Un infarto no siempre avisa con el clásico dolor opresivo en el brazo izquierdo o el pecho que vemos en las películas. La historia de Carmen nos demuestra que, a veces, el corazón se queja susurrando y confunde a las víctimas con molestias digestivas que parecen no tener mayor importancia inmediata. Esta mujer de 61 años estuvo a punto de perder la vida por creer que sufría una simple indigestión cuando su arteria coronaria estaba totalmente bloqueada.
La percepción errónea de los síntomas de un ataque al corazón es el principal enemigo en las salas de urgencias hospitalarias. De hecho, muchas pacientes retrasan la llamada a la ambulancia porque asocian el malestar con problemas estomacales y deciden esperar en el sofá a que se les pase solo. Carmen relata con angustia cómo la sensación de plenitud y las náuseas enmascararon la gravedad de su estado real durante unas horas que fueron cruciales.
UN ENEMIGO SILENCIOSO Y TRAICIONERO
El caso de Carmen ilustra a la perfección cómo un infarto puede presentarse camuflado bajo disfraces clínicos que despistan incluso al paciente más precavido. Ella sentía un ardor que subía por el esófago, lo que técnicamente imitaba los síntomas del reflujo gastroesofágico y le daba una falsa sensación de seguridad sobre lo que le ocurría. Esta confusión es especialmente común cuando la lesión se produce en la cara inferior del corazón, cerca del diafragma.
Los médicos de urgencias explicaron posteriormente que el dolor epigástrico es una manifestación frecuente de la isquemia miocárdica en mujeres. Al no sentir la presión torácica habitual, la paciente descartó por completo el origen cardíaco y se centró en tratar su supuesto problema digestivo con remedios caseros ineficaces. Este tipo de presentación clínica es lo que los cardiólogos denominan coloquialmente como un evento silencioso, aunque el cuerpo grita a su manera.
INFARTO SILENCIOSO: LAS SEÑALES QUE EL GÉNERO FEMENINO IGNORA
Existe una brecha significativa en cómo se manifiesta un infarto entre hombres y mujeres, algo que la medicina lleva años intentando divulgar. Mientras ellos suelen reportar el dolor agudo en el pecho, ellas frecuentemente experimentan una fatiga inusual y repentina que las deja sin fuerzas incluso para tareas sencillas. Carmen recuerda que, además del dolor de estómago, sentía un cansancio plomizo que le impedía levantarse de la cama.
Otro síntoma que suele pasar desapercibido en el fallo coronario femenino es el dolor referido a zonas como la mandíbula, el cuello o la espalda. En lugar de irradiarse al brazo, la molestia se extiende hacia la zona alta y puede confundirse fácilmente con una contractura muscular o tensión acumulada. Reconocer este patrón específico y actuar con rapidez ante la duda es la única herramienta efectiva para salvar el músculo cardíaco antes de que sea tarde.
CUANDO EL TIEMPO ES EL BIEN MÁS PRECIADO
Cada minuto que pasa desde el inicio de un infarto supone la muerte irreversible de millones de células cardíacas que no se regenerarán jamás. La ventana de oportunidad para realizar un cateterismo y destapar la arteria obstruida con éxito se reduce drásticamente si el paciente no acude al hospital en las primeras horas. En el caso de Carmen, la insistencia de su hija, que la notó pálida y sudorosa, fue el factor determinante que la llevó a pedir ayuda profesional.
La demora en buscar asistencia médica por confundir los síntomas con una gastritis es una de las causas principales de mortalidad extrahospitalaria. Los expertos recalcan que ante la duda es preferible realizar un electrocardiograma de control y descartar patología grave que quedarse en casa esperando una mejoría que no llegará. El tiempo perdido intentando digerir una comida que no ha sentado mal puede costar la vida.
LA TRAMPA MORTAL DE LA AUTOMEDICACIÓN
Carmen cometió el error habitual de ingerir antiácidos y analgésicos pensando que así frenaría lo que ella creía que era un corte de digestión. Ingerir medicación sin prescripción durante un infarto en curso puede enmascarar temporalmente el dolor real y retrasar aún más la decisión vital de llamar a los servicios de emergencia. Además, ciertos fármacos pueden interactuar negativamente con los tratamientos anticoagulantes que se administran en la ambulancia.
La creencia popular de que un vaso de agua con bicarbonato o una manzanilla lo curan todo es peligrosa ante un evento cardiovascular agudo. Lo único que realmente funciona es masticar una aspirina si se tiene a mano mientras se espera la llegada del equipo sanitario, siempre y cuando no haya alergias previas. Carmen tuvo suerte de que su automedicación no agravase el cuadro, pero su corazón sufrió un estrés innecesario durante horas.
EL PERFIL DE RIESGO QUE NADIE VE VENIR
A sus 61 años, Carmen se consideraba una mujer sana, activa y sin antecedentes previos que le hicieran temer un infarto fulminante. Sin embargo, la menopausia actúa como un punto de inflexión donde las mujeres pierden la protección hormonal natural de los estrógenos y su riesgo cardiovascular se iguala o supera al de los hombres. Factores como el estrés, el colesterol al límite o el sedentarismo son bombas de relojería silenciosas.
Muchas mujeres ignoran que la primera causa de muerte femenina en España no es el cáncer de mama, sino las enfermedades del sistema circulatorio. Esta falta de conciencia social hace que se minimice la importancia de los chequeos y se preste menos atención a la salud del corazón que a otras patologías más mediáticas. Carmen ahora entiende que su «gastritis» era en realidad la culminación de años de factores de riesgo no controlados.
ESCUCHAR AL CUERPO PARA SOBREVIVIR
La experiencia traumática de Carmen ha servido para concienciar a todo su entorno sobre la importancia de no banalizar ningún síntoma extraño. Ahora sabe que un infarto puede disfrazarse de muchas formas y que la intuición ante un malestar profundo debe prevalecer sobre la vergüenza de acudir a urgencias por algo que podría no ser nada. Es preferible pecar de precavida que lamentar un desenlace fatal por miedo a molestar.
Si sientes una presión extraña, sudor frío, mareo o un dolor abdominal que no cede con nada, no asumas que es algo que comiste. Activar el código infarto llamando al 112 permite que los sanitarios monitoricen el corazón desde el primer momento y preparen el quirófano antes incluso de llegar al hospital. Carmen sobrevivió para contarlo porque, aunque tarde, llegó a manos expertas que supieron leer lo que su estómago intentaba ocultar.











