lunes, 15 diciembre 2025

Sergio Fernández (46), escritor de crecimiento personal: «Si tienes el coraje de vivir lo que has venido a vivir, el camino será correcto»

- Una mirada al éxito que empieza dentro y se construye desde la coherencia personal.

El crecimiento personal empieza cuando te atreves a vivir en coherencia contigo mismo. Para Sergio Fernández, el éxito no tiene demasiado que ver con trabajar hasta la extenuación ni con apretar los dientes y aguantar. No va de sufrir más que nadie. Va, más bien, de algo mucho menos épico y a la vez más difícil: atreverse a ser uno mismo. “El éxito real no nace del esfuerzo ciego, sino de ser quien eres”, repite. Y lo dice sin adornos. Como quien ha llegado a esa conclusión después de darse unos cuantos golpes.

En el fondo, su mensaje es sencillo. La vida no espera héroes ni mártires. La vida espera coherencia. “La vida lo único que espera es que tú seas tú”, afirma. Y cuando no lo somos, cuando vivimos interpretando un papel que no encaja, algo empieza a chirriar por dentro, aunque por fuera todo parezca ir bien.

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Desde ahí, la autenticidad deja de ser una palabra bonita para convertirse en un requisito básico. Según Fernández, cuando no eres auténtico, no puedes tener éxito, aunque acumules dinero, reconocimiento o aplausos. El verdadero punto de partida no está fuera, sino dentro.

El éxito empieza dentro (y si no, no empieza)

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Ser uno mismo es el primer paso hacia un éxito real. Fuente:Canva

Para Sergio Fernández, el éxito auténtico arranca en un lugar muy concreto: ese momento íntimo en el que te levantas por la mañana y sabes, sin necesidad de convencerte, que estás siendo fiel a ti mismo. Que estás donde tienes que estar. Que no te estás traicionando. Ese es el “éxito interno”, y sin él, todo lo demás cojea.

Además, insiste en algo que incomoda bastante: el éxito no puede ser a medias. No sirve triunfar en una sola parcela de la vida mientras el resto está en ruinas. “Hasta que no tienes éxito en todas las áreas que para ti son importantes, siempre habrá algo dentro de ti que se sienta vacío”, explica.

Habla de la vida como de una mesa. Tiene varias patas: el desarrollo personal, la salud, las emociones y las relaciones, el propósito, la espiritualidad, el trabajo y el dinero. Puedes descuidar una durante un tiempo, pero si la ignoras por completo, la mesa acaba tambaleándose. Fingir que la salud no importa o que el dinero no existe no sale gratis. Tarde o temprano, el cuerpo o la vida pasan factura.

Trabajar con sentido, no vivir agotado

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Cuando hay coherencia interna, la vida fluye mejor. Fuente:Canva

Sergio Fernández no defiende la pasividad ni el “dejarse llevar” sin más. El trabajo es necesario, dice, pero no cualquier trabajo. Hace falta constancia, foco y dirección. Lo que no funciona —y aquí es tajante— es vivir tirando solo de fuerza de voluntad y esfuerzo bruto. “Eso ya sabemos que no funciona”, afirma, casi con cansancio.

El tiempo, además, juega en nuestra contra. El reloj no se detiene. Y los errores no cuestan lo mismo a los veinte que a los cincuenta. Hay equivocaciones que, cuando llegan pronto, salen casi gratis. Más tarde, duelen más. Por eso anima a revisar cuanto antes creencias, hábitos y decisiones. No para vivir con prisa, sino para no vivir dormido.

Las cinco etapas del camino (y por qué todos pasamos por ellas)

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Cuando hay coherencia interna, la vida fluye mejor. Fuente:Canva

En su visión, el crecimiento personal y profesional no es lineal. Es un recorrido por cinco etapas. Primero está el Huérfano, la víctima que espera que alguien venga a rescatarla. Luego aparece el Vagabundo, que empieza a explorar el mundo y a valorar las relaciones, aunque todavía no sabe gestionar bien lo material.

Después llega el Mártir. El del sacrificio constante, el que cuenta horas, el que se quema. Fernández reconoce que pasó por ahí y que llegó un momento en el que pensó: “No puedo seguir viviendo desde el agotamiento”. De ese cansancio nace el Guerrero, que lucha por valores, no solo por dinero, y descubre que el dinero fluye cuando hay servicio.

La última etapa es la del Mago. Aquí ya no se trata de luchar todo el tiempo. Se trata de confiar. De entender que el ego no puede llevar siempre el volante y que, muchas veces, es la vida la que gana la partida.

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