Alba Carrillo ha querido cerrar el año compartiendo uno de los episodios más duros de su vida reciente, un problema de salud que la dejó completamente descolocada y que marcó su 2025 de una manera que todavía recuerda con angustia. La modelo, de 39 años, ha revelado que sufrió una sordera súbita provocada por el estrés, una dolencia inesperada que la obligó a frenar en seco y que llegó en un momento en el que, según reconoce, creía tener todo bajo control. La historia, que vuelve a cobrar fuerza tras su entrevista con Lecturas, muestra la fragilidad que a veces esconden incluso los perfiles más expuestos mediáticamente.
1El problema de Alba Carrillo
Después de un viaje de trabajo y sin señales previas que pudieran hacer sospechar un problema similar, Carrillo perdió la audición de forma repentina. Tal como ha relatado, la sensación fue inmediata y desconcertante, una experiencia límite que no esperaba vivir. “Me levanté un día y me había quedado sorda de un oído y medio del otro”, recordó la presentadora, subrayando la sorpresa con la que afrontó un diagnóstico que no imaginaba. Esa mañana, que parecía una más, se convirtió en un punto de inflexión para ella, pues tuvo que enfrentarse a un temor real: el de no volver a oír con normalidad.
La modelo no tardó en buscar atención médica, pero el impacto emocional ya había comenzado a desbordarla. El estrés acumulado durante meses se manifestó de la forma más abrupta, y sus palabras permiten intuir el miedo que sintió: “Por estrés, en el momento en el que menos estresada pensaba que estaba”. Esa contradicción, la de sentir que estaba tranquila cuando en realidad su cuerpo decía lo contrario, la llevó a replantearse su ritmo de vida y la manera en que gestiona su exposición pública, su trabajo y sus responsabilidades. La experiencia le mostró que el desgaste emocional no siempre se percibe hasta que el cuerpo da el aviso más contundente.
En la entrevista, Carrillo reconoció que lloró muchísimo durante las primeras semanas tras la pérdida auditiva. No solo por la incertidumbre, sino también por el malestar físico que acompañó al proceso de recuperación. Le costaba dormir, la ansiedad se intensificaba y el miedo a una posible secuela permanente se instaló con fuerza. “¡Sufrí mucho! Me tuvieron que pinchar corticoides. Lo daba por perdido, tardé un mes en empezar a recuperarme”, confesó. Los tratamientos, aunque necesarios, fueron duros, y el uso de corticoides tuvo efectos secundarios visibles en su cuerpo.
Ese aumento de peso derivado de la medicación se convirtió en un nuevo frente emocional para la modelo, que se vio obligada a lidiar con comentarios ajenos en plena recuperación. Según explicó, algunos comentarios sobre su físico la hicieron sentir especialmente vulnerable. “Una señora me dice: ‘¿Eres Alba Carrillo? Pues has cogido kilos’. Le dije: ‘Estoy enferma’”, relató con dolor. Ese episodio público reflejó hasta qué punto el juicio inmediato sobre la apariencia puede convertirse en un golpe devastador en momentos especialmente delicados. La hinchazón, efecto normal del tratamiento médico, terminó exponiéndola a críticas que resultaron innecesarias y que la lastimaron profundamente.








