Hablar es un acto cotidiano, pero conversar bien se ha convertido en una habilidad cada vez más escasa. En un mundo atravesado por pantallas, prisas y estímulos constantes, la comunicación interpersonal sufre pequeños errores que, acumulados, deterioran vínculos personales y profesionales. Fernando Miralles, experto en comunicación y oratoria, pone el foco en esas fallas habituales que suelen pasar desapercibidas, pero que generan fricción y distancia emocional.
Lejos de fórmulas complejas, Miralles propone volver a lo esencial. Escuchar, respetar turnos y adaptarse al contexto son pilares básicos de una comunicación eficaz. Según explica, no se trata solo de lo que se dice, sino de cómo se demuestra interés y presencia en cada intercambio.
Interrumpir, mirar el móvil y hablar de uno mismo: fallos que desgastan la comunicación
Uno de los errores más comunes en cualquier conversación es interrumpir. Ocurre cuando alguien aprovecha una palabra ajena para desviar el relato hacia su propia experiencia. Este gesto, aparentemente inofensivo, rompe el hilo narrativo y transmite una comunicación centrada en el ego. Para quien hablaba, la sensación es clara: no fue escuchado. Este tipo de dinámicas genera roces innecesarios y deteriora la calidad del intercambio.
El segundo gran error aparece con fuerza en la vida cotidiana: el uso del teléfono móvil mientras otro habla. Miralles es contundente al respecto. Aunque no se diga nada, el simple hecho de escribir o revisar notificaciones comunica desinterés. Incluso dejar el móvil sobre la mesa funciona como un recordatorio constante de que la atención está dividida. Si el objetivo es mejorar la comunicación y generar conexión real, el teléfono debe desaparecer del escenario.
Otro punto crítico es hablar excesivamente de uno mismo. Muchas conversaciones se convierten en una sucesión de “yo”, “a mí me pasó” o “en mi caso”. Esto no significa que compartir experiencias sea negativo, sino que monopolizar el diálogo empobrece la comunicación. Interesarse genuinamente por el otro, preguntar y profundizar en lo que cuenta eleva de forma notable la calidad del vínculo.
Contexto, tono y lenguaje: claves para una comunicación efectiva
No adaptarse al contexto es otro error frecuente, especialmente al pasar de entornos informales a formales. Para Miralles, utilizar un lenguaje excesivamente coloquial en una reunión profesional o en una gestión importante transmite una comunicación poco cuidada y resta credibilidad. El contexto marca el marco en el que la comunicación resulta efectiva, y no interpretarlo correctamente puede generar incomodidad o rechazo.
El tono de voz también juega un papel decisivo. Hablar de forma monótona, sin matices ni cambios de ritmo, provoca desconexión. En una realidad donde la atención compite con múltiples estímulos, la comunicación necesita energía y variación. Modular la voz, enfatizar ideas clave y mostrar pasión no es exagerar, sino adaptarse a cómo escuchan hoy las personas.
Cambiar de tema de manera abrupta es otro gesto que duele. Cuando alguien comparte una experiencia con entusiasmo y el interlocutor desvía la conversación sin transición, la comunicación se quiebra. Escuchar implica acompañar, validar y recién después, si es necesario, reconducir el diálogo.
Por último, el uso de un lenguaje vulgar o descuidado puede afectar seriamente la percepción del otro. No se trata de ser pomposo, sino de elegir palabras adecuadas. El lenguaje construye realidades y define la comunicación. Hablar con propiedad eleva la conversación y fortalece los vínculos.








