dudas-, terminan afrontando sorpresas desagradables en el aeropuerto.

Los datos indican que la comunicación de las aerolíneas no está logrando su objetivo. La información existe, pero no siempre está accesible ni es clara. De hecho, más de la mitad de los viajeros afirma haber tenido que pagar un cargo inesperado por no interpretar correctamente las normas.

Lejos de ofrecer flexibilidad, esta complejidad genera una sensación de opacidad y de «trampas ocultas» en el proceso de compra.

Un desconocimiento alarmante de los derechos del pasajero
La encuesta también revela una brecha importante en la protección al consumidor: casi la mitad de los encuestados no sabía que tienen derecho legal a reclamar una indemnización en caso de que su equipaje resulte perdido, dañado o retrasado. Y es algo necesario ya que, según otro estudio realizado en 2024 por la compañía líder mundial en derechos de los pasajeros aéreos, tres aerolíneas españolas no destacaban por su buena gestión del equipaje. De hecho, Iberia era la segunda aerolínea con mayor índice de problemas con las piezas de equipaje facturadas. Según los datos estudiados, el 3,3% de las maletas que facturó Iberia, registradas para el informe de 2024, se perdieron o se dañaron, lo que suponía 1 de cada 30 bultos. Por su parte, Vueling tenía un 0,8% de probabilidad de sufrir una incidencia y Air Europa tenía una tasa de problemas del 0,55% de las maletas. 

Esto tiene consecuencias reales: entre quienes han sufrido una incidencia, muchos no reclamaron por desconocimiento o por la percepción de que «era demasiado complicado».

A la falta de información se suma la confusión sobre los plazos: tres de cada cuatro viajeros (76%) no saben cuándo deben notificar un daño en su equipaje, pese a que hacerlo a tiempo es clave para recibir compensación.

El resultado de todo lo anterior es un viajero más vulnerable de lo que debería. Incluso quienes no han vivido incidencias reconocen cierto miedo latente a perder la maleta o encontrarse con un recargo inesperado. Según los datos, más de un tercio (37%) ya ha sufrido algún tipo de problema con su equipaje, lo que alimenta esa sensación de riesgo.

Este clima de incertidumbre debería ser una llamada de atención al sector: en un momento en el que la experiencia de viaje es un factor diferencial, el equipaje sigue siendo el eslabón más débil.

Hacia un futuro más claro y uniforme
A partir del estudio, queda claro que el sector necesita avanzar en varias direcciones:

  • Estandarizar reglas básicas, de manera que tamaño, peso y tarifas sigan criterios homogéneos.
  • Simplificar y clarificar la comunicación, evitando sorpresas que dañan la experiencia del viajero.
  • Dar más visibilidad a los derechos del pasajero, especialmente en situaciones donde existe indemnización.
  • Reducir la complejidad de los procesos de reclamación, para que nadie renuncie a un derecho por desconocimiento.
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