miércoles, 17 diciembre 2025

Nuevas investigaciones señalan que enriquecer el aire del dormitorio es un factor clave para conseguir un sueño profundo y reparador

Más allá de colchones, rutinas o hábitos individuales, existe un factor que a menudo pasa desapercibido pero que influye de manera directa en el descanso y la salud: el exposoma humano, es decir, el conjunto de factores ambientales y personales que moldean la biología de cada persona a lo largo de toda la vida y que pueden llegar a determinar patrones importantes de salud y riesgo de enfermedades.

En este caso, hablamos del factor del sueño, que puede llegar a ocupar hasta un tercio de nuestra vida. Un momento clave en el que el organismo activa sus mayores capacidades de reparación, y en el que el cuerpo realiza procesos esenciales (renovación celular), para combatir el daño oxidativo[1], modular la inflamación y sostener la energía diaria. Este factor va a depender de algo esencial, decisivo y cotidiano de lo que no se suele ser consciente normalmente: el aire que respiramos.

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Investigaciones recientes muestran que ciertos elementos del aire, concretamente moléculas[2] que nuestro cuerpo utiliza para producir energía, influyen directamente en cómo funcionan nuestras células. Estas moléculas ayudan a mantener el equilibrio natural de nuestro organismo, a que las mitocondrias (las “baterías” de las células) trabajen bien y a que los procesos de reparación celular se realicen correctamente. Es decir, cuando el aire que respiramos esta enriquecido y tiene la “energía” adecuada, nuestras células pueden renovarse mejor durante la noche. Esto facilita que tengamos un sueño más profundo y que nos despertemos más descansados y con más vitalidad.

En este contexto se encuentran tecnologías como Biow, un sistema que crea una microcámara exposómica virtual optimizada en la habitación donde duermes. Esta microcámara facilita la respiración nasal, mejorando el transporte de oxígeno y generando un entorno ionizado y libre de nanopartículas. Biow actúa durante las horas de sueño potenciando la renovación celular y aumentando la eficiencia del descanso[3].

Dormir y respirar en un ambiente con un flujo constante de moléculas beneficiosas para el organismo, como los aniones de oxígeno biodisponibles que permanecen más tiempo en el ambiente, y que están completamente libres de nanopartículas, favorece un mayor bienestar nocturno. Además, contribuye a la relajación y al equilibrio del sistema nervioso, lo que se traduce en un sueño más profundo, reparador y de mejor calidad.

Pequeños cambios en el entorno del dormitorio y en los hábitos respiratorios pueden marcar la diferencia, permitiendo noches más profundas y llenas de energía para afrontar el día siguiente. Respirar bien no es solo un acto automático: es un paso hacia un sueño más saludable y un bienestar duradero.


[1] El estrés oxidativo aparece cuando las células producen más radicales libres de los que el cuerpo puede neutralizar, lo que provoca daño celular y acelera el envejecimiento

[2] Moléculas reactivas de oxígeno en baja concentración

[3] Según estudios realizados con la Clínica Universidad de Navarra. Y, otros publicados en Frontiers in Bioengineering & Biotechnology, Biomedicines, International Journal of Molecular Sciences


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